Gobernar sin oposición

  • Marcelino León Ochoa
Un demócrata está abierto al diálogo y a la negociación.

 (…) No puede sentirse segura(o) si no ha aplastado al adversario y si no ha reducido su territorio al mínimo necesario. Un mundo en el que hay espacio para los demás es un mundo peligroso”…

Muriel Barbery, La elegancia del erizo.

 

Para quienes nos hemos formado en los valores de la democracia entendemos que no siempre se puede tener la razón, que hay que respetar las distintas opiniones y puntos de vista, aceptar la crítica incómoda, convencer con el discurso pero más con el ejemplo y que a los adversarios no hay que aniquilarlos sino simplemente disminuir su influencia, por medios legales y legítimos.

También sabemos que un demócrata reconoce el papel de la “oposición”, está abierto al diálogo y a la negociación, respeta a las minorías y no impone sino convence con argumentos. Aunque la democracia sigue siendo una utopía y es deseable vivirla, en la realidad las cosas son distintas.

Un líder, aunque se diga demócrata, intentará imponer sus condiciones y más si cuenta con mayoría en los órganos de decisión, como sucede hoy con el Presidente López Obrador y su partido.

He conocido a diversos personajes que primero negociaban por las buenas, si querían obtener algo. Si la negociación no prosperaba, aparecían los “expedientes secretos” de los opositores. En la mayoría de las veces, la información era tan poderosa que no era necesaria una segunda ronda de negociación.

Huimos de los autoritarios pero nos topamos con otros que “en el fondo no eran diferentes, solo luchaban con banderas distintas”. (Julia Navarro en su libro “La hermandad de la Sábana Santa”).

Todo este rollo previo viene a cuento porque una de las principales características de un líder autoritario es su capacidad de deshacerse y de anular a sus adversarios, no necesariamente mediante el uso de la fuerza.

Y el Presidente López Obrador posee una serie de rasgos que lo convierten en un personaje autoritario, aderezado con elementos de populismo y mesianismo. Eso lo sabemos, lo vemos todos los días en sus mañaneras y en sus eventos públicos.

Pero queda más claro por su forma de atacar a sus adversarios. En ocasiones los exhibe públicamente, sin pruebas y aunque le refuten, es su verdad contra la de los demás y al final, tiene la última palabra.

A los ex Presidentes Vicente Fox y Peña Nieto no los va a encarcelar, pero los va a exhibir públicamente tachándolos de corruptos. Y no lo tiene que hacer él mismo sino a través de terceros.

O bien puede minar la credibilidad en ciertos personajes deteniendo a colaboradores muy cercanos o familiares. Con eso es suficiente.

Un adversario peligroso y envalentonado es sin duda Felipe Calderón, pero a la vez es sumamente vulnerable. El Presidente lo sabe y hoy le ha dado un golpe durísimo con la detención de García Luna.  No lo hizo de manera directa pero sí a través de “aliados insospechados” como están resultando ahora Donald Trump y funcionarios de su gobierno.

López Obrador, contrario a lo que se pensaba, ha cedido ante Trump a cambio de varios favores. Los dos se han entendido a la perfección, se utilizan y se apoyan para conseguir sus fines. El objetivo de Trump es que México no le genere problemas y que ceda en temas de comercio, seguridad y migración. AMLO quiere que lo dejen gobernar en paz, es decir, que EEUU no critique su política interna y lo ha conseguido.

Contradictorio e incongruente, mucho; cinismo, sin duda. Ante esta actitud la oposición debe actuar de manera inteligente. Confrontarse en forma directa no le dará buenos resultados. Hasta ahora ha alzado la voz criticando los errores del gobierno… pero no es suficiente.

Si la oposición a López Obrador no cambia su estrategia, se irá desgastando sin remedio. Trump ha gobernado cínicamente y pese al inicio de un juicio político en su contra, buscará y muy probablemente se reelegirá.

Se trata de ser opción, alternativa. Ojalá lo entiendan quienes se oponen a la 4T, pues de lo contrario ésta, más temprano que tarde, gobernará sin oposición.

Mtro. César Marcelino León

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Marcelino León Ochoa

Politólogo. Maestro en Gestión Pública. Coordinador de asesores del grupo de regidores PAN.

Catedrático en UPAEP. Ex regidor del Ayuntamiento de Puebla 2011-2014