Ayuntamientos

  • Víctor Reynoso
Con frecuencia el dinero que recibían se gastaba mal.

Víctor Reynoso

Profesor de la UDLAP

El desencuentro de estos días entre varias decenas de presidentes municipales y el presidente de la República tiene varias aristas. La más notable: el intento concentrar el poder. La litis, el origen del conflicto, es que recursos económicos que antes llegaban a los ayuntamientos hoy se quedan en la federación. El asunto es importante para ver en qué consiste realmente la llamada 4T, en los hechos, no en su propio discurso.

Los ayuntamientos fueron claves en el siglo XIX para la sobrevivencia del país. Mientras los gobiernos nacionales vivían una época de anarquía, lo gobiernos municipales cumplieron las funciones del Estado mexicano. Con el porfiriato se centralizó el poder, y con el régimen posrevolucionario esa concentración se acentuó, convirtiendo a los los ayuntamientos en casi nada.

A fines del siglo XX se inició un cambio. Empezó por las finanzas públicas: los ayuntamientos empezaron a recibir más recursos. Con la transición electoral esos gobiernos locales ganaron autonomía. No siempre para bien. Con frecuencia el dinero que recibían se gastaba mal. Bien sea que pasara a bienes privados, bien que se gastara de forma ineficiente e ineficaz. Pero el proceso de descentralización era un hecho.

Con la reforma de 2014 que permitió la reelección de los miembros de cabildos, prohibida desde 1933, la esperanza de que los ayuntamientos adquirieran mayor autonomía y capacidades aumentó.

Esto parece estar cambiando con el gobierno actual. Ha mostrado de diversas maneras que no le gusta la división de poderes. Ni los organismos autónomos, ni la oposición, ni la prensa crítica. Quizá no le gusten a ningún político en el poder, pero algunos manifiestan un respeto que el gobierno actual no ha tenido.

Ahora le tocó el turno a los ayuntamientos. Los presupuestos de egresos, propuestos por el ejecutivo y aprobados por el legislativo donde su partido tiene mayoría, les redujeron los recursos tanto para el año en curso como para el 2020. Creo que es lamentable, pues muchos asuntos públicos los atienden mejor estos gobiernos que el federal.

Alguien dirá que no debe haber sorpresa en esto: López Obrador ha señalado en varias ocasiones que los males del país empezaron en 1982. Tácitamente, su modelo parece estar en los gobiernos priistas anteriores a ese año. Parte de ese modelo es la concentración de los recursos en el ejecutivo federal a costa de los gobiernos locales.

Otra cuestión que muestra la protesta de los munícipes y la respuesta del gobierno federal es que no es lo mismo estar en la oposición que en el gobierno. Si ha habido un político protestante entre nosotros es López Obrador. En una ocasión bloqueó el acceso a pozos petroleros en Tabasco. En otra, una de las principales avenidas de la capital. Ahora su gobierno fue poco sensible a la protesta, y en pocos minutos roció gas lacrimógeno hacia donde estaban los alcaldes.

Habrá que observar hacia donde se encamina el gobierno de la Cuarta Transformación. Ver qué tanto su propuesta es algo nuevo, o un retorno a los viejos moldes de la política mexicana. Concretamente, a la concentración del poder en el Ejecutivo Federal.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.