“El asilo de Evo y los cambios en la política exterior mexicana”

  • Laura Carreto Tirado
Como se mencionó el domingo 10 de noviembre, fue un día clave para el mandatario boliviano

Evo Morales, se trata sin duda de un líder carismático, que empezó desde abajo pasando por distintos empleos, como, por ejemplo: pastor de llamas, entrenador de futbol, hasta ser líder cocalero, diputado, para después llegar a ser presidente de Bolivia, el primer indígena en ocupar el cargo. Tras 14 años en el poder con muchas polémicas por sus constantes reelecciones, el 10 de noviembre tuvo un revés político que le arrebató la presidencia; acorralado por las fuerzas armadas de su país no tuvo más que dimitir al cargo, luego de la violencia que se propagaba en esos momentos y que aún continúa, la represión ha dejado más de veinte muertos. Las fuerzas armadas y la élite política incluyendo la presidenta interina: Jeanine Áñez, son ultraderechistas, evangélicos fundamentalistas; alejados de los proyectos políticos de Morales que habían beneficiado principalmente a los pobres, la mayoría indígenas. No hay duda que lo que ocurrió en Bolivia fue un golpe de Estado orquestado por los intereses extranjeros en complicidad con la derecha Latinoamericana: el presidente de Brasil Jair Bolsonaro y de Argentina: Mauricio Macri. Cabe destacar que en Bolivia está la mayor reserva de litio, el mineral que utilizan los teléfonos celulares y otros dispositivos.

Como se mencionó el domingo 10 de noviembre, fue un día clave para el mandatario boliviano, quien había convocado a nuevas elecciones tras unos agitados comicios y revueltas por un supuesto fraude electoral en la primera vuelta ocurrida el 20 de octubre, luego de querer conseguir su cuarta reelección. Un “Supuesto fraude” porque en palabras del periodista y ex Consejero Electoral del DF: Eduardo Huchim, dos estudios internacionales ponen en duda el resultado de fraude electoral que emitió la Organización de Estados Americanos (en adelante OEA): uno hecho por un Centro de Investigaciones en Política y Economía de una universidad estadunidense (Center for Economic and Policy Research), que tiene dos asesores ganadores del Premio Nobel de Economía: Robert Follow y Joseph Stiglitz que contradicen el informe de la OEA, este estudio señala que realizó un análisis estadístico sobre los resultados electorales  y las actas de los comicios, concluye que no hay evidencia de irregularidades que afecten el resultado oficial que le dio a Morales la victoria en la primera vuelta; y otra hecha por el investigador experto en asuntos electorales: Walter Nevein que llega a la misma conclusión; es decir, está en entredicho el informe que detonó el golpe de Estado en Bolivia (Aristegui Noticias, 2019).

El mismo día, el domingo 10, el gobierno de México, por órdenes del presidente AMLO, a través de la Cancillería y del secretario de Relaciones Exteriores: Marcelo Ebrard: invitó a Evo Morales y a la gente cercana al presidente boliviano, a considerar México para ser asilados, dada la presión de los militares que organizaron el golpe, quienes ya habían desmantelado su casa; la vida de Morales, su familia y su gabinete corrían peligro.

El derecho internacional consagra el derecho de asilo, el cual protege a toda persona fuera de su país en caso de persecución. El artículo XXVII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948, establece que toda persona tiene derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de persecución que no sea motivada por delitos de derecho común y de acuerdo a la legislación de cada país con los convenios internacionales. La Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969 en su artículo en su artículo 22 (7) establece que toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de persecución delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo a la legislación de cada Estado y los convenios internacionales”. Disposiciones similares se encuentran en el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La invitación para asilar Evo Morales de manera directa del presidente López Obrador, marca una nueva etapa en la política exterior mexicana, mucho más cercana a América Latina; hay que recordar que en sexenios anteriores se habían tensado las relaciones con algunos líderes latinoamericanos; como en el sexenio de Fox, donde ocurrió el vergonzoso incidente de “comes y te vas” en el año 2002, que desencadenó en una crisis diplomática con Cuba por cuidar las relaciones con Estados Unidos; en la Cumbre Extraordinaria de las Américas celebrada en Monterrey, Vicente Fox le dijo al fallecido líder cubano Fidel Castro: -“comes y te vas”- para evitar que se encontrara con su enemigo: el entonces presidente de EE.UU: George W. Bush. En el de Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores, no escatimó en tensar las relaciones con Venezuela; por ejemplo, en un foro de la OEA dijo que Maduro había transformado a Venezuela: “en un país que había dejado de ser una democracia funcional” con rasgos “francamente autoritarios” y “que el estallido de la crisis en el país del sur era algo tremendamente peligroso para la región”. (Proceso, 2018).

Desde el primer día de su mandato, el presidente AMLO quiso marcar su postura en la diplomacia, distanciándose completamente de la política de su antecesor. Tanto así que invitó a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, a su toma de posesión el pasado 1 de diciembre; y aunque Maduro no asistió por para evitar incidentes (pues tan solo su invitación generó controversia entre los opositores del recién estrenado presidente) sí asistió a la comida organizada en Palacio Nacional. La estrategia del nuevo gobierno fue cuidadosa, pues Ivanka Trump y su esposo, representantes del gobierno estadunidense, fueron a la toma de posesión, pero no a la comida para evitar el encuentro con el mandatario venezolano.

