Hace poco

  • Rafael Gómez Olivier
Hace poco me subí a un escenario cotidiano con el corazón tirado y el cerebro brillante acompañadme

Hace poco me  puse un reloj en la muñeca, uno de esos medio caros, uno de esos que medio brillan, uno de esos que se agitan para que se acomode y los demás noten como se acomoda, lo use unos días en donde antes iban pulseras de historias que más que las horas contaban lo que sucedió en las voces de quien me conoció,

Hace poco me subí a un escenario cotidiano con el corazón tirado y el cerebro brillante acompañadme, casi como cada año, casi, porque esta vez la razón tenía esposada el alma y me hizo hablar lo correcto, lo que no afecta ni incomoda, lo necesario, lo que la tranquilidad de los demás esperaba y no lo que ardía bajo el esternón como nos arde a los que nos guiamos con ese lazarillo que solo se mueve si hay pasión.

Hace poco que no escucho a Sabina o Dylan, tampoco  imagino que acabare igual de viejo, engreído y fatigado, con algún trago que me diga entre hielos que no me alcanzo esta vida para ganar una lucha in ganable, pero me sobro para convencer a mas imbéciles como yo de que era posible mientras le sonrió a una princesa.

Hace poco que los retos se hicieron igual de cotidianos que los huevos estrellados en la mañana o el camel en la noche, hace poco que el camel se volvió largo y más alargado, hace poco que incluso he considerado la estupidez de dejarlo de lado.

Hace poco que importaba más el cuello de la camisa en el reflejo, una sonrisa sin importar el mar visto, amor sin deseo, y a las que deseo sin sentir amor, me acostumbraba a menos aventureras juzgadas en carteles y comprendía a hombres muertos que solo saben dar las gracias con lamidas a las entrepiernas de su rey, hace poco me acostumbraba a sacar licencias para existir a cubrirme la espalda y la mentada de madre de dejar el whisky seco por copas de Gin, pepino y romero.

Hace poco ya no me daban prisas por competir con la muerte, en esa lucha nuestra de no morir antes de dejar de respirar, hace poco la soledad ya no buscaba en las memorias filosas de días pasados para poderme inspirar.

Hace poco ya no me levantaban las 3 de la mañana enfrente de hojas blancas y una pluma mordida por un hombre nervioso y cretino, y sobre la peste que significa a veces seguir, olvidaba el estilo con el que se le tiene que abrazar y reír. Olvide la desdicha de Bukowski, los electroshocks de Hemingway y que por pensar, con balas y no palabras fusilaron a Lorca.

Tenía miedo a salir sin suéter, a decirle a una loca que la amo sin importar si estará para siempre, al infierno se llega por tibio y no por dar besos en la cadera y la boca.

Ni las desdichas son solo para los días nublados, ni las calles vacías solo para huir y matar, ninguna revolución inicia coherente, y las partidas para siempre comienzan con un aquí me quedare, pero los que peleamos nos seguimos quedando, dudando y abrazando, estando bien y estando peor, acusados de inconformes, idiotas y mal de la cabeza, orgullosos de pequeñas gestas, festejadas con excesos y sueños de trascendencia.

Hace poco volví a pisar mierda con mis botas y dejar de bolear los zapatos, perdí el miedo de otra vez partir, el ansia de alejarse, el baile del estómago y la Fé sobre un avión en la turbulencia, hay gente echada al aire como una moneda y esa es la que vale la pena en la suerte conseguir, el mundo no es para tanto pero esta vida sí.

El Quijote se enfilo sobre un caballo falso a los 50, apostando todo que era nada a la esperanza y la dicha escalofriante de andar casi solo y encontrar una lucha verdadera que no tuviera lepra de corrupción.

La cortina otra vez dejo salir el humo y entrar el frio de una madrugada que solapa los vicios y le quita a mis palabras sobre papel los prejuicios.

