Dos elecciones y la amenazan a la democracia

  • Víctor Reynoso
El proceso y su resultado no fueron claros.

Profesor de la UDLAP

La forma, el fondo y las consecuencias de dos elecciones generan serias preocupaciones para la democracia mexicana: la presidencial de Bolivia y la de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La cuestión es si el grupo en el poder en México cree realmente en las elecciones democráticas, o solo cuando dan lugar a resultados que le convienen.

El asilo político y humanitario es sin duda una de las más nobles prácticas del Estado mexicano. Lo que preocupa en el caso de Evo Morales son las formas. Se le ofreció el asilo antes de que él lo solicitara. Se envió un avión exclusivamente para traerlo al país. Se le recibió, más que como jefe de Estado (que ya no era), como un héroe latinoamericano. El gobierno de la capital del país lo declaró formalmente huésped distinguido. Todo esto a un político que dejó a su país violentado y dividido después de una elección muy cuestionable.

Balazos, no abrazos, fue lo que hubo en la sesión de la Organización de los Estados Americanos donde se trató el tema de Bolivia. Hubo lo que pueden considerarse balazos diplomáticos. La representante mexicana, Luz Elena Baños, condenó los hechos en Bolivia al considerarlos un golpe de Estado. Encaró, de manera poco frecuente en la diplomacia, al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, por no haber condenado los hechos, en contraste a su “constante e inusitada actividad mediática” (expresión que se aplica más al presidente mexicano, pero ese es otro tema).

Almagro por su parte, afirmó que el golpe de Estado lo dio Morales al cometer fraude en la elección. La misma OEA documentó ese fraude, al parecer con argumentos y datos sólidos, aunque la polémica continúa. Lo claro es que el proceso y su resultado no fueron claros. La caída del sistema generó muchas dudas. No solo entre analistas: fue la población boliviana la que salió a las calles para cuestionar el resultado electoral.

La respuesta del representante de Estados Unidos se alineó con la del Secretario General y fue también inusitadamente fuerte. Un distanciamiento entre nuestro gobierno y el de aquel país. Se ha minimizado, pero no es claro que sus consecuencias vayan a ser mínimas.

Todo esto no es razón para negarle el asilo a Evo, desde luego. Pero la prudencia aconseja haberlo hecho con discreción, no con el bombo y platillo que utilizó el gobierno mexicano. Puede ser que todo esto se explique por la intención del gobierno mexicano de desviar la atención de los graves problemas que enfrenta. En ese caso el distractor parece que resultará muy costoso.

Otra elección cuestionable fue la de la presidente la CNDH. Antes de obtener este cargo, Rosario Ibarra Piedra era militante de Morena. Ocupaba un cargo directivo en ese partido. Si el PRI o el PAN hubieran hecho algo similar (nombrar presidente de la CNDH a un militante), habría habido un escándalo. Hoy los de Morena lo hacen como si fuera lo más normal del mundo.

Y lo hacen también mediante una elección cuestionable, en la que los números no cuadran.

En el siglo pasado nuestro país se caracterizó por tener elecciones simuladas. Nuestra clase política, o buena parte de ella, no creía en elecciones democráticas. Creía en una política vertical, con el presidente de la República en la cúspide, y en la que las decisiones se tomaban de arriba hacia abajo. Mientras ese régimen reprodujo la desigualdad que hoy continuamos, mantuvo una retórica popular. ¿Volvemos a esos tiempos?

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.