La democratización de los espacios públicos y los bolardos

  • María Teresa Galicia Cordero
No se ha logrado mejorar la movilidad, no se han erradicado los problemas.

María Teresa Galicia Cordero*

La práctica tradicional que se ha venido presentando en Puebla ha sido la de examinar los problemas de tránsito desde un contexto muy limitado, como si solo ocurrieran en un punto en particular y en una determinada situación, con lo cual se pretende resolver desde el punto de vista de la autoridad o del funcionario en turno, sin la consulta a especialistas en el tema, la complejidad de la movilidad en nuestros espacios públicos.

Las soluciones que se han dado para favorecer la movilidad en los últimos años ha sido la de prohibir virar a la izquierda en ciertas vialidades, construir ciclovías, construir puentes o la implementación de ciertas desviaciones con lo cual, hasta ahora, no se ha logrado mejorar la movilidad, no se han erradicado los problemas y se han trasladado a otro punto de las arterias en la ciudad.

En estos últimos días, ha estado en el ojo del huracán el tema de la colocación de bolardos, macetas y hasta bancas en algunas vialidades de Puebla, estas acciones han implicado un costo social, político y económico que no se justifica si no han sido tomadas con base en estudios específicos que permitan la democratización de los espacios públicos.

Un bolardo es un poste de baja altura, fabricado en piedra o en metal, pueden ser de aluminio fundido, acero inoxidable o hierro y por lo general se ancla al suelo para impedir el paso de vehículos a áreas peatonales. Su colocación según la Secretaria de Movilidad del Municipio, es la de propiciar el tránsito peatonal de manera segura en aquellos lugares de gran circulación vehicular y de personas.

Si bien la justificación que se ha dado a su colocación ha sido la de restringir el movimiento de vehículos para optimizar el paso de los peatones y una mejor imagen a la ciudad, lo que está sucediendo en la práctica es que se están creando cuellos de botella en las vialidades ubicadas en zonas que tienen un flujo constante de autos e inclusive de peatones.

Recordemos que el sistema vial urbano o rural de cualquier país, región o ciudad, tiene semejanza con el sistema circulatorio humano, en donde es indispensable asegurar el flujo de todos los bienes y servicios necesarios que permitan el desplazamiento socio económico de las personas.

En ninguna de las justificaciones que se han dado se ha tomado en cuenta, por ejemplo: el tipo de vehículo de proyecto, la velocidad de proyecto, el volumen de vehículos y peatones, el radio de giro de los vehículos, los entrecruzamientos, las incorporaciones, las rutas del transporte, etc. todo aquello que tenga que ver con el flujo de un tránsito seguro y eficiente para los peatones y los vehículos.

Tampoco hemos escuchado de un plan piloto antes de la implementación de estas acciones que permitiera comprobar su eficiencia y eficacia en los diversos tipos de vialidades que existen en la ciudad; no se ha mencionado el uso de la tecnología con simuladores, cuyo software permitiera anticipar el nivel de servicio que se puede alcanzar en los espacios públicos para mejorar la movilidad. 

Aunado a ello, la educación vial sigue estado ausente y este tema, el de la colocación de los bolardos, se ha tomado como bandera política para seguir denostando las decisiones de las autoridades municipales.

Esa situación no nos lleva a ningún lado, si la intención en realidad es promover la movilidad, democratizar los espacios públicos y atender las necesidades de la ciudadanía, es necesario que se realicen los estudios para colocarlos en aquellas vialidades en donde realmente sean necesarios y que se empiece a tomar en cuenta como herramienta formativa a la educación vial, empezando por sensibilizar a todos los ciudadanos que una mejor movilidad es tarea de todos y que en ella, todos tenemos que involucrarnos  para mejorarla. 

Además, es necesario seguir insistiendo en la necesidad  de transparentar el cobro de las foto multas, los nuevos costos de la tarjeta de circulación, el re emplacamiento, el control vehicular, la verificación entre algunas decisiones, informando claramente a la ciudadanía en que se van a utilizar esos recursos que se van a recaudar,  porque en lo concerniente a la administración estatal, no se percibe una democratización en las decisiones que se han tomado en este rubro, lo que marca la continuidad de ciertas zonas grises que se siguen presentando en la administración pública. 

*Con la colaboración del Ing. Eduardo Mauricio Libreros López, especialista en Tránsito y Vialidad.

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.