Estudiantes, clamor nacional

  • Rodrigo Rosales Escalona
Puebla late profundamente con indignación.

El día de hoy, 5 de marzo, el clamor y voces exigentes de miles de universitarios y estudiantes de diversas instituciones educativas, se hacen presentes, en esta marcha contra los actos de violencia y asesinato de tres compañeros estudiantes de medicina y el chofer de una unidad de Uber, ante la negligencia y opacidad con la que se ha actuado en las investigaciones por parte de las autoridades estatales, quienes no han dado una respuesta lógica ni legal, sobre estos asesinatos viles.

Si bien es cierto que México padece de violencia extrema, donde son miles los asesinados y ejecutados, más otro tanto de desaparecidos, como producto de la guerra contra el narcotráfico, dispuesta por el entonces presidente Felipe Calderón, el clamor ciudadano emerge de corazones desesperados y con ira, para que la justicia llegue a quienes actúan en la criminalidad, asó como también a los autores intelectuales, ya sean de gobierno, políticos y empresarios con la delincuencia organizada.

La nación está herida con fosas clandestinas, donde se han organizado padres de desaparecidos para ir escarbando, abriendo esperanzas de encontrar a hijas, hijos, familiares. En el norte del país, en Veracruz, Guerrero, Puebla, son parte de ese andar con dolor.

Puebla late profundamente con indignación, las consignas universitarias, encontraron eco con otros hermanos y hermanas estudiantes, sin apartar a la ciudadanía, quien como padres de familia, coinciden, porque no quieren que les ocurra lo mismo a sus hijos. Una ciudadanía que una vez más está atenta a este clamor, con mirada seria y honesta.

 Me gustan los estudiantes

(Violeta Parra)

Cabe mencionar que también Mercedes Sosa, interpreta esta simbólica canción

Que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías. Son aves que no se asustan de animal ni policía, y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría. Caramba y zamba la cosa, que viva la astronomía.

Que vivan los estudiantes que rugen como los vientos cuando les meten al oído sotanas o regimientos, pajarillos libertarios igual que los elementos. Caramba y zamba la cosa, que vivan los experimentos.

Me gustan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura para la boca del pobre que come con amargura. Caramba y zamba la cosa, viva la literatura.

Me gustan los estudiantes porque levantan el pecho cuando les dicen harina sabiéndose que es afrecho, y no hacen el sordomudo cuando se presenta el hecho. Caramba y zamba la cosa, el Código del Derecho.

Me gustan los estudiantes que marchan sobre las ruinas; con las banderas en alto va toda la estudiantina. Son químicos y doctores, cirujanos y dentistas. Caramba y zamba la cosa, vivan los especialistas.

Me gustan los estudiantes que van al laboratorio. Descubren lo que se esconde adentro del confesorio. Ya tiene el hombre un carrito que llegó hasta el purgatorio. Caramba y zamba la cosa, los libros explicatorios.

Me gustan los estudiantes que con muy clara elocuencia a la bolsa negra sacra le bajó las indulgencias. Porque, ¿hasta cuándo nos dura, señores, la penitencia? Caramba y zamba la cosa, que viva toda la ciencia.

Canción emblemática en Latinoamérica en la década de los setenta, cuando la represión de gobiernos proclives a la dictadura o sujetos al imperialismo norteamericano, arremetieron con medidas draconianas y salvajes contra la clase trabajadora, asimismo, para empobrecer planes de estudio, para crear generaciones de ignorantes. El estudiantado, como un manot de clamor de justicia, recorría calles y avenidas, sin temor a granaderos, a militares o grupos de choque. Cuántos estudiantes fueron detenidos, reprimidos, asesinados o desaparecidos, son miles.

La Carta

Violeta Parra

Me mandaron una carta Por el correo temprano Y en esa carta me dicen Que cayó preso mi hermano Y sin lástima con grillos Por la calle lo arrastraron, si

La carta dice el motivo Que ha cometido Roberto Haber apoyado el paro Que ya se había resuelto Si acaso esto es un motivo Presa también voy sargento, si

Yo que me encuentro tan lejos Esperando una noticia Me viene a decir la carta Que en mi patria no hay justicia Los hambrientos piden pan Plomo les da la milicia, si

De esta manera pomposa Quieren conservar su asiento Los de abanicos y de frac Sin tener merecimiento Van y vienen de la iglesia Y olvidan los mandamientos, si

Habrase visto insolencia Barbárie y alevosía De presentar el trabuco Y matar a sangre fría A quien defensa no tiene Con las dos manos vacía, si

La carta que he recibido Me pide contestación Yo pido que se propague Por toda la población Que el león es un sanguinario En toda generación, si

Por suerte tengo guitarra Para llorar mi dolor También tengo nueve hermanos Fuera del que se engrilló Los nueve son comunistas Con el favor de mi Dios, si.

