La nueva democracia en la nueva normalidad

  • Héctor Olmedo

Los últimos meses han representado una serie de cambios en todos los aspectos de la vida a la que estamos acostumbrados esa llamada “normal”, la pandemia ha escalado a nivel global con una rapidez impresionante, el grado tan alto de contagio de la  enfermedad SARS-CoV-2 ha obligado a la comunidad internacional a adoptar nuevas medidas para buscar en un intento desesperado frenar esta pandemia por ejemplo el mantener la distancia de aproximadamente 1.5 metros entre cada persona, la desinfección y sanitización de los espacios en los que se haga contacto, el uso de cubre bocas o caretas, las restricciones en el número de personas que pueden estar en un sitio así como la limitación al libre desplazamiento. Este conjunto de medidas serán parte de nuestra vida diaria en los próximos tiempos, ya que de acuerdo a los especialistas el virus llegó para quedarse y los pronósticos en cuanto a su erradicación no son muy favorables.

Bajo este orden de ideas en el que todos los aspectos de nuestra vida han sido transformados como por ejemplo los nuevos protocolos para asistir a la escuela, la implementación del tele-trabajo o la digitalización de la mayoría de los servicios tanto públicos como privados, es menester pensar en qué la participación ciudadana también tendrá cambios en las nuevas democracias dentro de la nueva normalidad.

La democracia mexicana ha evolucionado paulatinamente durante el siglo XX a través de reformas político-electorales que han ido aperturando el sistema político mexicano de un modelo de partido hegemónico hacia uno de competencia electoral conformado por distintos partidos políticos, así mismo los mecanismos que dotan de certeza a este andamiaje electoral han sido cada vez más complejos como por ejemplo, la creación de las comisiones de vigilancia con el fin de supervisar la integración del padrón electoral nacional, la integración de los representantes de todos partidos políticos a los órganos de dirección de la autoridad electoral, la descentralización del órgano encargado de realizar las elecciones, la ciudadanización del Consejo General del INE o la realización del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) todos estos mecanismos se han encaminado a generar certeza en la realización de las elecciones. 

Si bien es cierto que las elecciones cada día han ido incorporando nuevos mecanismos de seguridad para garantizar transparencia en los resultados, es necesario analizar el actual funcionamiento del modelo de realización de las elecciones en el que se pueden ubicar dos grandes momentos que se contraponen a la actual pandemia.

1. La etapa de preparación de la jornada electoral despliega a nivel nacional a personal contratado temporalmente capacitadores asistentes-electorales y supervisores electorales, quienes realizan una importante función sensibilizando y capacitando a las personas que mediante sorteo por mes y primer letra del apellido paterno fueron sorteadas para desempeñarse como funcionarios de mesas directivas de casilla, durante esta etapa los riesgos que puede correr el personal aumentan de manera exponencial debido al trabajo en campo que se realiza y al contacto personal que se requiere para desempeñar esta labor, aunado a esto deberá pensarse en el temor de las personas de acudir a las casillas especialmente en personas con enfermedades previas y personas de la tercera edad.

2. Si bien los problemas presentados en el punto 1 son sorteables y que seguramente repercutirán en la integración de las mesas directivas de casilla, el principal problema radica en la realización de la jornada electoral que a continuación analizaremos:

El modelo de casilla de la jornada electoral por su naturaleza que descansa en la pluralidad de partidos políticos atrae a un número significativo de representantes de partidos políticos, integrantes de las mesas directivas de casillas y electores, por dar un ejemplo una casilla en elección federal se integra por 4 funcionarios de mesa directiva de casilla, sí a esto sumamos que pueden existir 2 representantes de partido político y actualmente existen 7 nos da como resultado 14 personas, lo que en total de personas presentes solo en una casilla electoral puede resultar en tener a 18 personas en un espacio limitado ya que en la mayoría de las secciones electorales urbanas se llegan a instalar más de una casilla, supongamos que en una sección se instalan 4 casillas por 18 personas, nos resulta en tener a 72 personas presentes más los electores, lo que contraviene las disposiciones emitidas por los organismos internacionales y nacionales, haciéndonos pensar en sí este modelo seguirá teniendo vigencia.

México deberá pensar en instrumentos que permitan vivir en una democracia bajo un nuevo modelo de elecciones, una de las posibilidades más factibles es el voto electrónico que ha sido planteado en los últimos años, con resistencia aún por parte muchos sectores de la población debido a la falta de confianza en instrumentos electrónicos que pueden resultar manipulables, sin embargo muchos países han logrado implementarlo con resultados favorables es el caso de Reino Unidos, Estonia y Suiza que lo utilizan para elegir a las autoridades locales, en Francia y Estados Unidos se hace uso para elecciones legislativas y presidenciales, a nivel sub-nacional en México también existen precedentes de votación electrónica es el caso de Coahuila en 2005 y 2009, Jalisco en el 2009 o la recepción del voto de mexicanos residentes en el extranjero quienes pueden emitirlo a través de correo postal certificado o a través de urnas electrónicas.

La discusión sobre la virtualización de la democracia sin duda tiene muchas aristas, y el debate quizás debería prolongarse para hacer un análisis detenido de las ventajas y desventajas del voto electrónico, sin embargo, la pandemia en la que nos encontramos atrapados y que amenaza con volverse parte de nuestra vida nos obliga a acelerar estos debates con el fin de adaptarnos a ella y construir un nuevo modelo de elecciones en el que la participación física de los ciudadanos disminuya y la electrónica aumente.

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Héctor Olmedo

Licenciado en Administración Pública y maestro en Ciencias Políticas por la BUAP; especialista en Derecho Electoral y Cultura Política. Se ha desempeñado en áreas de la administración pública federal y en órganos electorales federales y locales. Miembro de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales.