Un año de la nueva política exterior mexicana

  • Laura Carreto Tirado
Nuestro país tiene la intención de retomar el liderazgo latinoamericano.

Una de las prioridades de la nueva administración federal, fue cambiar su postura respecto al gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto, el papel que ha jugado el secretario de Relaciones Exteriores: Marcelo Ebrard en general ha sido bueno, aunque aún hay algunos aspectos pendientes que deben ser importantes para el gobierno actual.

El principal cambio es que nuestro país tiene la intención de retomar el liderazgo latinoamericano, aunque realmente no se ve que haya planes más ambiciosos que involucren mejorar o diversificar los lazos diplomáticos con otros países. Una vez más queda claro que la relación más importante al exterior sigue siendo Estados Unidos, la cancillería a cargo de Ebrard ha hecho un gran esfuerzo ante los desplantes de Donald Trump. Uno de los logros más importantes hasta ahora ha sido la firma del nuevo TLCAN: el T-MEC; que, si bien las negociaciones empezaron durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, fue importante el trabajo hecho por Jesús Seade representante de AMLO durante las pláticas con los representantes de EEUU y Canadá, y después ya como responsable totalmente de esta tarea, salió avante; a pesar de todo, la relación comercial ha salido bien librada.

A partir del gobierno foxista, las relaciones con los países hermanos (latinoamericanos) habían ido en picada, sobre todo el sexenio pasado las relaciones con Venezuela fueron muy malas. Sin embargo, la administración “morenista” decidió desde la toma de posesión del presidente AMLO, que la relación con este país sería diferente, sobre todo reconocer a Nicolás Maduro como el presidente constitucional y legítimo, por lo tanto, respetado por el nuevo gobierno de México, ignorando al autoproclamado Juan Guaidó a pesar del reconocimiento de otras 54 naciones. Además de clara intención de no intervenir en este país y respetar su soberanía, algo que el ex secretario de Relaciones Exteriores Luis Videgaray en el gobierno priísta, pasó por alto pues se caracterizó por su hostilidad hacia Maduro y sus políticas, violando los principios históricos de nuestra nación, los cuales los ha retomado y puesto en marcha el gobierno de la 4T: la no intervención y la autodeterminación de los pueblos.

Estos últimos meses la Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE) ha optado por dirigir la mirada hacia los países latinoamericanos y líderes como Evo Morales, además del trato especial que ha tenido con el recién llegado presidente de Argentina: Alberto Fernández. Es importante que México asumiera recientemente la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC); durante la reunión entre cancilleres, Ebrard subrayó que la CELAC debe ser un instrumento de cooperación más poderoso de América Latina; en esta junta suscitada el 9 de enero se evidenció la tensión entre Bolivia y México, ya que este país no envió representante, con el argumento de que México lanzó la convocatoria sin tomar en cuenta la presidencia de este país. Son 14 proyectos que ha propuesto la cancillería mexicana los cuales deben tener resultados en 12 meses.

Uno de los aspectos que casi no ha cambiado en nuestra política exterior mexicana es la dependencia con Estados Unidos, este país ha presionado para que el gobierno siga conservando el freno a la migración centroamericana como ocurrió en sexenios anteriores, aunque la actual presidencia ha defendido su postura de protección a los derechos humanos de los migrantes. Precisamente uno de los momentos más tensos fue cuando a finales de 2018, cuando aún gobernaba EPN, empezaron a arribar las “Caravanas Centroamericanas” que hasta la fecha aún continúan, aunque con un mayor control, esto ha sobrepasado la capacidad de las autoridades migratorias mexicanas y estadunidenses. Ya durante este sexenio Donald Trump, enojado reclamó y amenazó que si no controlaba el flujo migratorio habría un alza en los aranceles, por lo cual el canciller Marcelo Ebrard tuvo que enfrentar uno de sus primeros retos. El problema se “resolvió” cuando México cedió y se comprometió en un acuerdo donde se acordó desplegar a la Guardia Nacional para frenar el paso de los migrantes centroamericanos, así como el acuerdo del “Tercer país seguro” donde nuestro país promete resguardar a quienes pidan asilo en Estados Unidos.

Con EEUU se han vivido momentos de tensión por la cercanía geográfica y por los problemas en común, además de que Trump ha utilizado el binomio seguridad-migración como uno de sus argumentos más recurridos de manera negativa, desacreditando a los mexicanos, sembrando hostilidad en territorio estadunidense; este discurso racista que caracteriza al presidente estadunidense, legitima los ataques supremacistas blancos como el ocurrido en El Paso, Texas en agosto del año pasado, donde el agresor iba directamente a atacar a mexicanos.

El carácter impredecible e irascible del mandatario ha puesto de cabeza a las autoridades mexicanas, que han actuado con cautela. Uno de los eventos que generó tensión recientemente fue del ataque y asesinato a miembros de la familia Lebarón (de origen México-estadunidense) el pasado 4 de noviembre al ser supuestamente confundidos por narcotraficantes (una de las teorías) al día siguiente Trump lanzó un tuit en el que aseveró que era tiempo de que México librara, con ayuda de Estados Unidos la guerra contra el narcotráfico, otros dos senadores republicanos consideraron también designar a los cárteles como terroristas y promulgaron una intervención en territorio mexicano, ignorando la soberanía de nuestro país y las buenas relaciones que deben de prevalecer entre ambos. A lo que el presidente López Obrador respondió en “la mañanera” del día siguiente, que no iba a caer en provocaciones, lo cual fue positivo en ese momento de tanta tensión. El “supuesto respeto” de Trump hacia López Obrador lo llevó a retirar su propuesta de designar a los cárteles como terroristas.

