La escuela como respuesta a la violencia

  • Juan Luis Hernández Avendaño
En México las reformas educativas van y vienen

En 1992 la UNESCO animó a las escuelas del mundo a trabajar en el logro de cuatro aprendizajes en la infancia y la juventud: aprender a Ser, aprender a Pensar, aprender a Resolver y, aprender a Convivir con otros. Si todas las escuelas del planeta nos uniéramos en este propósito, probablemente el mundo sería un mejor lugar, más humano definitivamente.

En México las reformas educativas van y vienen; sin embargo, los exámenes internacionales nos indican que los alumnos mexicanos no alcanzan satisfactoriamente el lenguaje matemático ni son buenos para la lectoescritura. En Ciencias estamos muy debajo de varios de nuestros vecinos de América Latina. Mucha política en las políticas educativas y pocos aprendizajes en la niñez y la juventud. Mucha Elba Esther Gordillo, mucha CNTE, pero en los últimos 30 años las escuelas siguen siendo esencialmente reproductoras de lo que pasa en la calle, sin que la escuela sea una variable que vaya a la calle a movilizar los aprendizajes logrados en el aula o fuera de ella.

El niño de 11 años que mató a su maestra e hirió a varios de sus compañeros para finalmente él mismo quitarse la vida, es una síntesis de la tragedia educativa, exceso de contenidos pero casi ninguno interiorizado. Para muchos alumnos ir a la escuela es ir a la guerra, es ir a reproducir la violencia en casa, a probar con los compañeros algunos comportamientos del barrio. La escuela mexicana se quedó inmóvil ante los cambios culturales de las nuevas juventudes y los desafíos de la tecnología y las redes sociales. A veces pareciera que los espacios educativos son con contenidos del siglo XIX, con maestros del siglo XX y con alumnos del siglo XXI.

La escuela y la educación no es la única respuesta a las enfermedades de la sociedad y los problemas estructurales de nuestro siglo, pero sí es una respuesta que podría ser más potente de lo que actualmente ofrece como respuesta civilizatoria. La escuela vincula a millones de personas en este país. Es la única institución que está en un territorio local que a lo largo y ancho de la república vincula a millones de niños, jóvenes y padres de familia. En medio de la crisis de las “instituciones de acogida” y “brújulas sociales”, es decir, los estados, las iglesias, las familias y las escuelas, éstas últimas aún poseen la credibilidad necesaria para ser una respuesta antes la violencia estúpida que vivimos.

La realidad deber ser siempre el horizonte de la educación. Si la realidad ofrece violencia, desigualdad, pobreza, corrupción e impunidad, la escuela debe moverse para generar aprendizajes aplicados que cambien esas realidades que lastiman a las sociedades y hacen de los países proyectos fallidos de convivencia humana. El gran problema de nuestro tiempo es que vivimos divorcios educativos profundos: la escuela va por un lado y la vida cotidiana por otro, la teoría se enseñorea en la escuela pero la práctica no asoma por ningún lado, maestros y alumnos, profesores y directivos parecen estar en polos opuestos en una lucha simbólica y práctica sin sentido.

Afortunadamente desde hace varios años muchos proyectos educativos han asumido el método de Aprendizaje Situado como una manera de cambiar los ambientes escolares para trabajar en un proyecto educativo que incida en la realidad. El Aprendizaje Situado es un camino para aprender desde, con y para la realidad. Eso significa que el profesor es una persona interesada en interesar a los no interesados y seguir interesando a los ya interesados. Necesitamos recuperar al profesor que ama su vocación, el que forma personas que, como decía la UNESCO, sepan convivir con la Otredad, con otros.

Es la hora de mover la escuela como una respuesta esperanzadora ante la oscuridad de la violencia que nos sofoca.

  • Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla.

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.