Evo como espejo

  • Juan Luis Hernández Avendaño
Los resultados económicos y sociales lo acompañaban

Evo Morales tuvo la oportunidad de irse de la presidencia de su país por la puerta grande. Cuando perdió el referéndum en 2016 que él mismo organizó con bases muy endebles de legalidad, tuvo lo que tienen muchos políticos, el dilema de una gran decisión que marca el futuro. Evo ya había cambiado las reglas del juego constitucionales para seguir en el poder. Los resultados económicos y sociales lo acompañaban. Pero la propia comunidad aymara de Bolivia ya planteaba que no es bueno que una persona esté mucho tiempo en el poder y desde esa misma comunidad le hacían extrañamientos a uno de los suyos, el que ocupaba la presidencia por tercer periodo consecutivo.

Evo no quiso ver, no quiso escuchar y le pareció muy fácil, porque podía, arreglar las leyes y el sentido de las instituciones para seguir en la presidencia. La gota que derramó el vaso fueron los resultados electorales últimos que evitaban una segunda vuelta y que garantizaban un cuarto mandato para el presidente. Aunque dice un viejo adagio de que en la política todo se vale, en realidad estamos observando que toda decisión política tiene consecuencias y hoy los ciudadanos y los pueblos no están para tolerancias históricas.

El ex presidente boliviano se pudo ir en enero de 2020 con un proceso electoral en el que pudo competir uno de los suyos por su partido y probablemente hubiera ganado. Pero Evo pensó que su persona era la única que pudiera garantizar la continuidad de un proyecto. El final lo estamos viendo. No sólo tuvo que renunciar precipitadamente a la presidencia, sino que su casa está saqueda, lo mismo que las casas de sus ex ministros, sus opositores se hicieron de la presidencia también de manera ilegal y despertó a la vieja oligarquía boliviana, esencialmente racista y depredadora, apoyada por los militares que se habían mantenido contenidos, hasta antes de los errores garrafales de Evo.

El presidente que protagonizó el verdadero milagro económico de América Latina fue Evo, no los presidentes chilenos o brasileños. Bolivia creció los últimos 14 años a una tasa anual de 5% muy por encima del promedio mundial y del promedio de América Latina. Las tasas de pobreza extrema y de pobreza relativa, así como la desigualdad bajaron significativamente. Creció la inclusión social y los indígenas se empoderaron social y políticamente, habiendo sido siempre carne de cañón de la oligarquía boliviana.

Pero todo eso se fue al caño de la historia por haber perdido memoria histórica y haberse enamorado del poder. Hay quienes afirman que el enamoramiento es un “estado alterado de la conciencia”. Por eso los clásicos cuando han narrado los problemas del poder se han referido a él no sólo como el seductor máximo sino como aquél que nubla la razón y hace que las personas pierdan la conciencia de sí. Evo ayudó por poco más de una década a que su país caminara en un sentido distinto al de la pobreza y la desigualdad que la historia le tenía asignado, pero paradójicamente sus decisiones de seguir en el poder lo llevaron a dejar su país no sólo en el caos social y político, sino que le entregó el poder involuntariamente a quienes harán lo posible por borrar absolutamente su herencia.

El gobierno de México acudió a su auxilio. Los opositores de AMLO querían que tuviera más protagonismo geopolítico. Y ahora que lo tiene no les gusta la dirección de esta política exterior. No es de extrañar. Cada decisión de López Obrador es politizable y así será todo el sexenio. Pero si de algo sirve que Evo esté aquí, ya sin poder y con estado de la conciencia menos alterado, lo mejor que puede hacer es asesorar a sus anfitriones y decirles que tendrán que verse en él, sobre todo en los errores cometidos. Un gran proyecto de transformación social puede irse al basurero de la historia si no se conduce hoy con mínimos democráticos y mínimos también de legitimidad política. Los ciudadanos ya no estamos para ser sólo espectadores.

  • Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.