Negación del espejo

  • Juan Martín López Calva
Preferimos voltear para otro lado o incluso cuestionar al espejo diciendo que está manipulado.

“Los resultados del Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA por sus siglas en inglés) 2018 reflejan un sistema educativo que sigue siendo excluyente: cerca de la mitad de las y los estudiantes en México no tienen aprendizajes suficientes en ciencia ni lectura, y más de la mitad en matemáticas, para poder participar plenamente en la sociedad. Y así ha sido desde el año 2000. Mientras otros países en la región han avanzado – destacan Colombia y Perú –, México está estancado, sin cambios importantes desde hace casi dos décadas”.

Jennifer O’Donoghue. 20 años estancados.

Es ampliamente conocida la historia de la malvada bruja del cuento de Blanca Nieves que torturaba a su espejo mágico con la pregunta: “Espejito, espejito. ¿Quién es la más bella del reino?” a lo que el espejo contestaba regularmente que era ella.

Vivimos en un país en el que ante la imposibilidad de tener un espejo mágico que nos diga todo el tiempo que somos los mejores del planeta, cada vez que nos encontramos en la situación de ver nuestra imagen reflejada preferimos voltear para otro lado o incluso cuestionar al espejo diciendo que está manipulado.

De manera que cuando se habla de racismo o discriminación miramos hacia afuera y cuestionamos el Apartheid que vivió Sudáfrica o la segregación racial en Estados Unidos pero minimizamos o negamos estos vicios de nuestra propia sociedad.

Pasa lo mismo en el caso de la evaluación de la calidad educativa en cualquiera de sus dimensiones. A pesar de que nuestro país ha venido instaurando mecanismos de evaluación docente, pruebas de evaluación del aprendizaje, sistemas de evaluación institucional y de evaluación de la investigación, etc. hasta este momento no se ha podido instaurar una cultura de la evaluación que sirva realmente para la mejora continua del sistema educativo nacional (SEN).

La semana pasada se publicaron los resultados de las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment o en español, Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) cuyos resultados demuestran que México sigue estando en el último lugar de los países que participan en esta prueba que se aplica cada dos años a educandos de todos los países miembros de este organismo.

El reporte del desempeño de los estudiantes mexicanos muestra que como dice la cita que sirve como epígrafe a este artículo, cerca de la mitad no tienen aprendizajes suficientes en ciencia ni en lectura y más de la mitad no llega a los mínimos necesarios en matemáticas.

Si bien el comparativo de resultados no muestra un retroceso, tampoco ha habido avance alguno en la calidad de los aprendizajes de los niños y niñas de nuestro país. Llevamos prácticamente dos décadas estancados en estos rubros fundamentales para la formación de los futuros ciudadanos que el mundo está requiriendo en este cambio de época.

Como dice la autora del artículo del que tomo la cita, en otros países se muestran avances pero el caso de México es de una especie de círculo vicioso del que no logramos salir.

“Serpiente que muerdes tu cola,/inflexible círculo, bola negra,/ que giras sin cesar,/refrán monótono del mismo canto,/marea del abismo,/¿sois cuento de nunca acabar?”/ dice Amado Nervo en su poema Kalpa y ese parece ser el destino de nuestro país en muchos rubros, incluyendo el de la educación: un cuento de nunca acabar.

Pero retomando la imagen de nuestra incapacidad para mirarnos en el espejo y asumir nuestra realidad, las reacciones cada vez que se publican los resultados de estas pruebas –y de otras muchas- es de búsqueda de culpables políticos o de negación y cuestionamiento del espejo que nos presenta un rostro que no nos gusta y preferimos negar.

En efecto, una reacción que ha venido ocurriendo y volvió ahora a producirse ante la publicación de los resultados de 2018 es la de los grupos opositores que culpan al gobierno o del gobierno en turno culpando a los anteriores.

Por otra parte, cada vez que se publican los resultados surge también la ola “anti-neoliberal” que cuestiona ese espejo diciendo que las pruebas son sesgadas, que están hechas para niños europeos, que las propone –o impone- la OCDE que es un organismo de carácter económico y que por tanto tiene criterios meramente economicistas, que las pruebas estandarizadas no son válidas porque no toman en cuenta el contexto, etc.

Pero ante la primera reacción tendríamos como sociedad que responder asumiendo la responsabilidad compartida que tenemos todos por este estancamiento educativo. Porque es evidente que “la culpa” no es de los gobiernos priistas o panistas o ahora morenista sino de una sociedad que no ha sabido o no ha querido exigir que se apueste de manera clara y contundente por la educación como una de las más importantes palancas para el desarrollo del país, mediante el establecimiento de una política educativa que vaya más allá de los vaivenes sexenales y los cambios de personas o partidos.

Frente al segundo tipo de reacciones sería también necesario responder que a pesar de que es cierto que la OCDE es un organismo económico internacional afín al sistema de mercado, las habilidades en ciencia, lenguaje y matemáticas son indispensables en cualquier país del mundo no solamente para mejorar la empleabilidad de los futuros ciudadanos sino también para que tengan posibilidades de mejorar su calidad de vida personal, familiar y ciudadana.

Además de esto, reconociendo que las pruebas estandarizadas tienen claros límites también es claro que este tipo de exámenes aportan información válida y comparable para conocer algunos aspectos generales del nivel de aprendizaje de los educandos.

De manera que reconocer nuestra imagen en este espejo –con todos los matices y consideraciones necesarias- y aceptar que ese rostro refleja una parte importante de la realidad educativa de nuestro país sería el primer paso para tomar medidas que rompan el círculo vicioso que nos tiene en el estancamiento.

Carlos Fuentes dice en El espejo enterrado que el espejo es un reflejo de la realidad y también un proyecto de la imaginación. Mientras sigamos negándonos a vernos en el espejo seremos incapaces de conocer nuestra realidad y de proyectar hacia un mejor futuro nuestra imaginación.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).