Yo acuso a Darío Carmona García

  • Miguel Ángel Rodríguez
Darío es uno de los más egregios representantes de la ética marinista (PRI) y morenovallista (PAN)

No puedo menos que aplaudir la decisión de Luis Miguel Barbosa, gobernador de Puebla, de extirpar, no hay mejor expresión para nombrar esta inédita y valiente acción de gobierno, a Darío Carmona García, como enlace de la Secretaría de Educación Pública Federal.

Darío es uno de los más egregios representantes de la ética marinista (PRI) y morenovallista (PAN); es decir, sin principios, sin partido, sin ideología, sin fundamentos filosóficos, sin un para qué.

Su estrella polar es el dinero, su alter ego es Thomas Wayne, el padre de Batman en la memorable cinta “El Joker”, la expresión del nihilismo más extremo, como afirma el filósofo Slavoj Žižek.

Como corresponde a la moral patrimonialista del sistema político mexicano, en la que para sobrevivir hay que colgar la dignidad detrás de la puerta antes de salir al trabajo, que en este caso es el negocio, Darío le mandó decir al gobernador, por la vía de los medios, que él se hinca a sus pies, que él votó por él, por Miguel Barbosa Huerta; es decir, para no hacernos bolas, que Darío comparte desde lo más profundo de su ser la nueva moral de la Cuarta Transformación, con la que siempre ha mantenido una entrañable y añeja relación clandestina.
Y, como contralto inspirada, eleva su voz de rondalla para defenderse, alega que nunca nadie le ha levantado una acusación por corrupción y deshonestidad en el servicio público. Vaya narcisismo, está tan concentrado en sus negocios que no lee la prensa local ni a los columnistas que son referencia obligada por la clase política de la aldea. Darío Carmona no solo no sabe leer y escribir sino que además tiene muy mala memoria, pues algunas de las cosas que yo escribí siguen presentes como un Yo acuso.

Yo acuso a Darío Carmona García de abuso de poder, violencia contra el magisterio democrático de Puebla, corrupción y enriquecimiento obvio.

Empezaré por el de corrupción que es el de abuso de un cargo público para beneficio personal. Sin ir más lejos, Darío usurpa una plaza docente de Tiempo Completo Titular C, para la cual no se encuentra ni moral ni intelectualmente preparado. Es necesario tener grado de doctor, de preferencia de una institución de reconocido prestigio y con muchos años de antigüedad para ocupar una plaza de esas características, además de la responsabilidad de hacer docencia, investigación y difusión. Nadie sabe quién es, en el mundo de la docencia o la investigación educativa, Darío Carmona García.

Otro caso de abuso de autoridad, uno muy próximo. La profesora Sandra Aguilera Arriaga, a quien Darío Carmona suspendió arbitrariamente el permiso para terminar el doctorado en educación en el CINVESTAV del Instituto Politécnico Nacional, concluyó con honores el posgrado. ¿El sínodo? Uno debe preguntar, ahora que los doctores salen de debajo de las piedras para darte sus tarjetitas, ¿quiénes fueron tus sinodales?

Muy bien, pues el sínodo del examen doctoral de la profesora Sandra Aguilera Arriaga estuvo integrado por Ruth Paradise (asesora de la tesis), Eduardo Weiss (RIP), Daniel Hernández, Robert Smith y Sylvia Schmelkes. No conozco a nadie del sistema educativo poblano egresada de esa rigurosa institución de educación superior y le pregunto a Darío y al magisterio, para mostrar solo un caso, ¿no merecía mil veces más un tiempo completo titular C, un millón de veces más que él, una destacada docente, investigadora y activista, reconocida en México y varios países de América Latina por su trabajo de investigación educativa y por su capacidad gestora para la organización de encuentros internacionales de educación intercultural, en los que la migración y la educación empezaron a tener cabida por primera vez no solo en Puebla sino en México…?

La profesora murió faltando 11 días para cumplir los 40 años de servicio, y escribo servicio con autenticidad, porque estuvo al servicio de la educación del pueblo y, con todo, apenas alcanzó un medio tiempo en las escuelas normales. Mantuvo firme la voluntad y la dignidad del magisterio rebelde de las escuelas normales rurales, pues ella egresó de la normal indomable de Saucillo, Chihuahua.

