La reeleccion de los diputados, ¿el primer paso para la reelección presidencial?

  • Eleusis Córdova Morán
La gravedad del caso ha obligado al mundo entero, a la totalidad de los países...

Como es sabido, el Coronavirus, que hizo su aparición en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en China, se ha convertido, de la noche a la mañana, en la pandemia más devastadora que ha sufrido la humanidad en la historia reciente: tiene al mundo sumido en una grave crisis sanitaria y al borde de una crisis económica y política. 

La gravedad del caso ha obligado al mundo entero, a la totalidad de los países, a tomar medidas drásticas para evitar mayores daños a su población por la pandemia en que se ha convertido el Covid-19. Aunque se han puesto a prueba sus servicios médicos y sanitarios, esas medidas sólo son posibles en los países del primer mundo, por el desarrollo científico, económico y de bienestar que han alcanzado. Tales medidas han sido la suspensión de labores en escuelas y fábricas, de actos religiosos y eventos masivos, para resguardarse en sus hogares y así evitar la propagación del virus por la vía del contagio. Y pueden hacerlo, gracias a los recursos de que disponen para ejecutar tales medidas. 

Era de esperarse que los países menos desarrollados en los tres aspectos arriba mencionados, en virtud de constituir la parte más indefensa, la más vulnerable para enfrentar la pandemia y las consecuencias de las medidas a tomar, se pusiera en acción a su población que, acorde con la infraestructura sanitaria que poseemos, se le mandó a recuperarse a su casa para contener el virus a un costo social menos elevado. Caso concreto México.   

Pues bien, el gobierno de la Cuarta Transformación no sólo no tomó las medidas conducentes, en el tiempo y la forma debidas, sino que busca minimizar el problema, oculta datos sobre el número de contagios; oculta también los problemas que vamos a enfrentar cuando llegamos al pico de la propagación, como la falta de camas y hospitales para atender a los enfermos, la falta de recursos económicos de la mayoría de la población que debe escoger entre cumplir la cuarentena o morirse de hambre. El Presidente de la República, con su actitud poco meditada, ha provocado la falta de observancia de las medidas tardíamente prescritas, y permea en la población la idea de que el Covid-19 no tiene la gravedad ni la peligrosidad que los medios de comunicación y los gobiernos del mundo le han otorgado. Aún hay miles de mexicanos que creen que el Coronavirus es un fenómeno parecido al del chupacabras, una invención de mentes maquiavélicas, pero con diferentes fines y propósitos.

Quienes, con independencia de criterio, se atrevieron a tomar medidas precautorias evitando oportunamente asistir a concentraciones masivas, tales como las sesiones en la Cámara de Diputados, fueron acusados por ese hecho de ignorancia parlamentaria, de incumplidos y otros adjetivos más. En el fondo de esta crítica  subyace el hecho que buscan hacer aparecer a los Morenistas como los únicos responsables y cumplidos en su papel de parlamentarios; buscan minimizar el albazo legislativo que cometieron al aprobar reformas y adiciones a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y de la Ley general de Partidos Políticos, que permiten a los diputados reelegirse hasta por cuatro veces; y, finalmente, tratan de disimular la poca importancia que les merece la salud del pueblo de México. 

La iniciativa de decreto, por su trascendencia para la vida política de la nación, debía haberse dado a conocer al pleno del Congreso, turnarse a comisiones y posteriormente someterla a discusión para su aprobación o rechazo. Todo este proceso se obvió, mediante el recurso de dispensa de trámite, para acelerar la aprobación sin levantar tanto polvo entre la ciudadanía, que se encuentra preocupada por la pandemia. 

Ahora bien, el hecho de hacerlo cuando el país enfrenta la pandemia del Covid-19, es un delito de lesa patria: es aprovechar los males de la nación para obtener beneficios para una camarilla que busca conservar el poder a toda costa; es dejar que el país sortee la situación de emergencia a su leal saber y entender, y es dejarlo inerme ante la propaganda de estampas religiosas recomendadas por el Presidente López Obrador, como escudos para detener el virus. Demuestra que, en aras de conservar el poder para instalar una dictadura en México en manos de Morena, la salud y el bienestar del pueblo pasan a último término. 

Este acto, esta acción de la fracción Morenista, se explica, es una prueba fehaciente, de los intentos reeleccionistas de Andrés Manuel López Obrador, en la que la reelección de diputados es el primer paso. Ésa, y ninguna otra cosa, es la razón por la que se presentó de manera tan apresurada esta iniciativa, que fue aprobada en un momento en que la atención ciudadana está centrada en cómo sortear la pandemia. 

Esto queda explicado aún mejor si tenemos presente que el gobierno de la Cuarta Transformación ha caído en descenso en la simpatía del pueblo pobre, así como entre los dueños del capital, producto de sus decisiones equivocadas, que tienen a los más desprotegidos en la calle, y a los dueños del dinero sin certeza para invertir. Sostenerse a toda costa en el poder es su prioridad.

Por último, aprovechar la desgracia de la gente para imponerle decisiones impopulares y antidemocráticas es una deshonestidad que sólo los políticos con ansias de dictadores pueden cometer. Por eso, no creamos en sus cantos de sirena cuando afirman que a “los pobres están libres del coronavirus”, son farsantes disfrazados de gobernantes.

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Eleusis Córdova Morán

Es un estudioso de la realidad nacional y es líder de Antorcha en la región de Izúcar de Matamoros.