Autocracia presidencial

  • Humberto Fernández de Lara Cajica
El presidente de la república tiene legitimidad, no obstante, su popularidad va disminuyendo.

La autocracia es propiamente conocida desde los antiguos regímenes de Grecia y Roma. Esta práctica se caracteriza por concentrar el poder en una persona, siendo un sistema de gobierno sin equilibrios. Las dictaduras a lo largo de la historia han sido categorizadas como autocracias, México y América Latina en la modernidad no son la excepción, con sus debidas particularidades y de forma sui generis, pero los rasgos no se pueden negar.

El presidente de la república tiene legitimidad, no obstante, su popularidad va disminuyendo. Según Mitofsky, López Obrador inicio con una aprobación de 62 %; y en estos últimos meses su aprobación de acuerdo a diversas casas encuestadoras ha caído entre un 10% y el 15%, con la tendencia a la baja con más rapidez.

Lo anterior no es en vano, sino todo lo contrario, las acciones contradictorias y decepcionantes del presidente han sido manifiestas en diferentes rubros. Las instituciones han sido cooptadas y las políticas públicas han encontrado un rumbo paternalista en el sistema; si bien es cierto que el poder es para servir, dicen los dinosaurios o los gandallas que principalmente es para mantenerlo a cualquier costo, y de los principios o moralidad ni hablemos en esta lógica prehispánica.

El presidente de México supo cómo llegar al poder, y ha mostrado como mantenerse a flote, ante una oposición débil y una sociedad civil desinteresada. El poder está en él y sería ingenuo pensar que lo facilitará, su margen es maniobrar por sí mismo en la silla presidencial o fuera de ella, por tanto, debe tener en mente al próximo sucesor, aunque todavía sabe que anticiparse sería un error. Sabe que no es eterno y por ello ha dejado las cartas abiertas para el forcejeo politico, que en su momento pondrá orden con el objeto de seguir tras la silla hasta donde le permita su existencia. Habrá que prepararnos para construir un sistema plural y opositor porque sin duda se buscará la hegemonía.

Nuestro sistema es presidencial constitucionalmente, y el gobierno actual se ha concentrado en mantenerlo ante cualquier resistencia práctica, pero lo que nos debe ocupar es la forma en cómo se procura y transforma el sistema presidencial a secas a sistema presidencial autoritario. A lo largo de la gestión federal hemos atestiguado a un congreso entreguista sin ánimos de discutir en la lógica de que los debates enriquecen los proyectos, los diputados y senadores no cuestiona ni la hora; ¿Qué decir del poder judicial? Un ente híbrido, a veces firme, en ocasiones flexible y blando con frecuencia, pero a merced y cacheteado por el ejecutivo.  

La mano visible de Andrés Manuel López Obrador se encuentra hasta las entrañas de las secretarias de estado, de los gobiernos locales y de los poderes públicos a cualquier nivel u orden. Además de ser metiche invadiendo esferas de competencia, quiere el control total y eso es un rasgo de la autocracia.

¿El señor cree en el fondo de su ser que por haber ganado con poco más de treinta millones de votos en el país, todos estamos de su lado rígidamente? Se equivoca. Por un lado, porque como comentaba, va decreciendo su aceptación y por otro son más mexicanos en el hartazgo. Tan es así que utiliza artimañas pseudo jurídicas para legitimar e impulsar sus actividades.

A esta visión de sistema autócrata, le sumamos la violencia que los propios ciudadanos generan en sentido a la represión y desgaste político. En toda la república y principalmente en la ciudad de México hemos visto manifestaciones y no todas precisamente pacificas pues es clara la respuesta de gobernados inconformes que ven más de lo mismo. De tanto afirmar que no existiría el gatoparidsmo la realidad se traduce en lo mismo.

“Auto” igual a uno o a propio, “Cracia” de “Kratos” equivalente a poder y en suma “autocracia” es el poder de un individuo. A nuestro presidente le fascina rendir culto a su persona, no precisamente como Narciso proveniente de la mitología griega, sino como a Hermes, el dios mensajero. El famoso heraldo griego se caracterizaba por su protagonismo a la hora de emitir los mensajes divinos, pero estos a su vez si tenían veracidad. Las mañaneras famosas ante cualquier cuestionamiento cercano a lo objetivo, se tiene una respuesta triunfalista y se cuenta “con otros datos”. Este protagonismo de López Obrador tiene un propósito controlador de agendas o temas públicos, con tintes manipulativos, lo que también se deposita en un círculo de autocracia.

Morena y su líder insisten en gobernar para todos, pero hemos visto lo contrario. Se ha beneficiado a un sector burocrático más compacto y al final no importa que horizontes tenga el país y sus ciudadanos porque las élites y los seguidores férreos o apasionados quizá tendrán beneficios económicos y políticos en los años venideros, y ¿los demás?, esperemos se gobierne para todos como en una auténtica democracia, y se extingan los ánimos caprichosos y soberbios de la actual autocracia.

Como bien dijo Víctor Trujillo en su programa, “el poder se revisa, no se aplaude” y el presidente busca la forma más represora para impedir revisar o cuestionar su gestión. Por ahora valoro mi libertad de expresión, que me permite expresarme con juicio de los sucesos sociales.

Durante el siglo pasado y en otras gestiones presidenciales, cualquiera hablaba bien del presiente por temor a represalias, hoy no cualquiera habla bien y algunos se atreven al cuestionamiento.

Habrá que acordarse de que las tiranías, dictaduras y autocracias tienen distintos matices y características, amén de la época. En pleno siglo veintiuno pueden existir estos sistemas, disfrazados o a la vista de todos, solo que no debemos juzgarlos con la misma regla que las practicas añejas.

Espero que caminemos en otro camino mucho más favorable.

humberto_fernandez_de_lara@hotmail.com

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Humberto Fernández de Lara Cajica

Licenciado en Derecho Ibero Puebla. Maestro en Gobierno y Administración BUAP. Es Notario Público Auxiliar. Presidente de la Fundación Colosio en el Estado de Puebla