Seguir ofreciendo resistencia

  • Juan Martín López Calva
Nos vuelve a poner enfrente la enorme vulnerabilidad que padecemos como humanidad.

Los educadores, como los padres, solemos caer mal, nos pasamos la vida ofreciendo resistencia

Fernando Savater. El Periódico, 24/11/2013.

 

Siempre me he preguntado hasta qué día de enero es válido –o necesario- desear a la gente con la que convivimos un feliz año nuevo. Hoy ya es 13 de enero y no sé si sea todavía bien visto pero como es mi primera colaboración de este recién estrenado 2020, envío a todos los lectores de E-Consulta y al equipo y la dirección de este medio que generosamente me brinda este espacio, un año lleno de realizaciones en todos los ámbitos de la vida.

Para aquéllos que acostumbran pedir al año nuevo que los sorprenda, parece que este nuevo año que cierra la segunda década del siglo veintiuno ha cumplido con creces.

Iniciamos el año con múltiples sorpresas y hechos que preocupan y alarman por su significado, su terrible novedad o sus graves riesgos para nuestro país y para el mundo entero.

Los devastadores incendios en Australia que han destruido millones de hectáreas y acabado con muchas especies que constituyen la biodiversidad del planeta llegaron justamente para recordarnos el grave deterioro que la intervención humana ha causado al planeta y la enorme responsabilidad que tenemos las generaciones actuales para tratar de revertir este proceso de destrucción ecológica y cambio climático que ponen en riesgo la viabilidad de la vida y la continuidad de la especie humana en la tierra.

Resulta indispensable generar la reforma de la vida y de la civilización que plantea Edgar Morin como indispensables para poder evitar el colapso y “salvar a la humanidad, realizándola”. La educación tiene una enorme responsabilidad para generar, a partir de la enseñanza de la condición terrestre del ser humano, una conciencia planetaria viva, operante y eficiente que haga que las nuevas generaciones desarrollen nuevas formas de vida y de organización social que reduzcan significativamente la huella ecológica humana en la naturaleza.

Por otra parte, el asesinato del general iraní Qasem Soleimani por parte de los Estados Unidos y la respuesta militar que ha puesto en tensión nuevamente al Medio Oriente y con ello al mundo entero por los riesgos de una confrontación que pueda escalar a nivel mundial siguen siendo una preocupación para todos en este primer mes del año.

Este conflicto nos vuelve a poner enfrente la enorme vulnerabilidad que padecemos como humanidad dada la carrera armamentista que ha generado instrumentos de muerte cada vez más poderosos y eficaces que dan a la humanidad o mejor dicho, a unos cuantos líderes de los países poderosos la capacidad de autodestruirse en cuestión de segundos.

El desarrollo de una reforma moral y de una reforma del espíritu humano resultan indispensables en estos tiempos de renacimiento de la violencia y hacen que la educación para la paz adquiera una importancia central que debería atenderse en el currículo escolar y universitario con la prioridad que amerita, más allá de discursos moralizantes y asignaturas complementarias que no pasan muchas veces e los buenos deseos.

Por otra parte, el crecimiento desbordado y aparentemente incontrolable de la violencia en el país nos ponen a todos los mexicanos en la tesitura de una lucha por la supervivencia cotidiana que imposibilita o al menos disminuye seriamente la posibilidad de construir proyectos de vida orientados a la realización personal, comunitaria y social.

La impotencia y la falta de una estrategia clara del gobierno federal y de los gobiernos estatales y municipales frente a la delincuencia organizada que se ha ido apoderando de enormes zonas del territorio nacional nos lleva a iniciar un año en el que el miedo marca nuestra vida diaria y obstaculiza muchas posibilidades de desarrollo humano y social.

Esta violencia estructural y cultural que ha ido incidiendo en el ámbito escolar y universitario a través de fenómenos como el bullying, el acoso, el cyber acoso y otras formas de violencia escolar llegó el pasado viernes a un punto crítico con el trágico evento en el que un niño de apenas once años disparó dentro de su escuela matando a su maestra e hiriendo a un profesor y a varios compañeros para luego quitarse la vida.

Este terrible acontecimiento no debería ser minimizado y mucho menos olvidado como sucede con tantos hechos que se vuelven noticia unos días para luego quedar en los archivos. Necesitamos con urgencia abordar este problema, analizarlo en toda su complejidad y tratar de encontrar soluciones interdisciplinares y colaborativas que partan de la comprensión de las causas profundas de esta violencia más que de la búsqueda de culpables.

La formación en el pensamiento crítico y el trabajo serio y sistemático en el ámbito de las habilidades socioemocionales resulta urgente frente a una realidad educativa nacional que empieza a ser también dominada por la violencia y la cultura de la muerte.

Es hora de que los padres y madres de familia y los educadores escolares y universitarios asumamos nuestra responsabilidad de manera seria y profunda, que sigamos cayendo mal o que volvamos a caer mal por pasarnos la vida ofreciendo resistencia a estas realidades destructivas que tanto daño están haciendo a nuestros hijos y a la humanidad toda.

Que sea este el año del reforzamiento de la resistencia educativa, ante la cultura de la destrucción ecológica, la guerra, la violencia y la muerte.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).