Otro de los momentos decisivos en la nueva política exterior mexicana fue cuando la cancillería ofreció asilo al entonces presidente de Bolivia Evo Morales; el pasado 10 de noviembre se dio un golpe de estado en su contra, la vida del mandatario y miembros del gabinete corrían peligro; inmediatamente Marcelo Ebrard se comunicó con él para que considerara a México como un país de asilo, Evo aceptó la invitación, lo que provocó una polémica sobre todo entre el ala conservadora de nuestro país, quienes no perdieron la oportunidad de llamarlo: “dictador”. La presencia de Morales también causó controversia entre la población, incluso fue invitado a otorgar una conferencia en la universidad más importante del país: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde al final de la charla hubo golpes entre los asistentes por las distintas posiciones políticas; finalmente, Morales decidió reunirse con sus hijos y hacer política desde un lugar más cercano a Bolivia: Argentina, donde se siente quizá más arropado por el presidente izquierdista: Alberto Fernández. El asilo de Evo, provocó sin darnos cuenta el involucramiento de algunos mexicanos en el tema boliviano, unos del lado del gobierno de facto, y otros del lado de Morales.

En fechas recientes, las tensiones entre México y el gobierno golpista de Jeanine Áñez, pasaron a un conflicto diplomático derivado del asilo de Morales. A finales de diciembre de destaparon las hostilidades hacia nuestro país: una excesiva vigilancia por parte de agentes bolivianos a la embajada mexicana, desató el conflicto: la queja llegó hasta la Organización de Estados Americanos (OEA), (lo cual da un poco igual, dada su deslegitimación tras su papel en las elecciones bolivianas) también la querella llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Finalmente, el 30 de diciembre el gobierno de Áñez pidió la salida de la embajadora mexicana María Teresa Mercado, declarándola persona “non grata”, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) pidió a la experimentada diplomática que saliera lo antes posible por su seguridad, y reiteró su apoyo y protección a los 9 bolivianos que se encontraban resguardados en la embajada de México en Bolivia. Sin embargo, nuestro país no declaró “non grato” a el embajador de Bolivia en México, pues el canciller Ebrard considera que la posición de nuestro país es el dialogo. La hostilidad hacia la embajada aún continúa, la mañana del 15 de enero: la representación mexicana publicó a través de su cuenta de twitter el asedio policial de las autoridades bolivianas. Para evitar un conflicto mayor México se ha mantenido respetuoso ante embajador boliviano en nuestro país, sin embargo, si las tensiones continúan tendrá que tener que tomar una decisión que no será nada cordial.

Como hace mucho no se veía, el gobierno de México llamó a la cordura entre el conflicto entre Irán, Irak y Estados Unidos, expresó su preocupación y refrendó el valor del diálogo y la negociación en la solución de controversias internacionales (Aristegui Noticias, 2020).

En entrevista para Televisa el pasado 15 de enero el recién llegado presidente de Guatemala: Alejandro Giammatei expresó que su mayor deseo es que México voltee a ver a Centroamérica. Sin embargo, el gobierno mexicano si ha hecho su parte, cabe recordar que se puso en marcha el plan “Sembrando Vida” con una inversión de 100 millones de pesos destinados a Guatemala, El Salvador y Honduras, que tiene como objetivo frenar la migración, con la creación de 20, 000 empleos en cada país. Realmente este plan es bien intencionado, sin embargo, el mayor problema proviene de la violencia que azota a estos países y la incapacidad de sus gobiernos para hacer lo propio. Este proyecto sólo una píldora para varias enfermedades sociales que han crecido a lo largo de los años y que no han solucionado el problema de las pandillas que han propagado la violencia en esas naciones.

Como conclusión las ausencias del gobierno mexicano en materia de política exterior, son dos de manera evidente: 1) Hasta ahora la cancillería no ha expresado ningún reclamo sobre las condiciones de los mexicanos en los centros de detención en Estados Unidos, tan solo en julio del año pasado había unos 3,193 migrantes mexicanos en estos espacios migratorios, donde las condiciones son inhumanas. Justamente el lunes 13 de enero se inició un juicio que exige cambios en los centros de detención en el sector de Tucson, Arizona y la frontera, debido a las condiciones precarias; desde el 2015 una organización civil entabló una demanda en donde se establece que las bajas temperaturas de estos espacios (que son catalogados auténticas hieleras) son las causantes de muchas enfermedades e incluso muertes de migrantes.

2) Una falta grave es que hasta ahora el presidente López Obrador ha omitido su presencia en foros internacionales, lo cual es una responsabilidad urgente que ha estado evadiendo; Marcelo Ebrard ha hecho un gran esfuerzo, pero sin duda sería beneficioso que AMLO viera con más ambición el papel de México en el exterior. Hasta ahora no ha viajado a ninguna cita internacional: se ausentó de la cumbre del G20 de Osaka y de la Asamblea General de la ONU; de hecho, no ha viajado al extranjero ni siquiera a Estados Unidos. Sería positivo que nuestro mandatario se comprometiera más en las relaciones con otros países y con los problemas mundiales viajando a reuniones internacionales.

 

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas