El ataque en la escuela de Torreón: reflejo de un problema complejo

  • Laura Carreto Tirado
Las preguntas son: ¿cómo llegaron las armas a manos de esos niños? ¿de dónde provenían?

Laura Carreto Tirado

 

En México, hasta hace unos años los asesinatos en las escuelas a manos de niños o jóvenes, aún nos parecían un hecho lejano, ajeno a la cultura, a nuestra forma de organización social, de pensamiento. Las armas, a pesar del tráfico ilegal, aún no están al alcance de todos, a diferencia de Estados Unidos en donde se pueden comprar hasta en los supermercados como en Wal Mart o K-Mart.

En el documental del director estadunidense Michael Moore “Bowling Columbine”: aborda la masacre sucedida en la ciudad de Columbine en el estado de Colorado, donde dos jóvenes dispararon en contra de sus compañeros, matando a 14 e hiriendo a 23, retrata la facilidad con la que se pueden adquirir armas en este país e investiga el fenómeno de las masacres, pues ya se ha convertido en un problema social y de salud mental que debe atenderse con urgencia. La tragedia ocurrida el 20 de abril de 1999 solo fue un pretexto del director para evidenciar la descomposición social en ese país en donde no ha sido la primera masacre, inclusive continúan; en esa sociedad se normaliza la violencia, la guerra e intervención extranjera como un componente importante de su política exterior y nacionalismo; se enaltece la cultura armamentística, y los videojuegos promueven conductas agresivas, sin dejar a un lado lo más importante: la pérdida de valores y la estructura familiar que tienden al individualismo.

Los asesinatos en masa o masacres, han permeado a la sociedad estadounidense; hace poco ocurrió uno de tintes racistas, donde el tirador iba en contra específicamente de los mexicanos, fue el agosto de 2019 en El Paso, Texas, el joven Patrick Crusius de 21 años (supremacista blanco) explicó que iba directo a atacar a mexicanos, hubo 22 muertos. Uno de los episodios más trágicos fue perpetrado en Las Vegas en octubre de 2017, un hombre de 64 años disparó a los asistentes de un concierto, matando al menos a 59 personas y dejando 500 heridos (BBC, 2017).

En el documental Moore contrasta la situación de Estados Unidos con la canadiense, donde las armas se pueden comprar, pero no con tanta facilidad. “La Asociación Nacional del Rifle” en Estados Unidos tiene un gran peso político, la cual nació en 1871 con el objetivo de apoyar la segunda enmienda: el derecho de los estadunidenses de portar y poseer armas, se trata de un grupo conservador con 19 millones de miembros, sin duda una organización poderosa, pues financiaron con 30 millones de dólares la candidatura de Donald Trump. Por lo cual es difícil que se legisle el control de armas ya que está estipulado en su constitución como un derecho fundamental.

Ni en Canadá ni en México se defiende con tanta firmeza el uso de armas, ni tampoco se utiliza para fines políticos; Canadá, a diferencia del nuestro, no tiene esos niveles de violencia, se trata de una nación pacífica, con una economía fuerte que permite la creación de empleos, con otra idiosincrasia, organización y calidad de vida.

En México se está acercando a esa realidad estadunidense que nos parecía tan lejana, y es que la cadena del narcotráfico, por el consumo de estupefacientes en Estados Unidos, sumado a la pobreza, la corrupción, el desempleo y la falta de valores en nuestro país, han desatado una ola de violencia, difícil de controlar, en gran parte por la complicidad que hubo durante años entre las autoridades mexicanas y los narcotraficantes. En el sexenio de Felipe Calderón, la supuesta “guerra contra el narcotráfico” dejó resultados contrarios: muertes, secuestros, desapariciones y aún más violencia.

Hasta ahora en nuestro país han existido dos ataques como el de Columbine, que justo es reflejo de la misma red de violencia que vivimos, jóvenes que atentan contra sus compañeros en las escuelas. El primero de ellos fue en Monterrey, Nuevo León: el 18 de enero de 2017 donde un chico de 15 años disparó en contra cinco compañeros y su maestra, quién resultó gravemente herida y finalmente falleció. El segundo ocurrió hace unos días, en Torreón, Coahuila: un niño de apenas 11 años: tuvo el mismo objetivo, además de que suicidó.

