Hablemos sobre brechas sociales

  • Lucero Hernández
La vida no tarda en mostrarte tu posición social.

Su primer trabajo fue como ayudante de fotógrafa en un salón de eventos para gente de clase alta. Si bien le iba, sacaba hasta 500 pesos el fin de semana; si le iba mal, 150. Vendía fotos de las reuniones de gente rica. Ella, de clase media baja, tomaba las fotos de los eventos sociales de los ricos, quienes pagaban la foto sin importar el precio. La brecha social y económica estaba presente. Ellos, los ricos, llegaban en vehículos de lujo; ella, en transporte público.

Entre los ricos, conocedores de su poder económico sobre quien no lo tiene, había quienes buscaban humillar: la fotografía fue ofrecida a un joven adinerado quien acompañado de sus amigos se tardó en confirmar la compra, aun con la foto en sus manos, por horas. Cuando ella volvió a preguntarle si deseaba comprar la foto él le respondió que jamás le había dado foto alguna, siguieron risas con sus amigos y el reiterado “no me diste nada”. Aunque ella insistió, él mantuvo la mentira. Era su primer empleo y no pudo no llorar. Sabía lo que vendría: tendría que pagar por esa fotografía, porque la empresa nunca pierde; el trabajador, sí.

Años después logró trabajar en una empresa trasnacional de capital alemán. Lo logró luego de que una de las empleadas la invitó a colaborar con la redacción de textos, vía outsourcing. No importó, la paga era buena viniendo de una trasnacional.

La invitación surgió como una forma de cadena de ayuda. La trabajadora de la trasnacional se sintió identificada con la ex fotógrafa, ambas habían estudiado en una escuela incorporada a la universidad pública y lograron ingresar a una empresa que sólo aceptaba perfiles de universidades privadas. Hasta que ingresó un nuevo jefe de área y decidió que la empleada outsourcing no tenía el perfil (educación de nivel) para trabajar en la empresa.

Por mucho que alguien de clase baja o media baja busque ascender en la escalera social, no lo logrará. El esfuerzo no es algo que sea reconocido en México, es más bien la estructura social diseñada por la gente con poder la que mantiene a los pobres en rezago. La movilidad social ascendente es casi inexistente en México: 74 de cada 100 mexicanos que nacen en pobreza se quedarán en ella, sus posibilidades son nulas si buscan progresar. ¿El motivo? La desigualdad de oportunidades.

Esta es mi historia. La vida no tarda en mostrarte tu posición social. Sé que quien me lee tiene su propia historia sobre la brecha social, esa que enmarcan con genialidad la multipremiada película Parásitos del coreano Bong Joon-ho y cuyo éxito radica en que, sin importar el país o el idioma, su lectura es posible en cualquier persona: las diferencias sociales entre pobres y ricos.

La película es una obra maestra por su narrativa en un contexto social que muchos buscan ocultar, pero está muy presente: hay quienes viven en zonas de lujo, con alto poder adquisitivo e ingresos laborales superiores a los 5 salarios mínimos, o bien, dueños de empresas o corporativos, por otro lado el grueso de la población vive en zonas de bajo poder adquisitivo, algunas con calles sin pavimentar, con trabajos mal pagados o desempleados. Ambos viven en la misma ciudad, estado o país, pero alejados por la cantidad de dinero en sus bolsas.

¿Para qué sirve tener un plan? La vida nunca funciona así, comenta el padre de la familia Kim, que vive en un sótano en zona marginal y enfrenta los daños a su vivienda, tras una intensa lluvia que inunda su hogar y lo deja sin nada, durmiendo en un refugio improvisado para la gente afectada. En contraste, la familia Park, dueña de una vivienda amplia e iluminada, disfruta de organizar la fiesta de su hijo, alegrándose por que la lluvia dejó un “cielo precioso”, alejados de la tristeza que enfrenta una parte de la población.

Ese discurso del padre de la familia Kim refiere que las oportunidades no son iguales para todos, que por mucho esfuerzo que se haga, los planes de vida no siempre funcionan, porque no es lo mismo nacer en el sur que en norte, en México que en Estados Unidos, en pobreza que en riqueza, tener padres con alto nivel educativo que padres sin posibilidad de estudio, en la sierra que en la capital, estudiar en una escuela pública que en una particular.

Lo que sí es real es que los ricos necesitan de los pobres y los pobres de los ricos, que las relaciones sociales son circulares, que así se ha diseñado la estructura social y así funciona para quienes tienen el poder en sus manos, los otros, simplemente no tienen elección.

No es un llamado a quedarse en las condiciones en las que uno se encuentra, porque no existen oportunidades, es más bien un reflejo real, importante de mostrar y visibilizar tantas veces como sea necesario hasta que se convierte en un discurso constante capaz de cambiar y modificar, hasta que la lectura sea otra.

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