Dinero, fama y poder. Son las constantes bullets que la mercadotecnia ha ido posicionando a lo largo de los años como la fórmula del “éxito” y la “felicidad”. Cosmovisión de la vida que atiende a la realización personal en el “hacer-tener” y no en el “ser”.

Ante un mundo globalizado, el capitalismo exacerbado, se ha convertido en la aparente respuesta para que las personas se “sientan” plenas y bien valoradas. Y hago énfasis en el “sentir”, porque éste, se ha convertido en otra variable fundamental que contribuye a la manera de ver el mundo en las nuevas generaciones, “quiero tener para poder sentirme bien”, un mundo fugaz y sentimentalista.

La generación millennial (nacidos de 1988 al 2000), ha creado su propio paradigma del “éxito” a partir de la monstruosa combinación entre el utilitarismo (hijo del capitalismo) y el hedonismo. El primero responde a la sensación de “mientras me sirva tiene valor” , y el segundo a “tiene valor si me hace sentir bien, si me genera placer”. El rey Hedonis, durante  los exquisitos banquetes que ofrecía, propiciaba que sus invitados, después de que hubieran comido y se sintieran satisfechos, fueran a los “vomitorios” a sacar la sensación de “estar lleno” y pudieran regresar al banquete a seguir comiendo y apelar al placer de la gula; de aquí el origen de la ideología del “hedonismo”, la cual se basa en que la vida solo tiene sentido cuando se busca y se siente placer.

Dos distintas maneras de “perseguir el éxito” son las que se conciben hoy en día en diferentes públicos, por una parte están los que piensan que alcanzar el “éxito” es siendo el número uno en todo, acumulando riquezas y obteniendo renombre, alimentando el sistema capitalista, comprar casas, coches, aparatos tecnológicos de vanguardia, etc. Por otro lado, están los que todo lo anterior no les interesa, y solamente se empeñan en “viajar”, vivir “solos”, no tener hijos y disfrutar de todos sus bienes para si mismos, invirtiéndolos únicamente en experiencias que les generen placer y los aparte de cualquier tipo de dolor, una visión estoica, pero, realmente ¿Qué significa ser alguien exitoso? ¿Tengo que ser exitoso como me lo vende el mundo para ser feliz?

Lo importante de reflexionar acerca de la “ideología del “éxito” es lo superficial que se ha vuelto, y no porque “los bienes, el placer”, sean malos, sino porque se perciben como “fines” y no como “simples medios”, visión que covierte al éxito en un fin sin sentido, cayendo nuevamente en el “hacer-tener” para “sentirme feliz”, solo como una píldora momentánea y no como un estado permanente que puede trascender.