Como Axolotl, se resisten a ser sacrificados

  • Alejandra Fonseca
Si tienes el pensamiento y la voluntad de trabajar con la tierra, tienes que hacerlo con amor.

“Se ha perdido la Pachamama; nosotros estamos imitando a Axolotl, hermano mellizo de Quetzacólatl, hemos tenido que transformarnos para sobrevivir; nos resistimos a no sembrar, nos resistimos a comprar en los supermercados, luchamos como Axolotl porque no queremos ser sacrificados.

“La leyenda de los antiguos aztecas, cuenta que cuando los dioses debieron sacrificarse para el nacimiento del Quinto Sol, hubo uno, gemelo de Quetzalcóatl llamado Xólotl que hizo hasta lo imposible por librarse del sacrificio, porque el sacrificio es algo personal y no quería ser sacrificado; primero se escondió entre el maíz convirtiéndose en una planta de dos cañas; cuando lo descubrieron, corrió a esconderse en un magueyal tomando la forma de una penca doble, y cuando volvieron a encontrarlese lanzó a los canales del lago Xochimilco convirtiéndose en un axolotl (ajolote), ahí fue donde al final el verdugo lo atrapó y lo mató, dando origen a este anfibio mexicano.

“Yo respeto el cultivo en otra dimensión, creo que los hombres sencillos tenemos los elementos para vivir y vivir bien. El jagüey que construí está creando las condiciones de humedad que antes tenía la tierra. El agua es un factor de desarrollo. Tiene capacidad de 40 mil metros cúbicos con siete metros de profundidad y, qué coincidencia, apenas ahí conté ochenta ajolotes y grandes que nadie sembró ahí. Nacieron solos. Ahorita estamos usando un sistema israelí que usan para el cultivo en el desierto, por microgoteo para cien hectáreas, aunque tenemos ahora sólo dos cultivadas: una de higos y otra de ajos. Donde antes existía milpa sembrada con frijol y calabaza, ahora sembramos ajo; el ajo se resiste a morir en este concierto de las plantas. Antes las condiciones en los cultivos era un acuerdo tácito de no agredir a la montaña y el único centro urbano que no contaminaba era la Venecia de América, Tenochtitlan, ya que tenían ese acuerdo con la naturaleza, tenia canales, la naturaleza se dejaba navegar, los seres humanos andaban por la venas de la ciudad.

“El llanto de la montaña es la lluvia, sus lágrimas ya son insuficientes, hay que respetarla no talándola, sembrando un árbol, que es como darle una caricia; antes la gente consideraba a la montaña como parte de su vida, pero ya no. Para preservarla construimos el aljibe que es nuestra lucha contra el cambio climático; antes el temporal de lluvias iniciaba en marzo, de 2 o 3 semanas, y se complementaba con las lluvias de junio y julio. Todo tenía su tiempo, todo tenía un acuerdo, tenía su engranaje; el agua era suficiente para proveer la humedad necesaria a las semillas para germinar. El manto de neblinas en los valles altos existía desde enero hasta abril; había un acuerdo de labranza: la neblina, las lluvias de marzo a julio, la semilla, el campesino. Pero al ya no haber lluvias, ya no hay neblina. La combinación de mundos debe coincidir: el mundo de la humedad, de la siembra. La falta de engranaje ahora hace que los hombres quieran cosechar sin cultivar.

“Normalmente el aljibe se llenaba en junio y julio pero ahorita llegará a su capacidad hasta diciembre, no fue suficiente. Ya se perdió la conexión con la montaña. No uso herbicidas, arranco las yerbas a mano y lo hago temprano; no siempre lo más fácil es lo mejor como cuando echas herbicidas, si tienes el pensamiento y la voluntad de trabajar con la tierra, tienes que hacerlo con amor y con respeto. Se ha perdido la Pachamama…”

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes