AMOR EN TIEMPOS DE TINDER: o cómo una app de citas casuales puede sacar la mejor versión de ti mismo…

  • Alberto Pacheco Márquez
Tinder es hoy por hoy y de lejos, la app de citas número 1 en el mundo, sea cual sea el tipo de cita

Amigas y amigos, como cada jueves es un placer llegar a todos ustedes a través de este gran espacio que es e-consulta y poder compartirles las experiencias de todos aquellos connacionales que, desde Polonia, estamos construyendo patria.

Tinder es hoy por hoy y de lejos, la app de citas número 1 en el mundo, sea cual sea el tipo de citas que una persona pueda tener en mente…

Sin embargo y sin generalizar, un altísimo porcentaje de usuarios y de personas que, sin serlo, conocen Tinder, ven en esta app una mera herramienta para tener encuentros casuales de una noche o poco más que eso.

Y es que si bien, Tinder permite una serie de acciones que pueden enriquecer la experiencia más allá de simplemente deslizar a la izquierda o a la derecha, según un impulso visual demande, es precisamente esta acción tan mecánica y sencilla, la que genera una creencia disfuncional sobre el verdadero potencial de Tinder.

¿Porque quién podría pensar que Tinder es capaz de conectarnos más allá de instintos sexuales o en el mejor de los casos, de intenciones románticas legítimas? Seguramente casi nadie, porque ni sus creadores lo hicieron. ¿quién podría pensar que Tinder, es potencialmente, una herramienta poderosísima para reconectarse con uno mismo en primer lugar y para eventualmente, desplegar capacidades interpersonales que creían inexistentes dentro de sí?

Veamos, el gusano y la mariposa comparten el ser, pero no la misma forma de ser ni estar en el mundo, para el gusano es imposible volar, pero la posibilidad de hacerlo está dentro de él y solo hasta que se encierra en su capullo y se deja digerir por las enzimas y cruza el umbral, se encuentra con un ser y una forma de estar nueva en este mundo. Por lo tanto, Tinder es una posibilidad de cruzar el umbral entre lo que creemos poder y lo que realmente podemos hacer.

Hasta antes de haber dejado México, quien esto escribe, asumía una creencia disfuncional, no porque necesariamente fuera falsa, sino porque las creencias son argumentos mentales que damos por verdaderos y difícilmente cuestionamos, a veces para bien, la mayoría no tanto.

Entonces, yo me asumía como un hombre de mediana estatura, medianamente atractivo, con capacidades promedio para establecer vínculos con las mujeres y era mi zona de confort en la que me sentía seguro y lo menos vulnerable posible. Porque lamentablemente, vivimos en una sociedad que sobrevalora el fracaso y, en consecuencia, somo individuos frágiles ante el rechazo.

Por supuesto que no sabía de la existencia de Tinder, pero una vez en Polonia, me encontraba con diversos problemas, siendo el mayor de todos, que no conocía prácticamente a nadie, me separaba el lenguaje, la cultura, el clima y dentro de mis creencias, hasta el físico.

Los días pasaban y con cierta agonía, pues hasta las actividades más básicas como ir al supermercado, se volvían letanías. A veces con la voz temblorosa y tras ejercicios mentales sumamente deficientes, me atrevía a esbozar tímidamente unas palabras a alguna dama que se encontraba junto a mí en el tranvía o en el mismo pasillo del supermercado, y por supuesto, que todo aquello que se hace sin convicción, está destinado al fracaso.

Me preguntaba una y otra vez, por qué sí, jamás había tenido problemas para socializar, esta vez, era sumamente endeble, y lo más sencillo era victimizarme al respecto y dar por sentado, que era por ser diferente que los demás no querían conectar conmigo.

Pero asumir lo anterior, no cambiaba en nada mi situación y de alguna u otra forma tenía que revertirla y lo deseaba con tanta fuerza desde el corazón, que mi mente comenzó a plasmarlo en la realidad, y así, un buen día a través de una simple búsqueda en Google, es que llegó Tinder a mi vida.

Abrí mi perfil y al principio, como todo lo nuevo, resultaba algo confuso, pero noté algo muy interesante; al menos un 90% de todas las mujeres también hablaban inglés, un porcentaje similar tenía una descripción muy detallada de lo que buscaban y se hacía aún mayor en rangos de edad arriba de los 26 años.

Otro dato muy interesante, era que las mujeres de forma intrínseca, daban ciertos detalles sobre sus vidas profesionales, parecía que no solo buscaban amistades, parejas o citas ocasionales, sino hasta gente afín intelectualmente o con quienes pudieran establecer conexiones más allá del ámbito romántico.

