Ciudadanos comprometidos

  • Juan Martín López Calva
Una reforma profunda de los sistemas educativos.

“Querer informarse sin esfuerzo es una ilusión que tiene que ver con el mito publicitario más que con la movilización cívica. Informarse cansa y a este precio el ciudadano adquiere el derecho de participar inteligentemente en la vida democrática.”

Ignacio Ramonet.

https://citas.in/frases/96924-ignacio-ramonet-querer-informarse-sin-esfuerzo-es-una-ilusion-que/ 

 

He dedicado las dos semanas anteriores a plantear algunos elementos del perfil docente que se requiere para ir haciendo realidad la reforma del espíritu –la gran reforma de la humanidad que responda a la pregunta por el sentido de su existencia histórica- que plantea Edgar Morin como responsabilidad de los sistemas educativos ante la crisis que enfrenta el mundo en esta era de hierro planetaria.

Esta reforma del espíritu requiere de una reforma profunda de los sistemas educativos que no pueden, tal como están funcionando hoy, responder a esta demanda urgente y brindar una formación pertinente para la ciudadanía planetaria.

Sin embargo, paradójicamente cada vez resulta más claro que ante la profunda crisis política que vive el mundo, esta reforma de los sistemas educativos no podrá venir desde arriba, desde las autoridades y los legisladores que están cada vez más encerrados en la obsesión por acceder y mantener el poder y para ello instrumentalizan a los diversos subsistemas sociales incluyendo por supuesto y de manera estratégica a la educación.

El cambio no podrá hacerse sin el vector que viene de arriba hacia abajo –desde los gobiernos y las autoridades responsables de la educación- pero personalmente considero que ante el panorama planteado líneas arriba, no sucederá si no es impulsado por una fuerte corriente de abajo hacia arriba, es decir, desde los actores de la educación hacia las estructuras del sistema educativo.

Para que esta corriente se active es necesario, decía en los dos artículos anteriores, que los profesores se asuman y actúen como intelectuales transformativos y como líderes transformadores.

En este espacio de hoy quiero plantear un tercer rasgo que considero indispensable para que los docentes, orientadores, directores escolares y otros actores de la educación que está sucediendo realmente en las aulas de cada día puedan generar esta corriente de reforma educativa auténtica desde abajo. Se trata de la dimensión de ciudadanía.

Creo que estos tiempos están reclamando con urgencia la formación de ciudadanía responsable y para ello se requiere que los educadores se asuman y actúen como ciudadanos comprometidos que participen y contribuyan con su esfuerzo inteligente y crítico a la construcción de una sociedad realmente democrática.

Un paso importante que es el punto de partida de esta ciudadanía comprometida es el de la información constante, sistemática, variada y objetiva sobre el entorno político en el que se vive.

Los educadores deberían estar siempre atentos y haciendo el esfuerzo por mantenerse informados sobre lo que está pasando en el mundo, en el país, en el estado en el que viven y en la ciudad o comunidad concreta en la que se inserta la institución educativa en la que prestan sus servicios.

Es verdad que en estos tiempos de enorme confusión y de avalancha informativa en la que ya no se distingue lo que es verdad de lo que es mentira, lo que está más o menos sustentado de lo que es un simple invento, lo que es noticia de lo que es “fake news”, resulta natural que los docentes adopten la actitud de desinterés que los lleva, como muchos de ellos comentan en charlas informales, a no ver ni oir las noticias y a no leer el periódico ni las revistas de análisis porque tienen siempre cosas muy negativas, dolorosas, desilusionantes y contradictorias.

Como bien dice Ramonet informarse cansa. Pero como afirma en la misma cita este cansancio es el precio que el ciudadano debe pagar para adquirir el derecho –y añado yo, adquirir las herramientas básicas- para poder participar inteligentemente en la vida democrática.

Informarse sin esfuerzo es un mito producto de la publicidad y el educador de hoy debe estar haciendo continuamente el esfuerzo para mantenerse informado. Este esfuerzo inicia con la selección de fuentes y medios variados de información que descarten lo que es evidentemente propagandístico –de cualquier signo- y lo que no tiene ningún sustento en evidencias para elegir aquellos noticiarios, revistas, diarios, autores, periodistas y analistas que sean medianamente rigurosos.

Una vez hecha esta selección, el educador debe también ser conciente de que no existe el periodismo objetivo en el sentido de estar libre de simpatías o antipatías, de posturas ideológicas o políticas, pero que sí existe y se debe buscar el periodismo objetivo en el sentido de un ejercicio informativo y analítico que desde una postura explícita y claramente definida plantee información sustentada en hechos y en evidencias o fuentes confiables y no meras especulaciones y descalificaciones. En este segundo momento de selección, resulta conveniente tratar de consultar medios informativos serios de distintas tendencias ideológicas y políticas para poder revisar posturas diversas y aún contrarias y hacer el segundo esfuerzo de construir una postura propia a partir de conclusiones personales de esta información variada.

A partir de este ejercicio de información y toma de postura sistemática ante los hechos y los procesos que se están dando en la sociedad, los educadores tendrían que llevar su propia postura a un modo de participación con un doble sentido.

En primer lugar, hacia el interior de la institución educativa y de su propia aula no como un ejercicio de indoctrinación sino como una forma de ejercer la profesión como una praxis que tiene cierta orientación política bien sustentada y como una labor de formación de ciudadanía bien informada a partir de contagiar este hábito de informarse y ocuparse del mundo en el que viven a sus estudiantes según su edad y nivel de comprensión y responsabilidad.

Por otra parte, en el ejercicio de la propia ciudadanía y compromiso político –en el sentido amplio y no necesariamente partidista- del educador en su propio gremio tan necesitado de una construcción democrática y en la sociedad en la que vive.

Para hacer una verdadera reforma educativa necesitamos sin duda de educadores que sean ciudadanos comprometidos a partir de estar bien informados.

 

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).