Violencia de género e impunidad

  • Rodrigo Rosales Escalona
Eso es lo que hemos sembrado, eso es lo que estamos recogiendo.

Segunda y ultima

Los homicidios, violaciones y agresión de todo tipo que padecen las mujeres, no nada más es un grave problema en México, es mundial. Encontramos que hay una descomposición social y familiar, por un algo llamado democracia capitalista, donde se pondera el individualismo sobre la cohesión e identidad gremial de la sociedad, excluyendo valores de la ética, donde se pondera actos honestos y de empatía social como familiar, al contrario, el individualismo, más la degradación de los valores, derivan en violencia de género e impunidad de parte de gobiernos y organismos que manipulan la legalidad, para justificar que la ejercen democráticamente. Mientras, los hechos contundentes dicen lo contrario: feminicidios, asesinatos de mujeres por el crimen organizado, maltrato laboral y familiar.

Se juega a crear aparatos instituciones de Género, pretendiendo aplicar la ley, de atender demandas sociales, sobre todo de mujeres. Vemos que se reducen a papel y palabras, porque no se analizan el fondo y causas de esa degradación social que lastima a una nación.

Si bien es cierto que la violencia que padecen las mujeres es inaudito, como la criminalidad a la que son sometidas por individuos propensos a la ira y odio, derivado a pensamientos conflictivos que arrastran desde la infancia, o, también como consecuencia de una crisis general del sistema de vida económica y social como política del momento. Esta Democracia fallida, no tiene respuestas claras, porque se reduce a conflictos políticos e intereses económicos de una élite, más no de un pueblo.

Considerando este tema de violencia, una vez más, tenemos que, en ocasiones, las distintas denominaciones de los malos tratos lleva a confusión: Violencia de Género, Violencia Doméstica, de pareja, hacia las mujeres, masculina o sexista…

 La violencia doméstica hace referencia a aquella que se produce dentro del hogar, tanto del marido a su esposa, como de la madre a sus hijos, del nieto al abuelo, etc. Excluye aquellas relaciones de pareja en las que no hay convivencia.

La violencia de género tiene que ver con “la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de serlo”, e incluye tanto malos tratos de la pareja, como agresiones físicas o sexuales de extraños, mutilación genital, infanticidios femeninos, etc.

Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada.

La violencia de género, abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y/o física.

Tipos de violencia.

•     Física. La violencia física es aquella que puede ser percibida objetivamente por otros, que más habitualmente deja huellas externas. Se refiere a empujones, mordiscos, patadas, etc, causados con las manos o algún objeto o arma. Es la más visible, y por tanto facilita la toma de conciencia de la víctima, pero también ha supuesto que sea la más comúnmente reconocida social y jurídicamente, en relación fundamentalmente con la violencia psicológica.

•   Psicológica. La violencia psíquica aparece inevitablemente siempre que hay otro tipo de violencia. Supone amenazas, insultos, humillaciones, desprecio hacia la propia mujer, desvalorizando su trabajo, sus opiniones... Implica una manipulación en la que incluso la indiferencia o el silencio provocan en ella sentimientos de culpa e indefensión, incrementando el control y la dominación del agresor sobre la víctima, que es el objetivo último de la violencia de género.

•    Dentro de esta categoría podrían incluirse otros tipos de violencia que llevan aparejado sufrimiento psicológico para la víctima, y utilizan las coacciones, amenazas y manipulaciones para lograr sus fines.

•    Se trataría de la violencia “económica”, en la que el agresor hace lo posible por controlar el acceso de la víctima al dinero, tanto por impedirla trabajar de forma remunerada, como por obligarla a entregarle sus ingresos, haciendo él uso exclusivo de los mismos (llegando en muchos casos a dejar el agresor su empleo y gastar el sueldo de la víctima de forma irresponsable obligando a esta a solicitar ayuda económica a familiares o servicios sociales).

•   También es habitual la violencia “social”, en la que el agresor limita los contactos sociales y familiares de su pareja, aislándola de su entorno y limitando así un apoyo social importantísimo en estos casos.

•     Sexual. Se ejerce mediante presiones físicas o psíquicas que pretenden imponer una relación sexual no deseada mediante coacción, intimidación o indefensión. Aunque podría incluirse dentro del término de violencia física, se distingue de aquella en que el objeto es la libertad sexual de la mujer, no tanto su integridad física. Hasta no hace mucho, la legislación y los jueces no consideraban este tipo de agresiones como tales, si se producían dentro del matrimonio.

