COVID-19: la crisis mundial que nadie imaginó

  • Laura Carreto Tirado
Oficialmente no se sabe el origen de la epidemia.

Lo que está sucediendo a nivel mundial parece un “buen guion hollywoodense”, ojalá así fuera, pero la realidad ha superado a la ficción. El virus COVID-19 nos ha enseñado que, a pesar de la modernidad, de los avances tecnológicos, los seres humanos estamos indefensos, y que invertir en la ciencia es cuidar a la humanidad; además que, los médicos, enfermeras y personal hospitalario, están hechos de otra madera y por lo tanto se merecen un reconocimiento especial. Ante esta situación, los gobiernos han sido superados, los hospitales, los cementerios, todo. Jamás pensamos que esta pandemia pudiera tener alcances tan grandes y que haya causado miles de muertes.

El COVID-19 es considerado una pandemia al ser una enfermedad epidémica que se expande por todas partes del mundo de manera simultánea. Por lo cual es una crisis de salud pública, pero no solo eso, sino también está generando una crisis económica, al suspenderse las actividades cotidianas, que obviamente tienen que ver con el consumo.

El 30 de enero pasado por primera vez la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró esta situación como una emergencia de salud pública a nivel internacional luego de que el brote había cobrado en ese entonces la vida de 170 personas y había 7 mil afectados (Excélsior, 2020).

El coronavirus es una enfermedad respiratoria de leve a severa, los síntomas son tos, fiebre, dificultad para respirar, que pueden aparecer de 2 a 14 días después de que una persona se haya expuesto al virus. Las personas con infecciones graves pueden desarrollar neumonía y morir por complicaciones de la enfermedad. Cuando una persona enferma habla o tose las partículas pueden salpicar la boca o nariz de otra persona, es por eso que el gobierno de México ha hecho viral la campaña “Susana Distancia” donde una súper heroína te recomienda estar separado de otra persona por lo menos un metro y medio. Otra fuente de contagio puede suceder al tocar una superficie en la que haya estado en contacto una persona con el virus, es por eso la recomendación de limpiar las superficies y manos de manera frecuente: lavándose las manos o usando el gel antibacterial. También el uso de gafas o lentes (evitar los de contacto) y no tallarse los ojos; también se recomienda no llevarse las manos a la cara. Hasta ahora Estados Unidos ha tenido el mayor número de casos superando a Italia y China quienes en días pasados habían tenido tasas muy altas de enfermos. Estados Unidos tiene 81,321 casos; el mayor foco se encuentra en la ciudad de Nueva York (El Universal, 2020).

Oficialmente no se sabe el origen de la epidemia, muchos usuarios de las redes sociales le han asignado a la “sopa de murciélago” el origen del coronavirus. La razón de la teoría sobre la “sopa de murciélago” es porque en realidad es popular en el sur de China, Filipinas, Camboya y Tailandia. En el sur de China se puede encontrar en la ciudad de Wuhan lugar donde aparentemente se originó el virus. Este platillo es exótico pues incluye las alas, cabeza y ojos de murciélago. Según datos oficiales los primeros infectados por coronavirus estuvieron en el mercado de mariscos de Wuhan en diciembre pasado, sin embargo, la revista científica “The Lancet” publicó el 24 de enero que el "paciente cero" no acudió a esas instalaciones (Univisión, 2020).

Otro artículo de investigación publicado el 31 de enero por científicos indios señalaron similitudes entre el virus COVID-19 y el virus del VIH, deja entrever que se trató de “ingeniería humana”. Las teorías que sugieren que el nuevo virus fue construido por el hombre han sido rechazadas enfáticamente por los científicos de todo el mundo, incluidos 27 destacados científicos de salud pública fuera de China que emitieron un comunicado publicado por la citada: “The Lancet”, donde se afirma: "Científicos de múltiples países han publicado y analizado genomas del agente causal y concluyen abrumadoramente que este coronavirus se originó en la vida silvestre"(Univisión, 2020).

El experto en geopolítica, autor de muchos libros de política internacional, colaborador de “La Jornada”; y médico también, con especialidad en psiquiatría: Alfredo Jalife-Rahme dijo en una entrevista con Emmanuel Sibila para la televisión tabasqueña que todo apunta que se trata de un arma biológica; mencionó que según el periódico estadunidense “The Washington Times”: el virus fue creado en un laboratorio chino para armas biológicas en la mencionada Wuhan, China. Dice: “Lo interesante es que los tres grandes del planeta: China, Rusia y Estados Unidos aceptan que proviene de un laboratorio” (Youtube, 2020).

El artículo llamado “¿Ha sido el coronavirus creado en un laboratorio? La respuesta corta es no” del periódico español “El Confidencial” (10/03/2020) hace un repaso respecto a la teoría de la “creación en el laboratorio”, la cual desmiente; además de otras, como la del “murciélago”. En fin, sea como sea, las afectaciones han sido severas a nivel mundial, peor aún si se trata de una guerra biológica, estaría tratándose de una estrategia política poco ética de parte de las potencias mundiales.

