El Salvador: el autoritarismo del presidente Nayib Bukele

  • Laura Carreto Tirado

El Salvador es uno de los países más violentos del mundo, registró al cerrar 2018 un total de 3, 340 personas asesinadas, lo que supone un promedio de 50.3 muertes violentas por cada 100 mil habitantes, equivalente a 9.2 por día.

En este país “las maras” o pandillas están integradas por más de 65 mil jóvenes y adultos en la mayoría miembros de la MS13. Se encuentran en comunidades populares y según las autoridades están involucradas en el narcotráfico, la extorsión y el crimen organizado (El Heraldo de México, 2020).

“Las Maras”, han sido la constante “piedra en el zapato” en un país con muchos y diversos problemas. Los grupos criminales se han apropiado del orden social: han creado sus propias leyes y amenazado a los jóvenes si no si adhieren a alguna pandilla; desplazado a familias completas que huyen por la violencia y migran a México o Estados Unidos, o cualquier otro lugar, en busca de una mejor vida. Esto ha provocado durante por lo menos tres décadas una constante ola migratoria de los salvadoreños. Los gobiernos han sido doblegados completamente. 

Desde el viernes 24 hasta el domingo 26 de abril, en este país se registró una gran ola de violencia, se tienen registradas al menos el asesinato de 40 personas en los 3 días. El viernes en la noche, el gobierno ordenó el aislamiento total de los centros penitenciarios donde están recluidos los pandilleros y desde el domingo 26 se dispuso que miembros de diferentes pandillas compartieran celda. El día 24 fue catalogado como el más violento de la administración del presidente Nayib Bukele (Nueva Ya, 2020). Estos sucesos fueron un duro golpe en contra de su política de “Plan de control territorial” con el que había desplegado miles de soldados que habían supuestamente “disminuir la violencia”.

Los asesinatos se dieron en distintos municipios, especialmente de la zona oriental. Esta situación desencadenó en que el presidente autorizara el uso de “fuerza proporcional y posiblemente letal” de parte de elementos de las fuerzas públicas del país contra pandilleros si estos se oponen a su arresto (El Financiero, 2020). También implementó serias medidas en las cárceles como sellarlas completamente (soldándolas) para que no exista comunicación entre los presos. “No va a entrar ni un rayo de sol a ninguna de las celdas” aseguró el lunes 27 de abril el director de Centros Penales”: Osiris Luna.

Como se mencionó anteriormente otra medida muy controversial fue que la autoridad haya mezclado a los presos de distintas bandas rivales en las celdas de las diferentes prisiones del país (Vanguardia, 2020) ahora los reos viven hacinados e incomunicados al exterior.  

José Miguel Vivanco director para las Américas de “Human Right Watch” a través de su cuenta de twitter, comparó el gobierno de Nayib Bukele con un caudillo, advirtiendo a dicho país de convertirse en una dictadura, “tenemos que hacer todo lo posible para que El Salvador no se convierta en otra dictadura latinoamericana”; además dijo: “Bukele pretende darle carta blanca a policías y militares para matar”, “parece decidido a convertirse en un verdadero autócrata” (El Universal, 2020).

Las “Mara Salvatrucha”, surgieron entre los inmigrantes de los años 80 en Los Ángeles, EE. UU para proteger a los salvadoreños que habían llegado a Estados Unidos huyendo de la guerra civil y hoy es una temible organización criminal que ha extendido tentáculos por todo Centroamérica, México y Estados Unidos (El Heraldo de México, 2020).

En 1992 tras los “Acuerdos de paz” que puso fin a los 12 años de Guerra en El Salvador, el 16 de enero, Estados Unidos comenzó la deportación de salvadoreños que residían en ese país y habían sido condenados por distintos delitos. Al regresar muchos se unieron a grupos de jóvenes rebeldes y se organizaron hasta convertirse en sus cabecillas. Tras negociaciones, y fuertes despliegues policiacos y militares estos grupos prevalecen en El Salvador y a pesar de por momentos llegar a pactar la paz y acuerdos, la violencia continua y parece que la calma es momentánea, además la migración salvadoreña al exterior ha sido un problema constante por la inestabilidad económica y social que prevalece en este país.

Al principio del mandato de Bukele: el 20 junio de 2019 ordenó el despliegue de la policía y del ejército en zonas comerciales del centro histórico de la capital y otros municipios del interior afectados por la presencia y extorsión de las pandillas. Sin embargo, las estrategias impuestas no hay sido suficientes en un país pequeño, pero a su vez con grandes problemas sociales y económicos que han orillado a miles a migrar.

El hacinamiento al que ahora están sujetos los presos en El Salvador (por más que sean los más sanguinarios maras), no solo es violatorio de sus derechos humanos, sino también acarrea otra preocupación, pues, al mezclar reos de distintas bandas, muy probablemente haga explotar la violencia de un momento a otro. Las diferencias entre “las maras” y Bukele pueden llevarse entre las piernas a 6.7 millones de salvadoreños, quienes de por sí hacen milagros en subsistir.

Otro ejemplo del autoritarismo de Bukele, fue el 9 de febrero, cuando tomó la Asamblea Legislativa con el ejército como medida intimidatoria contra los diputados para exigirles y darles un ultimátum para que aprobaran un presupuesto de seguridad.

Es de mencionarse, que, el presidente de este país, estuvo momentáneamente en la izquierda, pues fue presidente de la capital, San Salvador con el partido: Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), del que fue expulsado en 2017; sin embargo, ganó la presidencia con el apoyo de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) un partido conservador, de cuál ha sido congruente pues sus políticas son de derecha. En un discurso que se hizo viral en internet, expresa cómo le habló Dios y su pastor para que fuera candidato a la presidencia.

La situación en El Salvador alerta en todos los sentidos, también por el lado económico por la deuda tan grande que adquirió ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) para hacer frente al COVID-19. El préstamo de 389 millones de dólares que le fue otorgado a este país para combatir la pandemia, ha sido el primero en tres décadas. Sin olvidar los grandes intereses que también debe de pagar este país centroamericano. Por lo cual el FMI, después de una visita técnica al país recomendó aumentar el IVA y crear un impuesto predial. “El elevado stock de la deuda y tasas de interés más altas que el crecimiento económico del país requieren medidas adicionales para controlarse”, señaló Alina Carare, jefa de misión del FMI en el país, en una conferencia de prensa (Forbes México, 2020).

Entre “Las maras” y el autoritarismo y las malas decisiones del presidente los únicos que salen perdiendo son los salvadoreños, quienes hacen lo necesario para poder subsistir; una buena parte han migrado del país tratando de mejorar sus condiciones de vida; sin embargo, también enfrentan un camino incierto, peligroso y discriminatorio. En México han tenido que sortear los malos tratos y extorsión de las autoridades migratorias y policiacas, y en Estados Unidos ni se diga. Ojalá el gran préstamo del Fondo Monetario sirva de verdad para hacerle frente a la pandemia y también para crear nuevas y mejores políticas (no extremistas, ni violatorias de los derechos humanos) que detengan la violencia y que ayuden a crear empleos.

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas