Impuestos a plataformas digitales

  • Ernesto Villanueva
Sólo se pagan impuestos si físicamente están establecidas en un país determinado.

Uno de los temas donde hay consenso en el qué, pero no en el cómo es en que las empresas paguen impuestos. Google, Facebook, Twitter y otras muchas más se encuentran en una zona gris. En algunos países pagan impuestos en otros ninguno. En México, el proyecto de la Miscelánea Fiscal 2020 incluía el pago del IVA so pena de desconectar a estas plataformas de internet en el país en abril del 2020. Ese proyecto fue modificado y no se incluyeron finalmente como contribuyentes a estas macro empresas trasnacionales. Se hizo eso sí a las empresas digitales de servicios de hospedaje y hotelería, impuestos que finalmente será trasladado al consumidor final. En el Grupo de los 7 países más ricos del mundo se ha abordado el tema, pero no se ha llegado a ninguna conclusión. Se espera que a mediados del 2020 se establezcan reglas sobre el particular a la luz de que un problema supra nacional requiere una solución de las mismas proporciones.

Lo anterior no significa que no existan países que hayan establecido impuestos, como Francia que grava con el 3% a esas plataformas. En Estados Unidos se han establecido en algunos estados impuestos a las ventas por Amazon. Y así hay algunos otros ejemplos más. Por ahora en México las plataformas digitales salieron inermes de pagar contribuciones. Anteriormente, el argumento era que sólo se pagan impuestos si físicamente están establecidas en un país determinado. Hoy, el punto central es que estén o no con un domicilio físico en un país, si hacen negocios y obtienen recursos de nacionales deben pagar impuestos.

La tendencia internacional apunta en ese sentido. Más temprano que tarde las empresas digitales habrán de cumplir su cita con el Sistema de Administración Tributario en México. El gran reto es el cómo. ¿Cuánto deben pagar? ¿El IVA y además el Impuesto sobre la Renta? ¿En los mismos porcentajes que las empresas establecidas en el país? El sentido común diría que sí. No obstante, el gran reto es cómo lograr que esa recaudación sea calculada de los ingresos en un sistema institucional diseñado para las empresas físicas con los mecanismos tradicionales de verificación. De igual forma, las plataformas digitales internacionales tienen como herramienta de negociación dejar de prestar servicios en un país determinado si las condiciones les reducen sus ganancias. Por supuesto, que habría una pérdida para esas empresas, pero también lo habría a un país al aislarlo del mundo. Debe buscarse un justo medio en donde tanto las plataformas digitales como el gobierno se pongan de acuerdo en un mínimo común. Es verdad que, en estricto sentido, no debería ser así. La autoridad ejecutiva con la aprobación del Congreso tiene las atribuciones constitucionales y legales para crear las contribuciones que el interés público determine. También es cierto que hay una competencia desleal entre las iniciativas virtuales mexicanas y las internacionales. El tema es que esos principios básicos no son factibles de trasladarlos mecánicamente a las empresas virtuales trasnacionales por su compleja red en la que operan comercialmente.

Algunas de estas empresas han insistido en que ya pagan impuestos en otros países y que un impuesto mexicano podría entrar en la doble tributación que no está permitido donde hay acuerdo en ese sentido con México. El tema da para toda una investigación de gran calado. Lo cierto es que las cosas no pueden permanecer como están.

Deben aplicarse impuestos por el método de aproximaciones sucesivas, mejorando los mecanismos de verificación y llegar a un punto donde no sean los mismos ciudadanos- como en las empresas virtuales de ventas- los que paguen. Ello generaría que sea el mismo universo de contribuyentes los que tributen más y no se amplíe ese universo como debería ser el propósito.   

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com

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Ernesto Villanueva

Investigador Tit C IIJ UNAM, SNI III, columnista Proceso, SDPnoticias, OEM y Contra Réplica

Temas:

Corrupción y Derechos en la era digital