Barbi - Bomba

  • Elmer Ancona Dorantes

El gobernador de Puebla, Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta, es una auténtica bomba de tiempo; es un dispositivo activado y en cualquier momento puede hacer explotar todo, dejando heridos de gravedad a su paso.

Ayer fueron los muertos por Covid-19, muchos de los cuales hicieron caso a las tonterías de “sal a la calle, no pasa nada, y si sucede te tomas un rico consomé y te curas”. Hoy están muertos.

Ahora tocó a las escuelas particulares. Confabulado con los diputados locales de Morena, PT, PVEM y PES, planeó todo para aprobar una estúpida Ley de Educación que permitirá a las autoridades (a los autoritarios) meterse hasta la cocina de los colegios particulares.

No es que Barbi-Bomba esté enloqueciendo. Para nada. Lo que sucede es que tanto él como toda la jauría del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) están llevando al país hacia el populismo más rancio que se haya visto jamás en México, con consecuencias desastrosas.

Con la iniciativa aprobada por la horda de esquizofrénicos, los servicios e instalaciones, los muebles e inmuebles de las escuelas particulares, a partir de ya, formarán parte del Sistema Educativo Estatal (artículo 105).

“Todo para el Estado. Nada fuera del Estado. Nada, absolutamente nada, en contra del Estado”. Fascismo puro. O como decían otros perversos: “Si quieres dominar una nación, controla su moneda, sus medios de comunicación y su educación”.

Aún más, de acuerdo con el artículo 112 de esta nueva Ley de Educación de Puebla, los colegios particulares están obligados a tener “colores neutros” en sus instalaciones (paredes, rejas, ventanas, uniformes, etc.) y no deberán poner a sus escuelas el nombre de cónyuges, parientes cercanos o de “cualquier” funcionario público.

Y por si fuese poco, tampoco podrán tener un solo proveedor de uniformes o material didáctico, salvo los que las autoridades dispongan; las escuelas privadas, mucho menos, podrán utilizar libros de texto a su libre albedrío, sino los que determinen también las autoridades. (artículo 147).

Barbi-Bomba se fue con todo. No sólo se metió hasta la cocina de los colegios particulares, sino hasta la alcoba de los padres de familia, que son los únicos que pueden decidir dónde quieren que estudien sus hijos y bajo qué estándares de calidad educativa.

 

Barbi-Bomba está muy entonado con Alfonso Ramírez Cuéllar, dirigente nacional de Morena, quien recientemente planteó la iniciativa de otorgar al Inegi todas las facultades constitucionales para levantar censos con los que el Estado pueda meterse, sin freno alguno, en los hogares (para corroborar lo que tienen las familias) y en las finanzas de los cuentahabientes.

Dor – mi – do- tes

La ventaja que tienen los líderes, alcaldes y gobernadores emanados de Morena, incluyendo al presidente de la República, es que los mexicanos están más atontados y adormilados que nunca. Y no tanto por el coronavirus.

Hoy, muy en especial Puebla, tiene una sociedad gris, pasiva, taciturna, tibia, pasmada, que permite que auténticos “Don Nadie” vengan a decirles cómo deben hacerse las cosas.

Los aguerridos ciudadanos que caracterizaron a este estado, a este hermoso país, hoy están descansando cómodamente, dejando pasar una serie de atrocidades como nunca se había visto.

Hoy los gobernantes se pitorrean en la cara de los ciudadanos y creen que pueden hacer lo que se les pegue en gana, sin que nadie levante la voz con la suficiente fuerza para hacerlos retroceder.

Hoy, en el caso de Puebla, es un reducido grupo de populistas (nada más) que creen que pueden hacer lo que se les antoje, y todo porque vemos una sociedad inerte, sorda, ciega, insensible, que no sabe que lo peor está por venir.

Barbi-Bomba cree ser el más original de los gobernantes que este país haya tenido, cree ser el más aguerrido, el más envalentonado. Pero no es así. No sabe que todo tiene su tiempo.

Él mismo se dará cuenta que lo que hace y propone no ayuda en nada al progreso de la sociedad. Durará hasta que la gente quiera, hasta que los poblanos se harten de tanta tontería.

Sólo la Sociedad Civil (universidades, intelectuales, académicos, padres de familia, ONG, OSC, entre muchos otros) pueden poner freno a tanta locura, a tanta insensatez. Los populistas son pocos. Los ciudadanos, muchos. Sí se puede. Las bombas de tiempo pueden ser desactivadas.

@elmerando

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.