Que no se malentienda, al hacer este cuestionamiento, hay muchos militantes de a pie que tienen la convicción de que la transformación del país parte de qué tan honestos, honrados y éticos actúen frente a la sociedad.

La interrogante viene a colación de, si los gobiernos de Morena están dando el ancho con respecto a lo esperado, o terminarán regresando el poder a ese viejo régimen que “robaba, pero dejaba robar”.

Empecemos por el gobierno del estado. En el gabinete el único morenista que resalta es el secretario de Trabajo de trayectoria intachable, pero ¿y las demás posiciones en el supuesto gobierno de Morena?, ¿quién ocupa las demás posiciones?, ¿realmente son allegados a la Cuarta Transformación?, ¿existe un trabajo previo con el partido?

En la mejor justificación hay unos cuantos militantes morenistas regados entre un mar de priístas, panistas y experredistas, ya que en esta administración a los morenistas les han aplicado la vieja frase del escritor Marco Aurelio Almazán que dice: “La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa”, y vaya que los morenistas no se están metiendo.

Ahora, regresemos al título de esta columna: ¿cómo es que un gobierno de todos los colores y sabores terminó representando las siglas de “La esperanza de México”?

Esta pregunta se repite una y otra vez hacia el interior de esta institución política con serias diferencias entre sus militantes y el gobierno “emanado” de Morena. Asimismo, pareciera que seguimos sin entender cómo pasó, cómo llegamos, y si no cambiamos por lo menos desde el partido, cómo nos vamos a ir.

Morena enfrenta un problema grave con un gobierno sin vinculación al partido, con viejos personajes de administraciones pasadas, incluso personajes que son inpresentables en sus estados pero que ya estan haciendo nueva carrera política en Puebla, en otras palabras, es el viejo régimen gobernando a nombre de “La esperanza de México”, y es que Morena tiene todavía muchos militantes capaces de mostrar que el ideal que profesa el partido no solo es un eslogan, pero eso dependerá de lo que hagan en los próximos cambios de dirigencia.

Por el momento, a Morena no le queda mas que reestructurarse, aguantar los envates como siempre lo han hecho y en lo que siempre los militantes de este partido se han forjado.

Así como recordar que el coronavirus no se cura con un plato de mole de guajolote, como el titular del Ejecutivo sostiene. Tampoco el partido se curará de estas representatividades, sin organización y una autoridad fuerte que guíe a sus mejores perfiles a las posiciones que les corresponden.