La historia de Darío es la narrativa de cómo se venden, se negocian y se distribuyen las plazas de las categorías más altas en la educación pública de Puebla, podría salir un directorio voluminoso de la corrupción y dinero que ese circuito sistemático propicia. Más aún, si alguien revisara exhaustivamente el otorgamiento de plazas de la más alta categoría laboral, se encontraría con que la mayoría de ellas, especialmente desde Darío Carmona para acá, pero recrudecido durante el morenovallismo, fueron intercambiadas por dinero, favores y prebendas y fueron ocupadas por profesores y profesoras que no reunían los requerimientos mínimos para obtenerlas.

¿Por qué no hacemos con esas plazas patrimonialmente otorgadas como con las notarías públicas...?, ¿por qué no las sometemos a concursos abiertos y públicos?

Yo acuso a Darío Carmona García de usar el cargo público, como secretario de educación, para ejercer la violencia estructural y simbólica contra el magisterio democrático de Puebla y de promover una política de terror laboral.

El Movimiento Democrático Magisterial de Puebla, una historia de dignidad y rebeldía que aún debe ser contada, entre otras cosas relevantes puso en marcha la construcción de un proyecto de educación alternativa para Puebla. La coordinación del proyecto de reflexión pedagógica del movimiento democrático estaba a cargo del experimentado educador Gabriel Salom, en San Andrés Tepexoxuca. Cómo olvidar que sus cenizas descansan bajo la sombra de una árbola giganta de la Telesecundaria Tetsijtislin.

En esa casa hospitalaria de Gabriel, la casa de todos, de sus amigos y discípulos, confluían profesores e investigadores de la educación de las más diversas orientaciones ideológicas y credos para pensar por el sentido y significado de la formación de los seres humanos. ¿Para dónde caminar en el laberinto de la verdad objetual, que termina, como se sabe, por cosificar la conciencia y convertirnos en cosas a nosotros mismos?

Los proyectos pedagógicos de Gabriel, como yo los viví, tenían de fondo una pasión por el arte y por la técnica, al mismo tiempo dionisiaco y apolíneo. La técnica para sembrar un jardín en el más inhóspito desierto de Puebla, para cultivar la tierra en chinampas, para las ferias de la ciencia y de la técnica y, quizá lo más relevante, para el trabajo colectivo de los múltiples y variados talleres de las escuelas que estaban bajo su supervisión oficial. El arte, sin embargo, sobre todo el teatro y la poesía, ocupaban el centro de su válvula cardiaca.
Digo, pues, ese movimiento que fue tantas veces descalificado por la prensa al servicio del Estado, tenía mucho sentido, estaba buscando un modelo educativo, una esencia de la verdad que naciera de lo más profundo, de las raíces de las localidades, de las regiones. Una perspectiva educativa en la que se evaluaran los conocimientos y saberes de sus culturas, en sus lenguas y entornos factuales.

Digo, ese movimiento democrático magisterial que pretendía dialogar, no más que eso, que tenía como base una reflexión pedagógica y aspiraba a ponerla sobre el tapete del debate, para contrastarla con la propuesta educativa del proyecto neoliberal, fue violentamente reprimida. Nadie me lo dijo.

En esa acción fascista, ordenada por Darío Carmona y por Mario Marín, fue tomada presa la actriz Itzel Sánchez de Ita y resultaron con golpes contusos y heridas muchos profesoras y profesores, recuerdo ahora entre las víctimas a la profesora Coral Morales y al profesor Gilberto, a quien le partieron la cabeza de un macanazo.

Entre el 2009 y el 2010 vinieron los ceses a los primeros profesores y profesoras de Puebla y la persecución más feroz contra el magisterio local de que se tenga memoria. Miguel Guerra Castillo, uno de los líderes de aquel movimiento, soportó firme cerca de ocho años cesado, una situación vital que es igual que ser condenado, junto a la familia, a la pena de muerte por inanición. El ejecutor de esa política de terror laboral contra el magisterio fue Darío Carmona García, la memoria histórica no puede olvidar el agravio, no solo porque en su momento podría reincidir en el abuso del poder sino porque ese crimen sigue impune y debe ser enjuiciado.

Yo acuso a Darío Carmona de enriquecimiento no inexplicable sino obvio.

No solo yo, es una verdad a voces en el gremio magisterial, lo dicen sus amigos y enemigos, que son más. Todo el mundo en las escuelas normales recuerda la pobreza de Darío y, asombrados, cuentan, como hazaña o como muestra de corrupción desmesurada, según sea la relación con el personaje de Moliere, la enorme cuantía de bienes y propiedades que, desde que fue secretario de educación pública de Mario Marín Torres, pero, sobre todo en el sexenio de Rafael Moreno Valle, logró acumular Darío Carmona García.

