Revindicar nuestra existencia a través de nuestra ausencia

  • Mercedes Núñez Cuétara
Tenemos la oportunidad de participar en un momento histórico para México.

Mtra. Mercedes Núñez Cuétara*

Todas y todos estamos al tanto y pendientes del paro nacional de mujeres convocado para este 9 de marzo bajo el lema #UnDiaSinNosotras y cuyo objetivo principal es mostrar la indignación y el cansancio por la violencia de género que cobra la vida de 10 mujeres diarias en México, y también es una oportunidad de visibilizar nuestra posición en la sociedad y el aporte que hacemos las mujeres día con día. En un país en donde las mujeres hemos sido invisibilizadas sistemáticamente no se puede revindicar nuestra existencia y nuestro derecho a la vida de otra forma más contundente que a través de nuestra ausencia de todos los espacios públicos y privados.

Este paro se ha convertido en un tema polémico ya que alrededor de él han surgido posturas encontradas. Hay mujeres y hombres a favor del paro y que se sumaran a este, no sólo a nivel personal, sino que cada vez son más las instituciones y empresas que han anunciado su apoyo a esta iniciativa. Sin embargo, también hay hombres y mujeres, instituciones y empresas que están en contra de este movimiento y que lo descalifican diciendo “también los hombres mueren”, “hay que luchar por la no violencia”, “es mejor #UnDiaMasConNosotras”, “es un paro elitista”, “es un paro promovido por partidos políticos”. Independientemente de la postura que cada una y cada uno tenga al respecto, me gustaría exponer los motivos por los que yo me uniré al paro este 9 de marzo.

En primer lugar, tengo y tenemos la oportunidad de participar en un momento histórico para México, lo que se reivindica es la vida. En otros países el paro nacional de mujeres es anual y se hace alrededor del 8 marzo revindicando diversas causas como la erradicación de la violencia de género, la paridad salarial y otras luchas en pro de la equidad social entre hombres y mujeres. En estos países las cifras de feminicidios son mucho más bajas que las que hoy tenemos en México, señal de que este tipo de acciones de vigilancia y presión social han surtido efecto a lo largo de los años mejorando así la situación de vida de mujeres y niñas. Ejemplo claro de ello fue el paro nacional de mujeres islandesas que se hizo en 1975 para reclamar igualdad de género, en esa ocasión el 90% de las mujeres de ese país fueron a paro, no es casualidad que hoy en día Islandia sea el país con menor brecha salarial en el mundo.

Ausentarse del espacio público y transformarlo en espacio de reivindicación es la forma histórica por la cual se han conseguido grandes cambios sociales. Una de las razones en contra de este movimiento, y con la que coincido parcialmente, es que es un paro “elitista”, es decir no todas las mujeres en México pueden permitirse hacerlo debido a las consecuencias que esto puede traerles. Este hecho es una evidencia más de la situación que vivimos las mujeres en México y debe servirnos de incentivo para que todas aquellas que podemos sumarnos al movimiento lo hagamos y todas las que pueden sumarse soportando las consecuencias también lo hagan, hagámoslo por aquellas que no pueden y por aquellas que vienen detrás de nosotras.

Otro de los motivos por los que me uniré al paro es para protestar sobre la impunidad que existe frente a los feminicidios cometidos. La ONU ha calificado de crisis humanitaria el asesinato de mujeres y niñas en México, datos recientes hablan de 10 mujeres y niñas asesinadas diariamente por razón de género en nuestro país. Sin embargo, miramos y hablamos de las víctimas y de la culpa que estas tuvieron en su propia muerte o de los descuidos que cometieron. Pero muy poco se habla de por lo menos los 10 hombres, y quizá también mujeres, detrás de estos asesinatos y salen perfectamente librados ya que la cifra de impunidad de los feminicidios en México asciende al 90% de los casos. Parece una cifra irreal que hemos alcanzado principalmente por las deficiencias del sistema penal y judicial pero también por la complicidad de la población civil en los casos de feminicidio.

En esta misma línea me sumo a este movimiento para revindicar la dignidad a las vidas y a los cuerpos de las mujeres. Es importante visibilizar la acérrima crueldad detrás de estas violencias y asesinatos, ya no es suficiente despojar una vida sino hacer el máximo daño posible. Esto se evidencia en el el ensañamiento a los cuerpos de las mujeres, la violencia y la tortura a los que son sometidas está alcanzando niveles inimaginables. Ejemplo de ello son los últimos dos casos más sonados, el de Ingrid Escamilla y la niña Fátima. El ensañamiento va más allá de un sistema patriarcal que coloca a los hombres y las mujeres en posiciones diferentes tiene que ver con una especie de odio que anula la dignidad y la condición humana. Sumarse a este movimiento es revindicar la vida digna libre de violencia.

Por último, hacer paro es también una oportunidad para celebrar y revindicar mi existencia y la de las mujeres, es experimentar lo que yo y mi entorno sentiría con mi ausencia y con la de mis compañeras. Es una forma de valorar la vida de la mitad de la población de la mano de millones de mujeres que estarán haciendo lo mismo al mismo tiempo. Es un momento de unidad y una oportunidad única para que hombres y mujeres reflexionemos, visibilicemos y demos los primeros pasos para evitar más muertes, el paro para mí es un pequeño paso cargado de toneladas de esperanza para todas las mujeres en México.

 

*La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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Mercedes Núñez Cuétara

Maestra de Intervención Social por la Universidad Pública de Navarra. Licenciada en Psicología por la Ibero Puebla. Se desempeña como investigadora y docente en la misma institución, además de ser coordinadora de Desarrollo Comunitario.