Amlo y la Constitución

  • Manola Álvarez S.
Los diputados constituyentes desconocieron la personalidad jurídica de las asociaciones religiosas.

Manola Álvarez Sepulveda

alvarezenriqueta@hotmail.com

 

En el aniversario 103 de nuestra Constitución General de la República y en memoria de los diputados constituyentes, siento la obligación de expresar que veo con gran decepción que los políticos mexicanos, incluso los que se llaman de izquierda, tienen un profundo desconocimiento jurídico, político y filosófico de la Constitución de 1917. 

Los principales artículos polémicos fueron los que incorporaban los derechos sociales a la Carta Magna, el 3 , 27, 123 y 130. 

Este desconocimiento los ha llevado a violarla reiteradamente, aunque en los discursos se le enaltezca. 

Soy hija del diputado constituyente José Álvarez y Álvarez de la Cadena, integrante del grupo conocido como radical de izquierda o jacobino.

En mi infancia antes que un cuento, escuché anécdotas sobre la Revolución y la Constitución.  Posteriormente estuve presente en muchas tertulias con los constituyentes y tuve el honor de que un grupo de ellos asistieran a mis exámenes profesionales en la facultad de Derecho y en la de Ciencias Políticas y Sociales, ambas en la UNAM.

Probablemente se sintieron transportados a sus días en el  Congreso Constituyente, ya que desde su asiento increpaban a los sinodales cuando alguno o varios de ellos no compartían sus comentarios a mis tesis.

Con estas experiencias me siento con el compromiso de manifestarles mi convicción de que los diputados constituyentes, sobre todo los del grupo de izquierda estarían en total desacuerdo con la política de volver a incluir a las asociaciones religiosas en la vida política de la nación.

Por ejemplo considerarían que la llamada Cartilla Moral viola el texto y el espíritu de la Constitución.

El articulo 3ro. establece que la educación debe ser laica. Algunos constituyentes querían que dijera científica en lugar de laica para que se estudiaran las religiones desde ese punto de vista.

Con el pretexto de incentivar la lectura y los valores cívicos, la actual administración gubernamental escogió la cartilla escrita por Alfonso Reyes, que contenía consideraciones sociales de la época y le adicionaron contenido religioso. Según parece elaborado por un obispo cristiano muy cercano al Presidente. 

El que sea distribuido por miembros de una institución religiosa con la personalidad jurídica otorgada por Carlos Salinas de Gortari por conducto del Congreso, que se le haya hecho coincidir con la entrega de los libros de texto gratuitos y se hiciera llegar a los alumnos a través de los maestros, es una maniobra de absoluta falta de respeto al ideario revolucionario.

Mi padre en su libro Justicia Social Anhelo de Mexico. escribió:

“Cuando se entienda que con respecto a la Iglesia Romana, el desconocimiento de su personalidad jurídica no se inspiró en el odio sectario ni en la ignorancia de lo que ha sido y sigue siendo esa asociación sacerdotal, podrá apreciarse que las disposiciones que la Constitución contiene, restringiendo la intromisión política de tal asociación, fueron tomadas en contra de un verdadero partido político, enemigo de la libertad y de los derechistas sociales.”

Ahora resulta que las instituciones religiosas son llevadas por el Gobierno de izquierda dentro de las escuelas. Lo que constituye una afrenta al espíritu de nuestra Constitución; un regreso al pasado cuyo clericalismo dañó al pueblo de México.

Los diputados constituyentes desconocieron la personalidad jurídica de las asociaciones religiosas porque la usaban para hacer negocios. Adquirir bienes de viudas manipuladas y hacerse de herencias de personas devotas, entre otras cosas. Carlos Salinas de Gortari les dió reconocimiento para favorecer la entrada de las iglesias cristianas que son mayoría en los Estados Unidos y que ahora han llegado a entrometerse nuevamente en la política de México.

Los escritores e investigadores de este tema Roberto Blancarte y Bernardo Barranco en su libro titulado “AMLO y la Religión”, señalan que el Presidente usa símbolos, citas y parábolas religiosas en sus discursos. Tiene una alianza con el sector ultraconservador  de las iglesias evangélicas. Esto por conducto del pastor Arturo Fabela. Los miembros de esta confraternidad son los que reparten la cartilla moral y participan activamente en los programas sociales del gobierno federal.

Ahora el pastor antes mencionado gestiona que las iglesias puedan acceder a los medios de comunicación. En donde las iglesias evangélicas han adquirido gran experiencia en la comunicación verbal. También pretende que los ministros de los cultos tengan derecho a ocupar cargos de representación popular.

Morena ya presentó una iniciativa de ley en este sentido.

Las creencias religiosas del Presidente son tan respetables como las de cualquier ciudadano y la Constitución las protege, pero prohíbe terminantemente llevarlas al ámbito político. Lo que traería serias repercusiones en los derechos humanos conquistados por las minorías.

Esto se usa como forma de manipular a las masas hablando de moral y de esperanza divina para conseguir votos como se hizo en Brasil, por eso la popularidad del Presidente mexicano es mucho mayor que la de sus acciones de gobierno.

Los políticos mexicanos deben conocer y recordar la historia. Miles de vidas se perdieron en la Revolución para liberarnos entre otras cadenas de la intromisión religiosa en la política y si seguimos olvidando el pasado, estamos permitiendo que pronto se legisle por una iglesia de Estado, que seguramente no será la católica. 

En nombre de los diputados constituyentes de 1917, les pido que hagan esta reflexión.

 

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Manola Álvarez S.

Licenciada en Derecho y en Ciencias Diplomáticas UNAM. Catedrática en la UNAM y en la UDLAP. Diputada en la L Legislatura del estado de Puebla.
Escritora y periodista.