Sigamos el ejemplo de los jóvenes universitarios y construyamos juntos la paz

  • Fernando Manzanilla Prieto
La voz de los estudiantes de Puebla se escuchó fuerte y clara, no solo en la capital sino en todo...

El jueves pasado, más de 150 mil jóvenes universitarios se manifestaron en las calles de la capital de Puebla para expresar su repudio a la violencia y la inseguridad que se vive en la entidad. Desde muy temprana hora, varios contingentes estudiantiles provenientes de al menos 30 universidades de la ciudad marcharon de manera pacífica hasta Casa Aguayo para exigir que sus demandas sean escuchadas y atendidas.

La voz de los estudiantes de Puebla se escuchó fuerte y clara, no solo en la capital sino en todo el estado y en el resto del país, exigiendo de manera contundente un ¡ya basta! de violencia e impunidad.

El apoyo social a esta demanda estudiantil ha sido total, precisamente porque su causa es la causa de todos. Estoy convencido de que la megamarcha del 5 de marzo marcará un antes y un después en la construcción de la paz en Puebla. Porque los estudiantes nos han mostrado que el único camino hacia la pacificación real del estado exige la participación activa de todas y todos los poblanos de bien.

El mensaje de los jóvenes es muy claro: la autoridad debe cumplir con su responsabilidad y hacer la parte que le corresponde, pero ningún esfuerzo institucional será suficiente para acabar con la violencia y la impunidad si no cuenta con la participación de la sociedad civil organizada.

La lucha frontal contra el crimen organizado debe ir necesariamente acompañada de una gran movilización de la sociedad que apoye la reconstrucción del Estado de Derecho. Tras años de fracaso institucional, el apoyo y la participación de la comunidad es el ingrediente que hace falta para obtener resultados diferentes en la estrategia de combate a la delincuencia y la impunidad.

Así lo demuestran diversas experiencias emblemáticas a nivel internacional (Sicilia, Hong Kong, Botswana, República de Georgia, Nueva York, Ohio, Colombia) en las que, gracias a la movilización de amplios sectores de la sociedad civil organizada, fue posible enfrentar con éxito la amenaza del crimen organizado, la corrupción y la violencia.

En muchos de estos casos, las organizaciones criminales habían corrompido e infiltrado gran parte de la estructura institucional. Habían capturado gobiernos locales, corporaciones policíacas y los aparatos de justicia. Al mismo tiempo, a través del miedo y la amenaza, controlaban a los medios de comunicación y amplios sectores de la sociedad civil como la iglesia y los empresarios.

La sociedad estaba indefensa ante la violencia generalizada producto de los enfrentamientos entre organizaciones criminales que se disputaban amplios mercados ilegales. La desconfianza en las instituciones había generado, en muchos casos, desesperanza y la consecuente fractura del pacto de civilidad necesario para una mínima convivencia social.

A pesar de ello, estas sociedades lograron superar esta situación gracias a la movilización de la sociedad civil. Poco a poco fue surgiendo un movimiento social cada vez más fuerte en el que participaban líderes políticos y sociales, distintas congregaciones religiosas, medios de comunicación, organizaciones sindicales y del magisterio, rectores de universidades públicas y privadas, así como de organizaciones de profesionistas, estudiantiles, empresariales y vecinales.

Toda esta energía social logró desarrollar una nueva cultura de la legalidad que desafió con éxito la hegemonía de las organizaciones criminales hasta lograr erradicar la corrupción de las instituciones de seguridad y justicia. Lo que se tradujo en menores niveles de impunidad y un mayor castigo a criminales y cómplices.

Como sociedad, ha llegado el momento de decir ¡ya basta! a la violencia y la impunidad. Ha llegado la hora de organizarnos; de ponernos de acuerdo para definir los compromisos necesarios para construir la paz que necesita Puebla. Sigamos el ejemplo de los jóvenes universitarios y formemos una gran fuerza social contra la violencia y la inseguridad.

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Fernando Manzanilla Prieto

Soy Fernando Manzanilla Prieto, desde hace 20 años la vida me ha dado el privilegio de servir a las familias poblanas. Mi mayor anhelo es que a mí Estado le vaya bien.