El tema del coronavirus ha tensionado más la relación entre Estados Unidos y China que se culpan mutuamente sobre la propagación del virus. Por ejemplo, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China: Lijian Zhao publicó un mensaje en Twitter culpando al ejército de EE. UU de haberlo llevado a Wuhan; el presidente de EE. UU: Donald Trump se refirió a este virus, como un “virus chino”; China por su parte expulsó a varios periodistas estadunidenses (El País, 2020).

Por otro lado, existe competencia entre China y Estados Unidos por la vacuna contra este virus. El 17 de marzo, las autoridades chinas anunciaron que desarrollaron con éxito una vacuna por lo que habían aprobado la realización de ensayos en humanos. La obtención de la vacuna, a cargo del equipo médico liderado por el epidemiólogo Chen Wei, ha tenido lugar después de que el brote del virus, cuyo epicentro se encuentra en la mencionada Wuhan, la cual ha dejado 3,226 muertos en la China continental (El Economista, España, 2020).

El 18 de marzo, es decir un día después de que China expusiera que se había desarrollado con éxito la “fase 1” de la vacuna, en una conferencia de prensa: Donald Trump elogiaba lo rápido que habían trabajado los científicos estadunidenses por conseguir una vacuna la cual ya había sido probada con 45 voluntarios en el estado de Washington. “También estamos desarrollando terapias antivirales, con primeros resultados promisorios, para reducir la severidad y duración de los síntomas”, declaró, rodeado del equipo estadounidense encargado de liderar las tareas contra la pandemia, aseveró el presidente de Estados Unidos (Infobae, 2020).

Pero la competencia por la vacuna incluye a un tercer país: Alemania, que ha tratado de impedir que la investigación sobre la vacuna salga del país. Pues Donald Trump ha presionado a la empresa alemana “CureVac “con sede en Tubinga al oeste de este país para que los científicos trabajen exclusivamente para Estados Unidos. La empresa ha expresado que está interesada en desarrollar la vacuna con el objetivo de proteger y ayudar a los pacientes de todo el mundo, para ello: la empresa está en contacto con organizaciones y autoridades de todo el mundo. “Rechazamos las alegaciones de ofertas de adquisición de la compañía o su tecnología” aseveraron (El País, 2020).

Merecen mención aparte los médicos cubanos y chinos que han salido al exterior ofreciendo su ayuda a Italia. Cuba, un país pequeño afectado gravemente por el bloqueo estadunidense, ha salido a demostrarle al mundo su capacidad médica; y, aunque poco próspero económicamente por la razón explicada, lo es en sus capacidades y personal especializado.

La crisis de salud pública conlleva a una económica, pues el coronavirus no sólo ha dejado una estela de muerte, miles de personas contagiadas y calles vacías, también ha abierto las puertas a una recesión económica de la cual el mundo tardará en recuperarse. La Organización Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) han señalado, en sus más recientes reportes, que la recesión económica traerá pérdida de empleos, pobreza y nulo crecimiento, debido a la fuga de capitales y al freno de la actividad económicas en casi todos los países del mundo (Sin embargo, 2020). El gobierno de AMLO ha tomado algunas medidas importantes ante este fenómeno internacional, como el adelantar las pensiones de cuatro meses a los adultos mayores y personas con discapacidad, además de dar un millón de créditos de 25 mil pesos a comerciantes formales e informales (Expansión, 2020).

La humanidad es frágil, débil; a pesar de avanzar cada día más en la tecnología, queda claro que aparte de lo tecnológico, es importante también la inversión en el área científica y médica. La modernidad, el consumismo, el capitalismo, las grandes urbes, nos han dejado indefensos ante una emergencia tan grande. Esta crisis global ha hecho más evidente las desigualdades, en el caso de nuestro país es más que claro: una clase alta que puede salir a esquiar a Colorado o pasear por Europa son quienes trajeron la pandemia, asegurados por el sector de salud privado, pueden muy confortablemente recuperarse o guardar la cuarentena en casa. Sin embargo, la población menos favorecida económicamente son quienes recienten severamente los efectos de este virus y quienes quedan completamente en la vulnerabilidad tanto en la parte de la salud como en la económica.

De esta sacudida deben forzosamente venir cambios positivos, la humanidad no puede quedarse sentada con los brazos cruzados, debemos ser más empáticos entre nosotros, cuidar más la naturaleza, valorar más lo que tenemos.

Lo más difícil de la pandemia es la rapidez con la que se propaga. La vacuna eficaz contra este virus tardará, para que quede suprimido aún más tiempo, pues se requiere coordinación, inversión de los países líderes.

Enfocándonos en el presente es necesario seguir muy cuidadosamente lo recomendado por la Secretaria de Salud y el Gobierno Federal y la Organización Mundial de la Salud: el arma más potente para frenar el virus es no salir de casa y se sale, sólo por lo esencial y con cubrebocas, guantes, gel antibacterial o alcohol y lavarse frecuentemente las manos, además de aplicar la distancia física de por lo menos un metro recomendada por las autoridades. Los científicos expertos recomiendan el aislamiento y por lo tanto frenar la interacción humana.

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas