La serie “Poco ortodoxa” se está posicionando muy bien en la plataforma “Netflix”. Es una serie corta de tan sólo cuatro capítulos de una hora cada uno. Está inspirada en la novela autobiográfica de la neoyorkina: Deborah Feldman: “Unorthodox: The Scandalous reflection of my hassidic roots”, aunque no retrata totalmente la vida de la autora.

La historia cuenta la vida de una chica de la religión judía ortodoxa, los cuales son ultraconservadores, visten con túnicas negras, sombrero, largas barbas y rulos a los lados; las mujeres con ropa poco reveladora, de colores discretos, falda larga hasta debajo de las rodillas, usan medias gruesas y pelucas (una vez que han contraído matrimonio) Las mujeres casadas son rapadas para usar peluca, su cabello natural es escondido para el resto del mundo y el esposo es el único que tiene el “privilegio de verlo”.

Esta comunidad busca conservar su religión y cultura, por tal motivo acuerdan matrimonios entre los miembros de su grupo; el casamiento es para procrear y, ambos, tanto la esposa como el esposo tienen roles tradicionales: la mujer dedicada al marido y a los hijos, en general al hogar, sin la oportunidad de estudiar y por lo tanto desarrollar una profesión. El esposo se dedica a trabajar. El sistema económico, explica la autora D. Feldman para el diario “El País” es un poco parecido al comunismo: ciertas familias regentean grandes negocios y emplean a miembros elegidos de la comunidad y el dinero va a parar a un banco comunal que paga las becas para que los hombres estudie la “Torah” (el texto que contiene la ley el patrimonio identitario judío). Las mujeres pueden trabajar desde casa cosiendo o haciendo pelucas, pero es raro que salgan a trabajar (El País, 2020).

La serie se centra específicamente de los judíos ortodoxos de Williamsburg en Brooklyn, Nueva York, los cuales forman parte de la comunidad de Satmar uno de los mayores del judaísmo jasídico, de los más estrictos y alejados de la cultura moderna. Este grupo de trasladó a Nueva York desde Hungría después de la Segunda Guerra Mundial y se instaló ahí (A Nueva York, 2020).

La historia tiene como protagonista a “Esty”, Esther Shapiro una judía ortodoxa de 19 años que se ve ahogada en su propia cultura, hasta que logra desvincularse de ella para convertirse en una mujer libre, sin que nadie trace su propio camino, más que ella misma. La joven huye de un matrimonio arreglado, además de las prohibiciones de su religión, las cuales incluyen ver con malos ojos a las mujeres que se desarrollan en otro ámbito que no sea su hogar. A la protagonista le encanta la música y toma clases de piano casi escondidas y como un trato con la inquilina de su abuelo que le adeuda la renta. La profesora-inquilina es quien le apoya para seguir su sueño de huir y seguir haciendo lo que a ella le gusta que es tocar el piano y el canto. A escondidas se marcha de NY a Alemania a emprender el camino que sueña.

Ser miembro de esta comunidad involucra no usar celular, ni internet, vivir en aislamiento. Por lo que, cuando “Esty” huye se ve en dificultades para entrar al mundo moderno, una vez en Berlín habiendo investigado como entrar a una escuela de música, no sabe cómo usar una computadora, por suerte se encuentra a un grupo de amigos que la alienta a salir adelante.  Esta ciudad europea le abre las puertas de la libertad y de la esperanza, irónicamente es en ese país donde se gestó el más grande exterminio judío.

La escena más simbólica de estos cuatro capítulos es donde se sumerge en un lago, se quita la peluca y se libera de su ropa conservadora, es ahí donde empieza su nueva vida. Desde ahí va siendo más osada en su vestimenta e incluso usa maquillaje, además de darse otra nueva oportunidad en el amor. Sin embargo, ya cuando todo parece tener un poco más de calma, se ve amenazada por la presencia en Berlín de su esposo quien la busca desesperadamente y su primo, quien es un personaje importante dentro de la historia, al ser casi ser un villano porque tiene la asignación del rabino de regresarla a como dé lugar a Williamsburg.

Una de las cosas que retrata la serie y que llama mucho la atención: es que las mujeres antes de contraer matrimonio tienen una profesora especial para que les dé clases de sexo. A la par a los hombres les instruye el rabino. En la serie la profesora subraya “él debe sentirse el rey”. Entre los miembros de esta comunidad judía ortodoxa solo tienen sexo cada viernes, sin embargo, sorprendentemente si está permitido el divorcio. Cuando una mujer se marcha de la comunidad es muy raro que le den la custodia de los hijos, es muy difícil que salga adelante porque no hay educación, más que para ser amas de casa y depender del marido y de todo el sistema económico dominado por unos pocos que son: ¡los mismos hombres!

La autora de la novela Deborah Feldman explica para “El País” que la reacción de los judíos ortodoxos al ver la serie es que, por una parte: hay una reacción crítica, pero por la otra ha recibido cientos o miles de mensajes de gente que está dentro de la comunidad que piensa irse o cambiarla desde adentro, considera que en un futuro habrá más desertores porque los “smartphones” y el internet son ventanas hacia el mundo exterior

Esta serie es imperdible porque trata de la búsqueda de la identidad de una mujer, en parte es la historia de Feldman, quien se sentía presa en su propia cultura, al estar en aislamiento y lejos de la vida real. Salir de las redes de una estructura tan tradicional, patriarcal, machista y cerrada se trata de un acto de valentía y autodeterminación. Tal vez no sea dirigida específicamente para un público joven pero esta serie sería excelente para las jóvenes de todo el mundo. Al adentrarnos a la historia de Esty sabremos porqué es tan importante que una mujer busque dentro de sí misma para elegir su propio camino. Sin duda se sabe valiosa y capaz de ir por un camino distinto al que le han trazado desde pequeña.