En enero de este año durante el conflicto político en Venezuela donde Juan Guaidó se autoproclamó “presidente”, AMLO evitó hablar del tema, pero el gobierno sí fijó una postura al seguir reconociendo a Nicolás Maduro como el presidente democráticamente elegido. Mientras que 54 naciones reconocieron al “autoproclamado” como presidente, por citar algunas: Canadá, Estados Unidos, Honduras, Costa Rica, Ecuador, Chile, Argentina y España (Panam Post, 2019).

El 4 de enero de este año, la mayoría del Grupo de Lima (creado en 2017 para encontrar una salida pacífica a la crisis política de Venezuela, conformado por 14 países) pidieron a Maduro, a excepción de México, no volviera asumir el cargo. La representación del gobierno de nuestro país: pidió a los demás países que reflexionaran sobre las consecuencias que tendrían para los venezolanos aquellas medidas que buscaban injerencia en asuntos internos (BBC, 2019). Alguna vez cuando se le cuestionó acerca de Venezuela, López Obrador dijo: “que su política exterior se basa en la constitución y que respetaba la autodeterminación de los pueblos, la solución pacifica de las controversias y el respeto a los derechos humanos” (haciendo alusión a la Doctrina Estrada).

Los resultados de la elección presidencial en Argentina en este año y las de México el año pasado, fueron oxígeno para las izquierdas latinoamericanas. Maduro declaró el pasado 3 de noviembre desde la Habana, “que los mandatarios de México y Argentina están llamados a encabezar un nuevo frente progresista en América Latina y el Caribe”, sugiriendo que tanto el presidente electo de Argentina: Alberto Fernández, como AMLO jugarán un papel clave en el Hemisferio. Pero AMLO rechazó organizar un frente progresista con Fernández (Univisión, 2019).

Tras su victoria Alberto Fernández visitó nuestro país (el primero en visitar como presidente electo) se reunió con AMLO y los dos se comprometieron en la necesidad de revisar un ciclo de políticas neoliberales aplicadas en la zona, además López Obrador dijo que iba ayudar a Argentina a salir de la crisis económica (la peor en 17 años). Días después Fernández agradeció a López Obrador por darle asilo político a Evo Morales, y a decenas de bolivianos, “así como lo hizo (México) en los años 70 con nuestros compatriotas” (en referencia a los exiliados de la dictadura argentina), expresó el presidente electo.

El asilo de Evo Morales representa un giro para la política exterior de México, no sólo por el cambio de postura con el sexenio anterior, sino dentro este mismo gobierno; AMLO quien había guardado mutis sobre algunos mandatarios y las crisis en los países latinoamericanos, aludiendo a la Doctrina Estrada (1930) que tiene a grandes rasgos, principios como: la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, Obrador expresó elogios hacia Evo, dijo: “Fue un buen gobernante, aunque esto no es lo que nos llevó a tomar la decisión. Se le dio asilo porque estaba en peligro su vida y se actuó de manera consecuente. Ese presidente indígena dejó muy buenos resultados, ojalá se conozca cómo se comportó la economía, cómo sacó a Bolivia de ser pueblo con mucha pobreza, con mucha marginación, cómo lo sacó adelante. Era de los pueblos más atrasados del continente” (La Jornada, 2019).

La representante de México ante OEA: la embajadora Luz Elena Baños, sostuvo que en Bolivia sí hubo un golpe de Estado; ante una asamblea de la mencionada organización: el gobierno mexicano rechazó “categóricamente” el golpe de Estado contra el gobierno del ex presidente de Bolivia Evo Morales y demandó a los Estados miembro de este organismo multilateral a acompañar a la nación sudamericana “sin tentaciones de intervención”.

Si hacemos un repaso en la historia de asilo nuestro país podemos ver una gran lista de acontecimientos mundiales en los que el gobierno mexicano salió al rescate de miles de víctimas. Recordemos al embajador Gilberto Bosques quien brindó protección a judíos y republicanos españoles entre los años treinta y cuarenta del siglo pasado; los exiliados chilenos durante la dictadura de Pinochet, la esposa y familia de Salvador Allende, además de las víctimas de la dictadura argentina. Dentro de los personajes importantes exiliados en México está León Trotsky, Luis Buñuel y Rigoberta Menchú.

Me parece bien lo que expresa constantemente el presidente: “que no se puede ser candil de la calle y oscuridad de su casa” pero en materia de política exterior ayudaría mucho que se arriesgara más en posicionar en un lugar importante a nuestro país, hasta inclusive pensar en tomar de nuevo las riendas de un liderazgo latinoamericano. Hasta ahora no ha viajado a ninguna cita internacional (se ausentó de la cumbre del G20 de Osaka y de la Asamblea General de la ONU); de hecho, no ha viajado al extranjero ni siquiera a Estados Unidos. Sería positivo que nuestro mandatario se comprometiera más en las relaciones con otros países y con los problemas mundiales viajando a los foros internacionales.

Y aunque algunos, entre ellos AMLO, afirman que el asilo de Evo es puramente de orden humanitario, yo discrepo, es en los dos sentidos: ideológico y humanitario. El gobierno sigue siendo respetuoso respecto a los conflictos al exterior, sigue acatando la Doctrina Estrada, la diferencia está en que ahora realmente se ha asumido una postura abierta, lo cual también tiene una carga política (algo que había estado evadiendo) las preguntas que quedan en la incógnita son: ¿por cuál tipo de izquierda se inclinará el gobierno de López Obrador? ¿De verdad asumirá un liderazgo latinoamericano? ¿Se comprometerá con un frente progresista como se lo pidió Fernández y Maduro? Las interrogantes están en el aire.

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas