Puebla, sin líderes en la tormenta

  • Xavier Gutiérrez

Mirar el horizonte de los próximos meses no es muy alentador. Se anticipa que los efectos en la economía  serán más negativos que la misma pandemia.

Un gigantesco reto para el mundo. Ningún país está excluido de las repercusiones. Por una razón sencilla: ninguna nación estaba preparada para los retumbantes daños. Ni siquiera las ricas potencias.

Pero ante  esto, las voces que a México le dan un destino apocalíptico sin remedio, como si fuera una excepción dentro del foso, suenan más a deseo que a pronóstico.

Todas las naciones estarán contra la pared y cada una habrá de encontrar caminos o atajos para superar sus crisis. Lo deseable es que se articulen alianzas y políticas conjuntas para afrontar mejor el reto. Una durísima prueba para el talento, la solidaridad mundial, el esfuerzo colectivo, la resiliencia sin límite.

Lo que sí habrá de hacer más aguda la crisis es la condición de estados como el nuestro, donde se aprecia una preocupante falta de liderazgo. Este fenómeno ya existía mucho antes del la contingencia.

Una somera revisión nos muestra una paisaje llano, sin cabezas, sin ideas, sin iniciativas, sin esfuerzos por armar una estrategia en donde todos quepan.

Veamos los elementos que la sociedad poblana exhibe:

Morena está en el poder, pero el gobernador aparece en prácticamente todas las encuestas con los índices más bajos de confianza y aprobación de todos los gobernadores del país. En Puebla capital, la presidenta ocupa un sitio semejante, que se agrava por encabezar una de las ciudades más inseguras de México.

Y para colmo, ambos riñen. Discrepan y chocan frontalmente casi todo el tiempo.

A veces pareciera que la meta sin lógica ni sentido es cavar a diario la tumba de Morena a mediano plazo. Si tal fuera el objetivo van bien.

Pero en los demás flancos el terreno es inhóspito.

 En el sector empresarial no hay cabezas respetables, incuestionables. A muchos los desgastó la estrecha vinculación con el poder en los años recientes, donde se privilegió, como  siempre, la oportunidad de hacer  negocios antes que el mínimo interés o preocupación social.

No hay siquiera dirigentes que fueran émulos de las cabezas que tuvo la derecha poblana hace años, en figuras como Abelardo Sánchez, Pellico o GarcíaSuárez..

Las Universidades más importantes, empezando por la BUAP, han dejado de lado un papel que debieron haber ocupado dentro de la sociedad y frente a los poderes públicos, hace mucho tiempo. Su tarea, formar hombres con las herramientas de la ciencia, la tecnología y la cultura, la han realizado intramuros y sólo excepcionalmente más allá de sus fronteras.

Si acaso la Ibero, un tanto la UPAEP y un poco la UDLA, han descollado con destellos en ciertos momentos. La BUAP despertó apenas. Llega tarde a reclamar un sitio en la mesa del banquete. Los tiempos de confort de sus rectores con los gobernadores la marginaron.

Véase este caso: se dio hace poco la marcha estudiantil y social más grandes en toda la historia de Puebla, por el homicidio de cuatro estudiantes; el terrible suceso aglutinó a miles con un reclamo de justicia, pero al cabo de una semana la inusitada explosión colectiva no dejó liderazgo alguno.

 Hoy, no se advierten ni dirigentes ni agrupaciones que los encabecen, a pesar del innegable ímpetu y sensibilidad juvenil.

Los partidos más parecen clubes peleando migajas de poder. Viven conflictos intestinos, sufren los viejos vicios carentes de formas realmente democráticas, son los mismos “dirigentes” de siempre, que se rotan para defender grupúsculos, cotos que escalan sin dignidad, ni trabajo, ni ideas, ni conciencia aprendida de las pasadas elecciones.

Van por los puestos, no por un compromiso; van por prebendas, no por principios; van por escalones del poder, no con programas innovadores o ideales.

Busque ahí liderazgos y sólo encontrará (entre los de siempre) burócratas, trepadores, lacayos de mafias nacionales, y una porción no menor de cínicos beneficiarios del morenovallismo.

En los sindicatos  ocurre lo mismo. Hay jefes, controladores, caciquillos cupulares, pero no líderes.

Hay agrupaciones periféricas de los partidos o del poder que, con métodos más propios  de  la delincuencia, o colindantes con el cacicazgo de viejísimo cuño, reclaman democracia pero practican la autocracia con públicos cautivos. Ahí tampoco hay líderes.

Acaso la iglesia católica, con el Arzobispo Víctor Sánchez, ostenta un liderazgo de importante peso, si bien lo hace con un perfil mesurado y un comportamiento público sobrio y equilibrado.

Todo este paisaje, sin adalides ni caudillos no es, como decíamos algo nuevo en Puebla. Hace buen rato que se aprecia este preocupante desierto. Más preocupante ahora, cuando la nave da tumbos, hay tormenta en altamar y  no se ven timoneles ni en el poder ni entre la tripulación.

Lo trágico, respecto del poder máximo en Puebla, es que hay salidas, existen al menos una decena de alternativas, nichos de oportunidad, desafíos a la imaginación, campo para la audacia, espacios para romper paradigmas, áreas  para el brillo ejecutivo y la acción innovadora…y ahí están, ahí se quedan al paso de los días.

xgt49@yahoo.com.mx

 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.