El movimiento del 68, no perteneció nada más a ese México herido, fue mundial, donde una sociedad reprimida, recibió de esos cimientos de una nación, los jóvenes, la semilla de la justicia anhelada. Ese 68 en México, el lábaro patrio se cubrió de sangre, de parte de Gustavo Díaz Ordaz, quien mediante a un grupo militar del Batallón Olimpia, en Tlatelolco, fue la culminación de sus asesinatos. Fue una masacre cobarde. El 10 de junio de 1971, Jueves de Corpus, ya entonces presidente Luis Echeverría, también repite el método de asesinato y represión contra esos cimientos de la democracia, porque Echeverría, fue el agente intelectual de ambas masacres.

En ese periodo, que abarca de los sesenta a parte de los ochenta, la nación y pueblo padeció la llamada “Guerra Sucia”, donde los aparatos de represión del Estado, emprendieron persecución y ejecuciones al por mayor contra quien tuviera aspecto de jóvenes, por sospechar que pertenecían a los que el sistema cruel denominó como “terroristas”, a quienes luchaban por justicia y democracia, sobre todo contra los movimientos guerrilleros en esa época.

A la par de movimientos estudiantiles, también fueron reprimidos campesinos, obreros, magisterio, sociedad en general, en diversas protestas, con el mismo tono de exigencia: justicia.

El 18 de septiembre de 1941, el entonces presidente Manuel Ávila Camacho, el Congreso de Diputados sumisos, aprobaron reformas al código penal del artículo 129, en referente al Artículo 145 bis, de disolución social, por cuestión de la Segunda Guerra Mundial, se impediría todo acto de protesta, terrorismo, donde extranjeros estén involucrados. También, contra protestas y manifestaciones sociales, que afecten la estabilidad de la nación. Más bien, fue un instrumento represor, porque el avilacamachismo, rompe con un proyecto de nación democrática y justa que gestó Lázaro Cárdenas.

Las consecuencias fueron obvias a lo largo de décadas, porque la represión sirvió para desarticular toda protesta social y estudiantil. Presos políticos y ejecuciones de líderes de todo tipo, cubrieron de sangre e injusticias a la nación.

Las masacres de Atenco, El Charco, Aguas Blancas, la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa, etcétera, son heridas que no sanan. Si agregamos las Muertas de Juárez, y cuantas mujeres han sido asesinadas o desaparecidas, cobra mayor fuerza las demandas estudiantiles, porque son el clamor social, la voz de la conciencia nacional.

También en la república hermana de Chile, los estudiantes son las voces ciudadanas, contra un sistema heredero de la dictadura de Pinochet, quien se mantiene contra los derechos educativos, laborales, agrarios, y más. Las calles chilenas, también esas miradas, voces nuevas de los estudiantes, con el valor a cuestas, se enfrentan a ese gobierno y sistema represor.

México, ha tenido otros movimientos juveniles y estudiantiles que han marcado nuestra historia, como el movimiento YoSoy132 fue un movimiento ciudadano conformado en su mayoría por estudiantes de educación superior, tanto de instituciones públicas como privadas, residentes en México,​ así como residentes y simpatizantes en más de 50 ciudades del Mundo.

En México, en un sistema democrático, la corrupción, el manejo particularista del poder, la escasa renovación de los liderazgos, los discursos demagógicos y clientelistas deberían ser inaceptables. La política mexicana no es ajena a estos problemas. La ciudadanía reclamó y reclama cada día más espacios de participación en la vida pública y en la toma de decisiones sobre políticas públicas. El voto, aunque necesario y clave en una sociedad democrática, dejó de ser suficiente para dar respuesta a estas demandas.

Es así, que Puebla, se convierte en el epicentro nacional, porque las voces estudiantiles, ya tienen alcance nacional, que unifican reclamos y exigencias. Puebla, marca una nueva forma de protesta, porque de entrada, el movimiento es una muestra de madurez, donde no cabe la agresión ni insultos, sí argumentos del fondo del corazón, donde es la primera vez que el movimiento ya no pertenece a la BUAP ni a la UPAEP, es de todos, es decir, hasta el momento, son ya más de 25 instituciones educativas que hoy alzan la voz y la conciencia, porque la violencia está incrustada como cáncer, en una nación producto de la degradación y descomposición social, derivado de la corrupción e impunidad vandálica, con la que han gobernado oligarcas, que se mantienen cínicamente, en su dicho de que son inocentes.

El movimiento estudiantil, es un clamor de que ya no caben las disculpas tontas ni cómplices, tampoco irracionales de que están investigando, cuando los hechos, los desnudan de su incapacidad para ejercer democracia.

Una vez más:

“Me gustan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura para la boca del pobre que come con amargura. Caramba y zamba la cosa, viva la literatura”.

“Yo que me encuentro tan lejos Esperando una noticia Me viene a decir la carta Que en mi patria no hay justicia Los hambrientos piden pan Plomo les da la milicia, si”

rodrigo.ivan@yahoo.com.mx

Analista político y de prospectiva social

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.