Andar los umbrales que habita Carlos Meza Viveros

  • Alejandra Fonseca
Estas personas suceden poco en la historia; se les llama elegidos o iluminados, nombre sublime...

Hay personas que nacen con un don pero no viene gratis. En el transcurso de sus vidas hay costos, y aunque caros (por queridos y onerosos), es menos dispendioso que negarlos. ¿A qué me refiero? A que el don que les ha sido dado, exige decisiones que parecen temerarias, irreflexivas y alocadas y, desde luego, no entendibles para muchos. Esas determinaciones son obligadas ya que es lo único que pueden hacer dada su condición de elegidos: porque la brillantez no da concesiones; la suprema inteligencia rebasa procesos demostrables y entendibles; la honradez y el compromiso consigo mismo rompen esquemas establecidos y abren nuevos universos. Esa extrema y aparentemente incomprensible y exagerada congruencia, conlleva grados de soledad que no los medra porque su ser interior no está de manera solitaria dando los profundos saltos cuánticos en sus decisiones, ya que al final, siempre se tienen a sí mismos, que por mucho, es su mejor compañía.

Estas personas suceden poco en la historia; se les llama elegidos o iluminados, nombre sublime y ‘deidoso’ por inalcanzable, inaccesible y misterioso; son incomprendidos pero si sigues sus pasos con cautela, puedes andar los umbrales donde habitan: esos espacios ‘entremundos’ del sueño y la vigilia; de la locura y la cordura; de la conciencia y la inconciencia; del brillo y la ceguera; de la realidad y la ficción; del vínculo y la ruptura. 

En esos umbrales están los dones que reclaman ciertas características en altos niveles, que rebasan, cimbran y abruman el ambiente que los rodea y van más allá. Su congruencia y valor, por mencionar sólo dos, son un misticismo del momento preciso en el presente irresuelto donde existe una infinitud de posibilidades que ellos definen en un solo acto y de una sola vez, en el aquí y ahora, al hacer evidente la promesa de su interior, sin un pasado que les haga historia ni un futuro que los determine.

Los preclaros ven lo que está ahí pero nadie más ve y solamente tienen un camino: seguir hasta el final en congruencia consigo mismos; así, hacen inteligible su osadía al enumeran divertidos el contraste de ‘lo que importa’, con ‘lo que no importa’, éste último a los que muchos le rinden pleitesía.

Es el caso de mi querido e incontenible Carlos Meza Viveros que en la exaltación de su aliento, el martes 3 de marzo, 2020, escribió en El Sol de Puebla, el título “Un Estado Fallido”, donde expone con claridad y lógica impecable e irreprochable, el paso a paso de sus ‘entremundos’; y desgrana con maestría lo que de golpe, por el título, se podría juzgar paralógico, --la lógica de los locos--, que engaña a los tontos. Queda para leer, releer y desleer.    

Los genios están condenados a ser lo que son pero tienen un camino de libertad; hacer hermoso cada incomprensible salto cuántico que dan en los actos de su vida. Y Carlos Meza Viveros lo logra ¡por mucho!

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes