Pobreza y educación

  • Víctor Reynoso
¿Mejorará la calidad de la educación pública de manera que haga más probable la movilidad social?

Profesor de la UDLAP

Hace poco tiempo, un anuncio del Partido Socialista Obrero Español presentaba un diálogo entre un niño y su empleada doméstica. “¿Tú tiene hijos?”, preguntó el niño. “Sí, una hija de tu edad” respondió ella. “Qué bueno, para que cuando yo sea grande ella trabaje en mi casa”, concluyó el infante. El diálogo ofende: la hija de una sirvienta destinada a ser sirvienta. Pero la respuesta de los socialistas españoles era buena: terminaban su propaganda diciendo que la única manera de evitar eso era una educación pública de calidad.

El asunto tiene relación con la legislación sobre educación recientemente aprobada en la Cámara de Diputados por el partido en el poder y sus aliados y rechazada por la oposición. ¿Mejorará la calidad de la educación pública de manera que haga más probable la movilidad social, que quien nació pobre deje de ser pobre?

La respuesta parece ser negativa. No parece haber sido ese objetivo de la reforma. Más que centrarse en los niños que reciben la educación pública se centró en los maestros. O más precisamente, en los sindicatos.

Una distinción importante en política es entre aquello que utilizan el poder político para que los pobres dejen de ser pobres y aquellos que utilizan a los pobres para acceder al poder y mantenerse en él. Es una de las preguntas sobre el actual gobierno federal. Quizá sea la principal pregunta sobre el mismo. ¿En cuál de los dos casos está? ¿Va realmente a mejorar la condición de los pobres del país, o los va a utilizar para mantenerse en el poder?

La pregunta está abierta. Habrá que seguir las distintas políticas del gobierno para ver en qué sentido van. Las últimas décadas gobiernos de distintos partidos invirtieron miles de millones de pesos (un uno por ciento del PIB, se dice, mucho en absolutos, poco para el que es nuestro principal problema) y no se logró gran cosa. Disminuyó en número de mexicanos en pobreza extrema, pero no en pobreza a secas.

Se dice que no basta con la política social, que la economía debe crecer. No es suficiente con dar a los pobres mejores condiciones de vida si la economía no crece y genera nuevas oportunidades. Es otro punto a analizar en el actual gobierno.

Lo mismo hay que hacer con sus diversas políticas sociales. El subsidio a las personas de la tercera edad y a los discapacitados tiene una parte muy noble, sin duda. Pero es básicamente paliativo. Está bien: hay casos en los que solo se puede paliar la situación, y hay que hacerlo. Pero esos subsidios no acabarán con la pobreza.

La actual reforma educativa tampoco parece ir en ese sentido. No parece tener como objetivo explícito dar herramientas a los niños más pobres del país para que adquieran capacidades que los saquen de pobres. Tampoco parece tener los medios que lleven a ese objetivo.

Tristemente, parece que no será nuestra educación pública el medio para evitar la lamentable realidad descrita y criticada por los socialistas españoles en su propaganda, referida al inicio de este artículo.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.