Diálogos virtuales en tiempo de pandemia

  • María Teresa Galicia Cordero

Esta semana tuve la oportunidad de dialogar en una mesa virtual coordinada por el Centro de Desarrollo Educativo Zacatelco CDEZ, organizada para celebrar el décimo octavo aniversario de su fundación. Se realizaron tres mesas de diálogos con investigadores, especialistas y amigos que han contribuido en el desarrollo de la perspectiva humanizante y popular que caracteriza a esta comunidad.

En la mesa en la que participé dialogamos sobre temas muy importantes relacionados con la educación: el de la innovación (prácticas transformadoras) y el de la alteridad (el cuidado del otro en tanto otro).

Estos temas y los que se abordaron a lo largo de los otros dos diálogos realizados, responde sin duda a los grandes desafíos que implica el acto de educar, porque especialmente y tomando como referente la ética de la liberación (Dussel, 2014), el hombre con un yo individual, siempre necesita de la alteridad del otro para alimentar su propio ser. Si tomamos en cuenta lo que ocurre en nuestra educación en general, aún hay mucho camino por recorrer a favor de la inmensa mayoría de la humanidad, especialmente en la normalidad histórica presente. 

Es necesario insistir en visibilizar a la comunidad educativa aprisionada en un acto de amor, en donde el acto de aprendizaje implique que todos aprendamos. En mis recientes artículos he denominado a este tiempo, tiempo de aprender, porque pienso que es necesario construir ciudadanía con formación humanística, poniendo pausa a lo que siempre hemos estado haciendo, resignificando y adecuando nuestras experiencias y saberes a los nuevos tiempos.

Esta comunidad educativa en específico, es muestra de que el acto de educar puede ser auténticamente humanista, porque integra al individuo a su realidad, fomentando procesos de comunicación, innovación, en una búsqueda permanente de trasformar la realidad, de independencia y solidaridad.

Visibilizar las voces de los jóvenes de bachillerato ha sido uno de los propósitos del CDEZ, tal y como Eduardo Weiss (2012) en sus estudios propuso, puesto que el analizar la doble condición de ser estudiantes y de ser jóvenes, permite comprenderlos desde una perspectiva integral tomando en cuenta la vida juvenil más allá de sus expresiones culturales.   En sus investigaciones se muestra que muchos jóvenes “maduran” precisamente en el tiempo del bachillerato, aprenden de sus (malas) experiencias, asumen responsabilidad por sus estudios, se hacen cargo de su vida porque para la mayoría de los jóvenes es indispensable el bachillerato como espacio de aprendizaje colaborativo y de sociabilidad con pares.

 De ahí la necesidad de cuestionar la actual política educativa, porque se requieren de instituciones de educación media superior más flexibles y abiertas con autonomía curricular, sin    reducción de costos por alumno, ampliando y diversificando los horarios, las instalaciones y el personal y dando cabida a actividades extracurriculares que, en muchas de comunidades, aún no se ofrecen a todos los jóvenes.

Es relevante que en esta comunidad educativa si se trabaje en relación a sus problemáticas, que formen investigadores jóvenes que se conduzcan a partir de la ética de la liberación, que con lleva acciones que permiten disminuir las opresiones culturales y las injusticias sociales.

Es momento, creo, que la educación en todos sus niveles y modalidades educativas, se convierta en diálogo, en un diálogo permanente con su comunidad, animados a ser hospitalarios aceptando la acogida del otro en tanto otro, teniendo siempre presente la ética, como fundamento del cuidado del otro en tanto otro y a partir de ello, seguir el camino.

Si bien hay voces que cuestionan la introducción de procesos formativos que tome en cuenta las emociones, esto implica como valor agregado que se pueda aprender mejor. Hoy se está demostrando también, que los padres de familia, los maestros y todas las personas necesitamos apoyo con nuestras habilidades socio emocionales, inclusive introducir mindfulness para ayudarnos a aprender, a concentrarnos mejor, a focalizar nuestras experiencias y afrontarlas, hacer más introspección e inclusive, a ser más compasivos.

Como lo expresé en la mesa, estoy abierta al debate, especialmente si tomamos en cuenta lo que esperamos cuando educamos. La respuesta, desde mi punto de vista, es formar seres humanos buenos y equilibrados, personas que sean felices en la vida, que no estén deprimidas, sin dar tanto énfasis a la información y fomentando las cualidades humanas para la convivencia, la solidaridad, la tolerancia, la reflexión crítica y la acción.  