El extremo cruel de la violencia, es asesinato de la mujer, ya sea por odio, como acto de violación, por cuestión del narcotráfico y prostitución, etcétera. El simple hecho de asesinar a una mujer, niña, niño, o cualquier persona, es un acto despreciable, porque en nuestro México de tres décadas, es la fecha en que no se les ha dado justicia a las miles de mujeres asesinadas en la frontera mexicana en Ciudad Juárez, sí, las MUERTAS DE JUÁREZ, donde pocas son localizadas sus cadáveres y esqueletos, esperando ser identificadas, para recobrar su identidad perdida cruelmente. La nación es una fosa clandestina, porque en cada una, mujer, hombres y niños, se encuentran ocultos y sin tener posibilidad de que sus familiares les brinden la oportunidad de recobrar su nombre, su dignidad. Quedan anónimos bajo tierra.

Las autoridades ciegas ante el dolor familiar, de padres y hermanos que los extrañan en su ausencia perdida, por corrupción o para proteger la impunidad, son omisos al reclamo de los muertos y muertas, que esperan ser rescatadas del olvido cómplice.

Democracia sin legalidad y libertades civiles sin seguridad pública son bombas de tiempo en el corazón mismo de las instituciones políticas. Son riesgos estructurales para la vida pública y para la vida privada.

La situación expresa una debilidad estructural del Estado y una pobre cultura cívica de los actores políticos. Hay una renuncia tácita de la autoridad al uso de la coerción legal, la violencia legítima para hacer cumplir la ley y garantizar los derechos de todos contra las infracciones de algunos. Aquí la serpiente vuelve a morderse la cola. Desde la cicatriz traumática del 68, en que una represión idiota y trágica manchó indeleblemente la vida pública mexicana, ningún gobierno quiere pasar por represor, como también la desaparición de los 43 normalistas. Ninguna comunidad de ciudadanos respaldaría tampoco a una autoridad que actúe con mano firme en cumplimento de la ley.

Pero la utilización de la fuerza pública para repeler ataques contra la legalidad es no sólo justificada sino obligatoria para la autoridad que ha prometido cumplir y hacer cumplir la ley. No es posible negociar democráticamente con una cara y ser permisivos frente a la violencia con la otra. Peca tanto el que atenta violentamente contra la democracia, como el que lo tolera. Entre nosotros, la palabra “negociación” esconde a menudo el temor de gobernar.

Renunciar como sociedad y como gobierno al uso de la violencia legal facilita que prolifere la ilegal, lo mismo el crimen organizado que la “política” “justiciera” de la presión, el chantaje y la violencia.

Eso es lo que hemos sembrado, eso es lo que estamos recogiendo.

El caso más reciente, que lastima la lógica humana, es el asesinato de cuatro personas en Huejotzingo, me refiero a tres estudiantes de medicina y un chofer de Uber, donde el gobierno de Puebla, está contra la pared, mientras no de resultados jurídicos y legales reales y con lógica, la comunidad universitaria se mantendrá con reclamo y coraje, así como una sociedad demandante contra la violencia e inseguridad. No sirven palabras vacías, sí aquellas que rompan paradigmas e incertidumbre de quién sigue ante la muerte, mientras no se actúe con justicia.

El asesinato es uno de los crímenes más graves que puede cometer el ser humano, por lo que, denominamos asesinato al acto mediante el cual una persona le quita la vida a otra de manera intencional, existiendo en el acto alevosía, ensañamiento o bien una compensación por la realización del acto. En caso de que no aparezca ninguna de las tres circunstancias anteriores estaríamos hablando de un homicidio. El asesinato implica premeditación y la existencia de algún tipo motivación por parte del agente causante para provocar la muerte. Dicho agente causante de la muerte mediante el asesinato recibe el nombre de asesino.

Los motivos que conducen a una persona a matar a otra pueden ser muy variados, desde la venganza hasta la obtención de recursos. Existen muchos tipos de asesinos y de asesinatos en función del móvil del crimen, la forma de realizarlo, el número de personas asesinadas o incluso el tipo de relación que se establece entre víctima y verdugo. Todo ello provoca que deba realizarse un perfil concreto para cada caso, pudiendo encontrar diferentes características en cada tipología de crimen.

Podríamos hablar más del caso, la cuestión es que tanto la violencia de género, como quitar de la vida a una persona, sobre todo en cuanto a cómo en nuestro país suman miles derivado a la cruenta guerra contra el crimen organizado que emprendieron gobiernos corruptos, hoy, todos levantamos la voz: ¡JUSTICIA SIN MÁS!

Un no a la impunidad, no a la injusticia y corrupción; nuestros muertos y muertas nos reclaman, porque sus voces las hacen valer quienes con vida reclamamos.

Algunos legisladores federales pretenden que al asesino con violencia y odio, se le establezca la pena máxima, como si con acciones punitivas motivará al posible asesino a temer ser ejecutado por la ley. No, se tienen que atender y resolver las causas que derivan en la descomposición y degradación de una sociedad enfrentada y sin valores éticos. Mientras, se acumularán expedientes en cajones o archivos, esperando recuperar libertad perdida en la fosa.

Rodrigo.ivan@yahoo.com.mx            Analista político y de prospectiva social

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.