Aprender la lección

  • Gustavo Santín Nieto
Carpetas de evidencias que se transformarán en carpetas de experiencias.

Cartas a Gracia

 

La valoración de la conclusión del ciclo escolar 2019- 2020 variaría de acuerdo a la barrera desde la que los diferentes actores ven a los toros y más; si les tocara hacerla de torero, subalterno, banderillero de a pie o a caballo, Gracia. Y así sucede; para las autoridades educativas que no tienen contacto con niñas, niños, adolescentes, madres y padres de familia, el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje resultaría exitoso y merecería alabanzas de sus pares internacionales, como la propia Secretaría se encargó de presumir mediante el Boletín SEP Nº 108, con la que no concordarían maestras y maestros; quienes, a su vez, se ven abrumados con la preparación de clase o de tareas, la pelea diaria con las plataformas cuando las usan, el exceso de reportes y evidencias que deben enviar a  las direcciones escolares, mismos que rendirán cuentas a las supervisiones escolares, a las jefaturas de sector y ellas y ellos, harán lo mismo con quienes desempeñan las direcciones de nivel, y estas a sus jefes inmediatos, las y los subsecretarios para concluir informando a las y los encargados de los despachos educativos. Se pensaría que ahí pararía la cadenita informativa pero no. Los reportes requeridos, las carpetas de evidencias que se transformarán en carpetas de experiencias y el montón de formatos y reportes, también deben ser entregadas a quienes se desempeñan, de acuerdo a la estructura de la SEP nacional, como jefes informales de la estructura local; y de eso, no se salva ni el titular del despacho local quien (o quienes) deben reportar con el titular del despacho federal y al Consejo Nacional de Autoridades Educativas (CONAEDU).

Maestras, maestros y sindicatos -incluidos SNTE, CNTE y MXM- diferirían del calificativo oficial. Los lanzaron al ruedo sin capote, sin espada, sin el auxilio de banderilleros y, aun así, no tuvieron de otra más que tomar al toro por los cuernos Gracia. Como puntualizas, más del 50% de las y los docentes carecen de la tecnología indispensable o de los conocimientos pedagógicos adecuados para impartir clases a distancia, mediante el uso de plataformas como Zoom, Meet y otras equivalentes, que les permitirían impartir sus asignaturas, ver y conversar con sus alumnas y alumnos y mantener sesiones interactivas en las que se despejarían dudas y, en su lugar, recurren al uso del Whastapp (cuando lo tienen) y, en su defecto, al correo electrónico, mediante los que envían indicaciones y reciben a cambio las tareas que deben calificar en cada jornada de trabajo; jornada laboral que se extendería si, bien les va, entre 8 y 10 horas diarias y que podrían ser más, sin contar las que deben dedicar a sus hijos y a sus familias. La horas transcurrían entre la preparación del material de trabajo, las sesiones de clase cuando y como se puede, la calificación de por lo menos 200 o 300 tareas por jornada, la entrega de reportes y sesiones de videoconferencia con el personal directivo, son todas ellas evidencias que ahora se llaman pomposamente “experiencias”. Por cierto, el resumen de "whats" permite verificar que un docente recibe por encima de 700 mensajes por día, y esas también son evidencias que agudizan la angustia y el estrés con los que se vive en tiempos de pandemia.

Muchas de las madres estarían al borde de la depresión por una carga que no pueden sobrellevar y que se encuentra más allá de sus fuerzas; una de ellas comentaba que, tras el anuncio de la prolongación del tiempo de enclaustramiento domiciliario, había estado toda la noche llorando por la desesperación. Cierto que ellas aprenden con las y los niños, pero de pronto no se pueden explicar tanto ensayo, error e improvisación en la toma de decisiones y que a ellas les llegan, vía mensajes de texto que les envían la Miss o el Profe. Un sinnúmero de ellas están cansadas y abrumadas, pues en tiempos de pandemia las obligaciones se multiplican y se la pasan entre llamadas de atención para que sus querubines inicien las sesiones de clase, se comporten con cierta disciplina y asisten a sus hijas e hijos para que hagan sus deberes, cuestión que les lleva parte de la tarde y en ocasiones de la noche y, solo esperan a que este castigo termine. No es inusual encontrarte con mensajes en donde señalen que su hija no puede entrar a la sesión de clase señalando que el QR no es aceptado, videos que concluyen con la hija sumida en un mar de llanto; reconocimientos de una rutina pesada que requiere de esfuerzo, comprensión y mucha pero mucha calma.

Las niñas, niños y adolescentes pasarían los días dedicados al distanciamiento social de manera negativa -aun aquellos que disponen de condiciones óptimas- y, si bien es cierto que muchas y muchos tienen una disposición personal al cumplimiento de sus “obligaciones” escolares, un gran porcentaje carece de lo indispensable para trabajar y no pueden gozar de la atención y asesoría de sus progenitores; por lo tanto, deben contentarse consultando tan solo sus libros de texto, que no están elaborados para aprender y sí como complemento para hacer tareas. Sin embargo, aunque entienden que se requieren las medidas sanitarias adoptadas por el gobierno, quisieran que esto terminara y regresaran a clases, pues ahora le dedican más tiempo al cumplimiento de las obligaciones que les asignan.

No obstante Gracia, como “nada es verdad ni es mentira y todo es de acuerdo al color del cristal con que se mira” valdría la pena que todas y todos en sus ámbitos de competencia, aprendieran la lección y previnieran contingencias futuras.

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Gustavo Santín Nieto

Poblano por elección. Profesor Educación Primaria, licenciatura en Economía UNAM y Maestro en Administración Pública INAP Puebla. Asesor de SEP en varios estados. Miembro SNTE. Dirige IUP y Coordina la AUIEMSS