También identifiqué rasgos de los hombres que a ellas les molestaba, tales como fanfarronear con poder económico o musculatura exacerbada, además de que los primeros acercamientos textuales se redujeran a un “hola” o cuando mucho “cómo estás” sin añadir palabra alguna de más, quizá dando por hecho que las selfies en el gym o en el carro deportivo eran más que suficientes.

Habiendo procesado lo anterior, diseñé un perfil competente, a sabiendas que mis diferencias serían mi mayor valor agregado y las vincularía directamente a lo que ellas buscaban.

La magia ocurrió inmediatamente, recuerdo vehemente, que en mi teléfono no dejaban de sonar una y otra vez esos cálidos y reconfortantes sonidos de alarma tan peculiares de Tinder.

Y digo sonidos, porque no era solamente el que indicaba que tenía un MATCH, sino también el que me decía que tenía mensajes nuevos. Por lo tanto, no solo estaba resultando atractivo en primera instancia para las polacas, rusas y ucranianas que componen el mayor universo de mujeres registradas en Tinder en Polonia, sino que ellas, se tomaban la molestia de escribirme antes de que yo lo hiciera.

Aunado a lo anterior, comenzaban a fluir conversaciones profundas, en las que temas como nuestras culturas diferentes, la situación económica y profesional del mundo o los mitos y realidades sobre México y por las que ellas sentían curiosidad, eran los protagonistas y que me trasladaron al plano de lo concreto por medio de largos y profundos encuentros en los que una taza de café o una copa de vino eran el preámbulo de cosas extraordinarias.

Sin darme cuenta, no solo estaba estableciendo relaciones sólidas uno a uno, sino que también me integraba fuertemente a la dinámica social, porque comencé a ser parte de los círculos sociales de aquellas damas con las que salía; me invitaban a las fiestas que realizaban las compañías en las que trabajaban y adónde conocía a más gente en ambientes propicios para desarrollar otro tipo de relaciones o a fiestas con sus grupos de amigos, con los cuales, ya era sumamente fácil conectar.

En ese punto, no solo había recuperado la seguridad para socializar, sino que descubrí cosas en mí, que ni siquiera imaginaba. Y sí, salía con muchas mujeres muy hermosas, que al final era lo de menos, porque salía con mujeres que me nutrían emocional, intelectual y moralmente, además de que había desarrollado un networking que me permitió llegar a las cúpulas económicas y políticas de Polonia, a tal grado, que gracias a  una de mis mejores amigas (match de Tinder), es que conocí a uno de los hombres más ricos de Polonia y que está próximo a venir a Puebla con toda la intención de realizar inversiones.

Entonces Tinder se volvió mi mejor Linked In, también una versión más profunda de Instagram, un Reddit, un Facebook más íntimo y un coach de vida que marcó un antes y un después en mi existencia, fue el punto de inflexión que me llevó a un puerto hasta entonces desconocido, definitivamente mejor.

Yo en Tinder no vi el performance (una app para encuentros casuales) sino el potencial, me demostró que la fe no es un acto del entendimiento, sino de la voluntad y que conectar con las personas no es una acción meramente orgánica, sino que somos espejos frente a espejos queriendo ser queridos, queriendo que crean en nosotros, que nos valoren y nos potencien y es entonces cuando se da el milagro de la verdadera conexión humana y Tinder es en realidad un medio para hacer de otra persona un fin en su máxima expresión.

Tinder me demostró que no me hacía falta ser un genio para ser genial, ni parecerme a Brad Pitt para ser increíblemente atractivo, porque vamos por ahí trabajando más con nuestras limitaciones y poco atendemos a nuestras posibilidades y desde el papel de una víctima no se puede generar ningún futuro.

Tinder me permitió llevar la mente a lo más alto de la exigencia, me hizo dudar de mis límites, y solo en el reto y la adversidad, es que se despliega la creatividad y la inteligencia trasciende. Fui curioso al abrir la app, observé cuidadosamente el entorno, sacrifiqué mi zona de confort, perseveré y encontré una apasionante herramienta para conectarme humanamente con los demás, algo de lo que hoy carecen las relaciones entre personas.

Tinder me convenció que no había nada, que no mereciera…

Nos vemos cuando nos leamos…

IG: Gentleman_Alberto

Correo: albertopm2711@gmail.com

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Alberto Pacheco Márquez

Especialista en Desarrollo Regional y Gestión de Inversión Extranjera y Conferencista. Se desempeñó en el sector público y privado en México como en el extranjero. Dedicado a la vinculación entre México y Polonia