Rosario Ibarra de Piedra: una vida dedicada a la lucha

  • Laura Carreto Tirado
El premio es un diploma y una medalla con el escudo de nuestro país

Hace unos días le fue otorgada la medalla Belisario Domínguez a la luchadora social: Rosario Ibarra de Piedra, la cual es entregada por el Senado de la República desde 1954, a ciudadanos mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente como servidores de la patria o de la humanidad. El 3 de enero de 1953, a propuesta de Adolfo Ruiz Cortines se expidió un decreto por el cual anualmente se entregaría la medalla. El nombre alusivo al senador por el estado de Chiapas: Belisario Domínguez quien fue opositor a Victoriano Huerta, asesinado el 7 de octubre de 1913; es por eso que se entrega en este mes por el Senado y el Presidente de la República. El premio es un diploma y una medalla con el escudo de nuestro país. Doña Rosario Ibarra se convirtió en la séptima mujer en recibirla (a pesar de dejarla en custodia del presidente). La primera fue Rosaura Zapata (1954), María Hernández Zarco (1963), María Cámara Vales (1969), María Lavalle Urbina (1985), Griselda Álvarez (1996) y Julia Carabias (2017).

Rosario Ibarra de Piedra nació en Saltillo Coahuila en 1927, su padre fue ingeniero y militar en la Revolución Mexicana; su esposo fue integrante del Partido Comunista Mexicano. Su labor como activista política inició el 18 de abril de 1975 cuando el segundo de cuatro hijos: Jesús Piedra Ibarra fue secuestrado y desaparecido. Jesús era miembro de la Liga comunista 23 de septiembre, una organización político-militar que de manera clandestina luchó por crear un partido y un ejército revolucionario, surgió durante el gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), el 15 de marzo de 1973, en Guadalajara, Jalisco. Su nombre era un homenaje a la primera guerrilla del México contemporáneo, que atacó el cuartel militar de Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965. La LC23S mantuvo sus primeras actividades en: Jalisco, Nuevo León, el entonces Distrito Federal y Sinaloa, aunque posteriormente se extendió en más estados. La agrupación diseñó una agenda político-militar que incluía huelga económica- política, combate de calle y guerra de guerrillas (Expansión Mx, 2019).

A partir del intento de secuestro y asesinato no planeado del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada cabeza del Grupo Monterrey. El estado comenzó una lucha en contra de la liga que a la larga derivó en su fin. La muerte de Sada dificultó la relación de Luis Echeverría con el sector empresarial; días después del intento de secuestro de Garza, el 10 de octubre, se reportó que otro comando de la Liga secuestró en Guadalajara al cónsul británico Duncan Williams y al empresario Fernando Aranguren. En respuesta, el gobierno rechazó negociar con la Liga y esta decidió matar a Aranguren y liberar al diplomático (Expansión Mx, 2019).

El gobierno lanzó una campaña contra la Liga, en la cual, según coinciden diversos organismos de derechos humanos e historiadores, las autoridades mexicanas incurrieron en asesinatos, tortura y desapariciones. Ese período de la historia contemporánea de México es conocido como "guerra sucia". Los crímenes cometidos en él han sido investigados por fiscalías especiales, han derivado en sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) y han empezado a motivar disculpas públicas por parte del Estado mexicano (Expansión Mx, 2019).

Ibarra de Piedra fundó en 1977 el Comité Pro defensa de Presos, perseguidos y desaparecidos y exiliados políticos, conocido como Comité ¡Eureka!, una organización de madres y familiares de desaparecidos durante el terrorismo de estado de los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, su lema era “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.  La exigencia era dar con los responsables de los crímenes y su objetivo fue encontrar a los desaparecidos.

En 1982 participó en las elecciones federales como la primera mujer candidata a la presidencia de la República, postulada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Seis años después repetiría su candidatura como parte de las elecciones de 1988. En 1985 se desempeñó como diputada federal y en 2006 como senadora del Partido del Trabajo. Aceptó ser candidata, ya que se le planteó que de esta manera se iba a conocer sobre el problema de los desaparecidos, así que no pensó dos veces, además de ser histórica su participación por ser la primera mujer.

Fue candidata al premio Nobel de la Paz en 1986, 1987, 1989 y 2006. Durante sus escritos en su columna de “EL Universal”, abordó temas sociales y personales, como el de los triquis, los obreros y la desaparición de su hijo.

El problema de los desaparecidos ha sido una constante en nuestro país: hay más de 32,000, de los cuales 73.6% son hombres y 26.3% son mujeres. Tamaulipas es por mucho el estado donde se registran más casos: con 5,943 personas, le siguen Estado de México con 3,832 y Sinaloa con 2,852 (CNN, 2017).

Actualmente existe otro movimiento muy conocido que busca a sus hijos, que son los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero, los cuales desaparecieron la noche del 26 de septiembre de 2014 cuando se dirigían a Iguala a recaudar fondos para una protesta que se llevaría a cabo el 2 de octubre en la CDMX; los normalistas fueron atacados por la policía de esta misma ciudad y hasta la fecha no se sabe de su paradero. Los padres de los estudiantes de los normalistas, retomaron el lema del Comité ¡Eureka!, fundado por Rosario Ibarra: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” y han llevado a cabo innumerables manifestaciones, además de rechazar el dictamen oficial del gobierno de Peña Nieto, llamado la “Verdad histórica” en el cual se afirma entre otras cosas: que fueron quemados en el basurero de Cocula, de este mismo estado. Aún le siguen exigiendo al gobierno, actualmente encabezado por el presidente AMLO, conocer sobre el paradero de sus hijos.

Ibarra de Piedra, una mujer, activista que siempre ha tenido la frente en alto, y que jamás se desmoronó frente a ningún funcionario, pues según sus propias palabras “iba a pedir justicia, no conmiseración ni lástima”; su lucha no ha terminado, pues aún busca a su hijo, su labor sentó un precedente en la historia del activismo en nuestro país, fue así que su lema le ha servido a quien como ella busca a sus hijos. No sabemos las historias de 32 mil padres, pero sí podemos empatizar con su dolor y angustia, desesperación y frustración al no saber nada sobre ellos y sobre todo por la ineficacia de las autoridades. Vivir en este país es un constante riesgo y como tal debemos sabernos vulnerables, sensibilizarnos al respecto.

Y aunque no acudió a recibir esta presea, su hija Claudia Piedra, a nombre de ella, pronunció un discurso donde expresa dejarla en manos del presidente hasta que se esclarezca el paradero de su hijo y de los miles de desaparecidos. Dijo “que su caso sigue igual, recibiendo escarnio y burla de los funcionarios” y “que el gobierno que tanto añoraba que llegara, no ha sido como esperaba”. Después de estas palabras que debieron ser duras para el presidente quien se ha mostrado empático al respecto, se comprometió con dar con los desaparecidos.

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Laura Carreto Tirado

Licenciada en Relaciones Internacionales, Maestra en Ciencias Políticas ambos grados por la BUAP. Especializada en temas migratorios y en la Relación México-Estados Unidos. Ha investigado y escrito al respecto en libros y revistas