Por eso es tan importante y eso también fue motivo de diálogo, la formación docente y continua de los maestros. En este momento es urgente  apoyar a los profesores en su papel como facilitador de aprendizajes, porque lo que cada profesor realiza es un proceso  intencional que permite formar personas con un tipo de respuestas ante el entorno en el que vive, promueven experiencias significativas que serán albergadas en la memoria de trabajo de cada uno de sus estudiantes , especialmente porque les genera un cúmulo de emociones que mueve sus redes neuronales y evita lo que se denomina el apagón emocional,  esta memoria de trabajo, es tan importante que mucho neurocientíficos creen que es el ingrediente fundamental de la inteligencia humana, se trata de la memoria que utilizamos para enlazar lo que ya sabíamos con la experiencia que vamos teniendo a lo largo de nuestra vida través de la ejecución de una tarea, una acción o resolver un problema, para así actuar en consecuencia (Fuster, 2014).

Todos estamos viviendo en incertidumbre y los jóvenes y sus familias tienen tanto miedo como nosotros.  Nuestros hijos no solo escuchan todo lo que sucede a su alrededor, también sienten nuestra constante tensión y miedo, porque nunca hemos experimentado algo así, de ahí que todos requerimos aprender cómo gestionar nuestras emociones.

Sigo proponiendo, basada en mi experiencia, que las narrativas en sus diversas expresiones (resultado de una actividad discursiva orientada a contar, narrar o describir una historia, un hecho o una situación) son de utilidad no solo para desvelar el sentido que los actores dan a sus emociones y aprendizajes, sino también para promover y reforzar el sentido de los aprendizajes de la educación formal e informal (Diaz Barriga, 2019).

Quiero destacar que la identificación y reconocimiento de las emociones es clave para generar interés en la narrativa, la foto voz, por ejemplo, es un dispositivo pedagógico basado en la narrativa, que permite por su carácter experiencial vivencial y subjetivo favorecer, impulsar y reforzar el sentido de los aprendizajes escolares y extraescolares y que, por su carácter constructivo,  deviene en la propia vida, permite que: “el autor de la foto y del relato resignifique la experiencia y arribe una reflexión de fondo sobre sí mismo” ( Díaz Barriga, 2019: 116 ).

Este dispositivo pedagógico, promueve el desarrollo de la inteligencia emocional al identificar las emociones que el autor experimenta en los diversos contextos y situaciones sociales, así como delimita las emociones y sentimientos que quiere trasmitir a la audiencia con quien es posible compartir su relato, por cierto, he empezado con un primer sondeo para ir desarrollando ciertos proyectos, agradezco a quienes amablemente han participado en esta experiencia.    

Este tipo de investigación, accesible para los docentes, puede ser un medio para seguir construyendo este diálogo sano y enfocado a la concientización mutua del educador y del educando, de los padres de familia y de la comunidad en general en la participación, la reflexión y la creación de respuestas a las situaciones de su entorno.

Si bien nada reemplaza la calidez de las relaciones personales en la escuela, hay que encontrar la manera de hacerlo,  porque ese es uno de los más importantes retos de trabajar en este tiempo de aprender, retar la identidad de los profesores de reflexionar sobre el proceso mediante el cual aprenden sus alumnos,  pero también  su propio proceso de aprendizaje dialogando en un encuentro ético,  visibilizando y aprendiendo los diversos sentidos de los saberes que existen en cada comunidad educativa, reconociendo que, lo más maravilloso del amor humano, es esa unión profunda en donde cada uno sea para el otro.  

Mi deseo para el futuro de esta comunidad educativa del CDEZ es que, junto con ella, todos los que nos dedicamos a educar, aprendamos a ampliar nuestros círculos de empatía y si bien, no siempre podemos elegir nuestras circunstancias, si podemos elegir como respondemos ante ellas.

Referencias

Diaz Barriga, F. (2019) Dispositivos pedagógicos basados en narrativa. aula nueva.

Dussel, E. (2014) Filosofía de la liberación. Fondo de Cultura Económica

Fuster, J. (2014) Neurociencia. Los cimientos cerebrales de nuestra libertad. Paidós.

Weiss, E. (coord.) (2012). Jóvenes y bachillerato, colección Biblioteca de la Educación Superior. ANUIES.

 

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.