La libertad de expresión en Puebla

  • Miguel Ángel Rodríguez
El dinero, el miedo y el terror, aliados naturales del nihilismo.

Conozco a Rodolfo Ruiz, el columnista de La corte de los milagros y director de e-consulta, desde hace alrededor de 25 años. Desde entonces, si contamos por sexenios políticos, no ha habido un solo gobernador que no lo haya amenazado, acosado, perseguido y violentado, por el ejercicio de la crítica documentada a los usos y abusos de la clase política de Puebla. Una clase política que bien podría dibujarse, sin titubear un minuto, como nihilista –sin valores supremos y sin últimos.

El caso más extremo lo constituyó la violencia más que simbólica, estructural, de Rafael Moreno Valle contra el periodista. La voluntad patológica de poder, la hybris del entonces gobernador le ordenó que debía dar un escarmiento ejemplar a Rodolfo Ruiz: "para que aprenda con quién se mete" –habría dicho el clasista político poblano.

La lógica disciplinaria de Moreno Valle solía dejar marcas de sangre, para que nadie se engañara acerca de quién ejercía el poder soberano en Puebla, literalmente un señor de horca y cuchillo. La comunicación política del extinto gobernante no sabía de mediaciones, de diálogo, el único mensaje era la sujeción absoluta: la cárcel y la muerte.

Con la voluntad obsesiva de extender su dominio sobre la voluntad de Rodolfo Ruiz, de silenciar las críticas del periodista, dos veces premio nacional de periodismo José Pagés Llergo, primero invadió su casa una pareja de policías, hombre y mujer, disfrazados de civil, con el argumento de que llevaban unas flores para la señora de la casa. El objetivo era sembrar el miedo y el terror en la familia del periodista. Después aparecieron los genízaros por el colegio de sus hijos, estuvieron muy cerca de ellos, agazapados, a la espera de una orden del jefe.

Finalmente, los esbirros asaltaron y desmantelaron parte de la infraestructura del periódico e-consulta, a la manera de los regímenes fascistas. Recuerdo una noche lluviosa, en compañía de Gregorio Cervantes y Rodolfo Ruiz, tomando café y maldiciendo el estilo gangsteril del morenovallismo. Rumiando el desamparo frente al poder del Leviatán.  Escribimos, con las tintas de nuestra indignación, un manifiesto a la opinión pública que iba firmada por un grupo de destacados activistas, universitarios,  periodistas y miembros de la socidad civil, era un enérgico mensaje contra el uso criminal del poder político, contra las agresiones sistemáticas para silenciar la crítica del periodismo en Puebla. 

Recuerdo también que invitamos a firmar a otros periodistas también acosados por el morenovallismo. El dinero, el miedo y el terror, aliados naturales del nihilismo, hicieron muy bien su trabajo y la crítica periodística fue, con muy honrosas excepciones, prácticamente borrada, domesticada, reducida a los coros y las panderetas. 

Muchos críticos inteligentes de la Cuarta T tratan de convencerme de que todo el entusiasmo popular que despierta el Peje terminará en holocausto. Bueno, les digo un poco en tono de broma, eso está dicho desde 1888 por Friedrich Nietzsche, reina entre nosotros la más abyecta nada, la impunidad, la corrupción, el crimen y la mentira de la moral. 

Desde ese escenario, sin embargo, considero que hay formas de hacer algo frente a la carencia de sentido, de la falta de un para qué y el carisma del Peje, con las pasiones que lo habitan, me predisponen anímicamente para imaginar, por momentos subido en mi autoengaño, que si puede haber una salida del laberinto de la soledad. En el reverso del cuadro veo la figura de Enrique Peña Nieto, quien, como Rafael Moreno Valle, era la esencia de la vacuidad, la insulsez, la estulticia. Era la banalidad del mal.

El Peje ha dicho mil veces que es admirador de Ignacio Ramírez, el más crítico de los periodistas del siglo XIX. Creo que no miente, pues el nombre del fundador de Don Simplicio ya se encuentra inscrito con letras de oro en la sede del Congreso de la Unión -por instrucciones del señor Presidente. 