Analizando específicamente el caso más reciente ¿Qué lleva a un niño de 11 años a tomar un arma? ¿A pensar en herir a los demás y acabar con su vida? En primer lugar: hay que analizar el contexto en el que vivía el menor, como ya mencioné, en nuestro país vivimos constantemente la violencia, que desgraciadamente ya se ha normalizado; y existen diversos tipos según el estado de la república: en algunos esta la guerra entre cárteles: grupos criminales que se disputan las plazas; en otros: los asaltos, robos, secuestros, desapariciones, feminicidios son el “pan de cada día”.

Más aún en la frontera donde han ocurrido estos crímenes se vive en una constante violencia por el narcotráfico. En el caso del niño de Torreón (una ciudad fronteriza) el ambiente familiar sin duda debió ser hostil, el menor vivía con los abuelos, era huérfano de madre, quien murió degollada (queda la duda bajo qué circunstancias), su padre había estado preso en Estados Unidos por tráfico de drogas (¿por qué no se hacía responsable de su hijo?), después de la tragedia su abuelo fue detenido por la posesión de armas sin el permiso correspondiente, además de que ahora es investigado junto con su esposa por lavado de dinero.

Las preguntas son: ¿cómo llegaron las armas a manos de esos niños? ¿de dónde provenían? En este problema no puede ignorarse el tráfico ilegal de armas, que tanto daño le han hecho a nuestro país. Cómo olvidar el “Plan Rápido y Furioso” (2009-2010) que tenía como objetivo capturar a los narcotraficantes o criminales; Estados Unidos con la colaboración del gobierno mexicano permitió la entrada a México de dos mil armas, con el fin de localizar a los delincuentes a través de chips dentro de las mismas, sin embargo, no se supo qué pasó con estas y resultó un completo desastre, lo contrario para lo que estaba planeado.

Es positivo el plan puesto en marcha hace un mes, donde México y Estados Unidos, se comprometen a frenar el tráfico ilegal de armas y lavado de dinero, es evidente la preocupación de las autoridades por este problema, y lo más importante es que están tomando cartas sobre el asunto con esta estrategia de seguridad regional. Sin embargo, en nuestro país, el operativo intermitente de “Mochila segura”, que, como su nombre lo indica: revisa las mochilas a los estudiantes para prevenir hechos de violencia, vigente desde 2007 como parte del programa “Escuela segura”, se trata de una medida controvertida pues organismos de procuración de los derechos humanos, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos” (CNDH) dice es violatorio de los derechos de los niños y jóvenes; a la educación, a su intimidad y al principio de “Interés superior del niño”. El comité de expertos de Organización de las Naciones Unidas (ONU) también criticaron este programa pues “se criminaliza a los menores al ir endureciendo sus libertades en respuesta de un hecho dramático” (Proceso, 2020).

Podrá implementarse con más severidad el programa “mochila segura” u otros que surjan para evitar este tipo de incidentes, pero esto no basta si no se hace conciencia que el mayor trabajo se hace desde casa: fomentando los valores, hablando con los menores, haciéndolos sentir escuchados, amados y apoyados. La rapidez de la vida diaria (más aún en las grandes ciudades) la tecnología, la incorporación de ambos sexos a la vida laboral, no deben ser pretextos para ignorar las necesidades de los niños y jóvenes; este tema también involucra a los tíos, abuelos, primos, amigos, etc. No debe ser condenatorio vivir en un país violento para reproducir las mismas conductas, si se hace conciencia que la mayor responsabilidad de educar a un menor está dentro de casa, bajo el cobijo y ambiente familiar. También hacer conciencia sobre la salud mental de los niños y jóvenes, sería efectivo una mayor atención psicológica en las escuelas públicas y el compromiso de las privadas para poner mayor énfasis en eso.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas