CONACYT-Derecho UNAM

  • Ernesto Villanueva
Fobias personales y criterios de ventaja política se impusieron.

El día de hoy se lleva a cabo un parteaguas para la comunidad jurídica del país: el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) que dirige Elena Álvarez-Buylla Roces firma un convenio con la Facultad de Derecho de la UNAM. En estricto sentido, ese acto no tendría novedad alguna ni interés particular, sino fuera por las circunstancias que rodean esta decisión compartida. Veamos.

Primero. La razón de la sinrazón daba sustento al aislamiento de nuestra máxima casa de estudios jurídicos del país de toda relación institucional con la ciencia y la tecnología. Fobias personales y criterios de ventaja política se impusieron para dejar a la Facultad fuera de ese círculo. El arribo a CONACYT y el análisis de la situación que hizo el equipo de Álvarez-Buylla reveló cómo eran las relaciones económicas y criterios de la relación con diversas instituciones académicas. Ahora se decidió plasmar en un documento jurídico ese golpe de timón para “establecer lazos institucionales para desarrollar acciones conjuntas…del conocimiento jurídico del más alto nivel”.

Segundo. Este cambio histórico, que pone a la Facultad como el eje de la relación de la ciencia jurídica de la UNAM con el CONACYT, representa grandes oportunidades para las dos instituciones. Sin duda, el perfil del director de la Facultad, Raúl Contreras jugó un papel central. Sin menoscabo de sus legítimas afinidades políticas, como titular de la Facultad ha puesto por encima el interés de la comunidad académica y ha guardado distancia de toda política militante, de filias y fobias, dando, por el contrario, apertura a las más distintas expresiones para que puedan coexistir en una lógica de respeto académico que, se dice fácil, pero es muy difícil concretar. Esa impronta de Contreras le ha ganado el respeto de las autoridades de CONACYT por carecer de agendas ocultas.

Tercero. En este saludable cambio, la intervención del Dr. Raúl López Betancourt, a quien Elena Álvarez-Buylla le guarda un gran reconocimiento por su crítica constructiva para democratizar la UNAM, ha jugado un papel esencial. López Betancourt fue, por una decisión política, aislado, injuriado y encapsulado por los juristas orgánicos del régimen anterior (PRI o PAN que son lo mismo). Ahora las nuevas autoridades de CONACYT y la 4T le reconocen sus aportes y está siendo reivindicado con diversos actos que no habría habido necesidad si se hubiera actuado con él -y con muchos otros- conforme a derecho.

Cuarto. De ahora en adelante y a menos de un año del nuevo régimen- que no pide tributo militante, pero sí que las instituciones académicas dejen de actuar como intelectuales orgánicos de los afectados con el nuevo régimen para hacer naufragar a la 4T, como si de un partido de oposición se tratara, no en ejercicio de la sana independencia de la libertad de cátedra e investigación, sino para defender lo que habían obtenido por sus méritos al servicio del statu quo- esa naciente relación entre el CONACYT y la Facultad de Derecho de la UNAM representa un revés a los juristas orgánicos del PRI-PAN. El mensaje es claro: los depredadores de los recursos del erario en el anterior régimen han sido puestos en el lugar que les corresponde. La Facultad, en cambio, sin compromisos y con la agudeza y sensibilidad de su director está dejando un legado más con esta acción, así como el diagnóstico correcto hecho por el CONACYT sobre quién es quién en el derecho.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com

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Ernesto Villanueva

Investigador Tit C IIJ UNAM, SNI III, columnista Proceso, SDPnoticias, OEM y Contra Réplica

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