Hace algunos ayeres, al visitar a familiares y amigos en hospitales, puede apreciar la gran calidad humana que caracteriza al personal que ahí labora, particularmente médicos y enfermeras.

Aparte de su trabajo en esos sitios, a veces su sola presencia es motivo de aliento, consuelo, alegría y fuerza para que los pacientes retomen el camino de la vida después de alguna atención o intervención quirúrgica.

En estos días, el trabajo de estos profesionales debe se apreciado en todo su valor, porque literalmente están en una trinchera de guerra, en donde exponen su vida para para salvar otras. 

Por esta razón, rescaté  entre mis papeles un poema que escribí tiempo atrás, pero que está más vigente que nunca.

EJÉRCITO BLANCO.

Mudos testigos del dolor,
son por destino cruel los hospitales,
donde se funden penas con amor,
donde se pone a prueba a los mortales.

Escenarios tristes donde luchan,
la ciencia y el bisturí contra los males,
pasillos por donde se escuchan,
llanto e imploraciones maternales.

Rostros que son consternación y pena,
escenario donde mora la esperanza,
desfile sin final de gente buena,
ejército blanco que jamás descansa.

Templos de tristeza y lucha por la vida,
donde confianza y fe van de la mano,
donde se busca ganarle la partida,
a la muerte, señora inaplazable,
compañera ancestral del ser humano.

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