Quizá por eso veo por todos lados cómicos disfrazados de "ingeniosos" críticos haciendo mofa del Peje; quiero decir, como en el tiempo de Madero, la libertad de expresión se manifiesta a su antojo en “las mañaneras”, hasta ahí han ido a asaltarlo sus enemigos jurados, los chayoteros de la opinión pública, especialmente los de la radio y la televisión comercial. Son los mismos que durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI llenaron sus alforjas y su fama del elogio y la ruin zalamería y, con ello, degradaron el oficio del periodismo, cuya naturaleza es la crítica.

 Pueden caber muchas dudas en torno al buen final del primer gobierno de las izquierdas, que reproduce, en amplias zonas del Estado, las formas de distribución del poder de la dominación patrimonialista-semiburocrática del Antiguo Régimen.  Lo que es incuestionable, y parece un principio moral, es el compromiso del Peje con la libertad de expresión. No solo eso sino que llama públicamente a los funcionarios para que despejen cualquier duda sobre el curso de la República, sobre el uso transparente de los recursos de la nación. La mañera le ha dado un enorme legitimidad a Andrés Manuel López Obrador, quien sigue rompiendo records de bateo político y de popularidad.Mal harían los gobernadores de Morena de todo el país en no seguir por ese rumbo. 
Recientemente Rodolfo Ruiz Rodríguez nos compartió en una de sus columnas, en un acto inusual de su vida profesional, la presión que e-consulta está sufriendo por parte del gobierno de Luis Miguel Barbosa Huerta, más aún, reseñó con extrañeza cómo dos destacados miembros del gabinete del nuevo gobernador, articulistas semanales del periódico digital desde hace muchos años, dejaron sorpresivamente de publicar sus opiniones. No recuerdo una acción pública tan peculiar en la reciente historia política de Puebla. ¿Cómo podemos interpretar el silencio inesperado de los dos articulistas de e-consulta y miembros del gabinete de Luis Miguel Barbosa…?  

En otro momento escribí que el nuevo gobernador de Morena podría convertirse, pues no tenía nada qué perder y el reto no era muy alto, en el mejor gobernador de la historia política de Puebla. Aplaudí las designaciones de Abelardo Cuellar, Julio Glockner y Melitón Lozano como secretarios de despacho del gobierno de Puebla. 

Ahora no entiendo la estructura de sentido de una acción etatal como la narrada por el periodista, ¿cuál es el mensaje político del gobierno de Puebla que se puede leer de la denuncia del periodista Rodolfo Ruiz? No debemos olvidar, jamás, que los periodistas desparecidos y asesinados en México son, en su mayoría, pensados y perpretados por funcionarios públicos de alto nivel que se sienten amenazados en la fuente de sus riquezas, pues se ven vulnerados en sus poderes para usar la hacienda pública en beneficio personal.  
En este momento escribo para subrayar, como si hiciera falta, que la crítica documentada, como la que con valor y templanza ejerce Rodolfo Ruiz, no puede ni debe ser considerada como enemiga de los intereses del pueblo sino su mejor aliada. 

No voy a detenerme en una apología del trabajo de Rodolfo Ruiz, pero basta pensar en las grandes corrupciones y negocios multimillonarios que los políticos del marinismo, morenovallismo, galismo y pachequismo, hiceron con el presupuesto de la secretaría de eduación pública y de la secretaría de salud y que Rodolfo publicó puntualmente con redes de complicidades y cantidades de más de seis ceros, para saber que su crítica está muy próxima al sentido del periodismo sin concesiones que ejercía mi admirado Ignacio Ramírez: el nigromante. 

Nadie debe olvidar que sin la crítica no es posible ninguna modernidad, pero mucho menos la utopía democrática que pretende consumar Andrés Manuel López Obrador.

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Miguel Ángel Rodríguez

Doctor en Ciencia Política y fundador de la Maestría en Ciencias Políticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Investigador y filósofo político. Organizador del Foro Latinoamericano de Educación Intercultural, Migración y Vida Escolar, espacio de intercambio y revisión del fenómeno migratorio.