Tan sólo la renta del edificio donde se encuentra actualmente la oficialía mayor de la SEP de Puebla se presume que es de su propiedad igual que, por lo menos, se sabe que es dueño de una universidad. La información es pública y la tomo de la prensa local que Darío nunca lee, por lo que nunca sabe que ya todos saben lo que él no sabe que se sabe.

Yo digo que debería abrirse una investigación a fondo sobre su inexplicable cambio de fortuna y, de ser posible, expropiarle lo que villanamente le arrebató a las escuelas y estudiantes más pobres de Puebla.

Con los dineros decomisados se podría crear un fondo para becar a los estudiantes indígenas del estado y la medida pondría a raya a muchos altos ex-funcionarios de la SEP. Pienso ahora en  aquellos que, aliados con las aseguradoras nacionales, cambian los seguros colectivos del magisterio sin informarles nada y luego, cuando se presentan a cobrar sus prestaciones, son informados por los empleados de la SEP –aunque más bien parecen empleados serviles de las aseguradoras- que su póliza no es la vigente o son expuestos al coyotaje de abogados y largos trámites antes de ver ejercido su legítimo derecho a las prestaciones de ley. Próximamente contaré una historia negra: Morir en el magisterio poblano.

Por todo lo anterior y mucho más, la historia del magisterio en Puebla recordará a Darío Carmona como el brazo ejecutor de la represión política, como el que persiguió, cesó y humilló a muchos profesores y profesoras durante el periodo del gober precioso. No es posible olvidar que esas mismas bases votaron, en su mayoría, por Morena y por AMLO. ¿Cómo, con qué cara, se puede sostener a este malandrín al frente de un encargo de tan noble responsabilidad moral e intelectual?

¿Por qué se sostuvo a Darío Carmona García como la eminencia gris de la SEP durante el sexenio morenovallista?

Por algo muy elemental, Luis Maldonado Venegas no sabía ni papa del sistema educativo poblano, como no supieron nada los otros cincos secretarios de educación de Rafael Moreno Valle, pues ninguno conocía el estado siquiera.

Así que Darío Carmona dijo esta es la mía y puso en práctica las mañas para alterar los resultados de las evaluaciones educativas que había aprendido con Mario Marín Torres, y, como Rafael Moreno Valle era un partidario del éxito a cualquier precio, con toda confianza se dedicó a hacer chanchullos en las evaluaciones del INEE, para que Puebla realizara una hazaña mundial y escalara, desde el submundo hasta la cúspide del cielo, a las primeras posiciones de los resultados de las evaluaciones a los estudiantes en matemáticas y español a nivel nacional.

Las trampas en las evaluaciones educativas no tuvieron límite y Puebla se convirtió de manera apócrifa, como las gesticulaciones primermundistas de Rafael Moreno Valle, en la Atenas del mundillo educativo nacional.

Por esa razón los partidarios del antiguo régimen mantienen a Darío como enlace de la SEP federal, porque se vendría abajo la historia de éxito educativo que hasta los consejeros del INEE alababan en los tiempos electorales de Puebla. Una farsa, una engañifa para seducir a los estados con población indígena a evaluarse, para demostrar que si se puede, aún en la miseria, cumplir con el programa educativo de Mexicanos Primero.

El nuevo secretario de educación pública de Puebla, Melitón Lozano, debe estar advertido de esa mentira, pues cuando ocurran evaluaciones a los estudiantes, bajo condiciones normales, nuevamente se regresará a las posiciones rezagadas que corresponden no con la incapacidad de los profesores y los estudiantes sino con la dimensión de la pobreza creciente que se vivió durante el sexenio ultraneoliberal de Rafael Moreno Valle.

En suma: yo acuso a Darío Carmona García, por sus actos contra el magisterio y contra la educación pública de Puebla, de ser un lastre para el buen funcionamiento del sistema educativo nacional.

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Miguel Ángel Rodríguez

Doctor en Ciencia Política y fundador de la Maestría en Ciencias Políticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Investigador y filósofo político. Organizador del Foro Latinoamericano de Educación Intercultural, Migración y Vida Escolar, espacio de intercambio y revisión del fenómeno migratorio.