 Salgamos a la calle descalzos como cuando Eva se comió la manzana, peleemos por los besos que da el concreto de las banquetas y si no logramos nada por lo menos quedémonos gritando hasta que se hunda este puto barco, juguemos como niños en los charcos y volvamos a llenar de patas lodosas los pisos de mármol, y si nos tocó la peor de las eras, que las ideas sobrevivan para contarlo.

Hace poco aunque no por completo el brillo le regreso a los ojos borrachos de sangre, injusticia, tequila y limón, que la valentía luzca como ramo de violetas en los enamorados y no plantadas en un jardín con rejas bien cuidado.

Hace poco hice gritar a  mis papas de la emoción, a 5000 colombianos viva México y durante 8 años  a mexicanos más difícil aun, mi hermana lloraba con las líneas sinceras de un hombre que solo encontraba aquí su premio de consolación, lo malo no es que huyera y perdiera por otro error  un pedazo del corazón, la maldición fue considerar que esto ya siempre seria así.

De niño y cuando esta vida se curtía quise dedicarme a ser inteligente, pero esa cretina una mañana en la que sonreía , puso en mi cara una diana y le mando una flecha a los 20 puntos de mi ojo dejando un mensaje claro, a partir de ahora lo que te toca es ser valiente.

Me hice adicto a ser sincero en cualquier papel o servilleta, en cualquier mesa, país y dormitorio, hablando con cualquier pluma y escribiendo todas las líneas que puedan romper el silencio, aunque no quedarse callado a veces duela para siempre.

Con una chamarra, una maleta y gorra, el tatuaje de que en mi vida quienes importan siempre me dieron amor, el cinismo puesto de hacer cosas que no son propias, las incongruencias a veces me tropiezan pero nunca me han atrapado, las gafas puestas y una sonrisa de quien no se agacha, no se humilla solo a lo q creo y pues aunque no esté de moda ese es Dios, de frente pisando a idiotas que solo tienen mierda en la boca, critican y destruyen gente porque la ambición es su dogma, nunca le he temido a la crítica, aunque lastima, para quien cabalga solo es el ruido de quien no entiende que el bar se cerró.

Estar en el extranjero me acerco a casa y estar lejos de ella me enamoro, no importa el clima, tampoco la herida o la guerra  que se perdió, mientras tendía una cama que no era mía, aprendí a ser yo mismo, esa es la receta de un ganador.

Me duele más fallarle a un amigo que a una multitud, pero con las multitudes nunca me han temblado las  piernas como cuando estoy enfrente del amor.

He salvado a quienes me siguen de quedarse sentados tomando el sol en un día que un día terminara, la luna tampoco tiene mucho sentido si no se recuerda a quien se quiso, hay que levantarse y enfrentar a los imbéciles que se encomiendan al dinero, el nihilismo y el nepotismo, pues nunca tendrán lo que soñaran.

Ellos quieren todo y compran cañas para ir al rio sin saber pescar, nunca han tenido noches con tango o mambo de fondo y el perfume a su ritmo sin pagar a quien tocar, que te tomen las manos sonriendo mientras se embriagan de whisky y seguridad porque en ese momento no se escucha el grito del final, el cuello repleto de besos, el cenicero de cigarros, el espíritu de cicatrices de las cuales hablar.

Son años de explicarle a mis libretas lo que esta y me está pasando, llenarlas de latidos guardadas siempre atrás en el bolsillo, escritura in descifrable de fracasos e historias sin final ni moraleja.

Habito este planeta y no sé hasta cuando, cuidando a mis hojas de las mentiras y la cobardía, porque cuando he caído en ellas, aunque las habrá y observe por horas se han quedado vacías.

El fango me ha cubierto la cara pero jamás me entierra, y las luchas que nacen en mi cabeza siguen detonando más, que una espoleta.

@RafaGoli

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Rafael Gómez Olivier

Presidente y CEO Social Business, conferencista sobre emprendimiento. Cocreador del concepto IdeasParty.  Creador del concepto Mundo emprendedor: Congreso que llevó educación empresarial a más de 12 municipios en Puebla. Creador de Unfollow