Cada gobernador, al final del sexenio reparte notarías entre cuates y recomendados. 

Suele ser el uno de los últimos actos de abuso del poder. La culminación del uso  patrimonialista del poder. Todos lo han hecho así.

Por eso, la decisión tajante del gobernador Barbosa de revisar y en su caso anular las 22 que heredó Moreno Valle ha sido bien vista en forma unánime. 

En la penumbra de los últimos días de cada gobernante se dan aquel  tipo de acciones. Otras son las autorizaciones para venta de bienes del estado. El visto bueno a fraccionamientos fraudulentos o concesiones millonarias.

Es el coletazo clásico del autoritarismo. Entrar con la espada frenando esto suena bien, muy bien.

Igual ha ocurrido con el misterioso fraccionamiento de Amalucan y el corte de cientos de árboles. Ahí ha aparecido el suegro del ex gobernador Tony Gali, figura sospechosa que pudiera ser máscara del propio gobernante ido.

Muy acertado sería ahondar la investigación del uso del suelo en esa zona, donde está por cierto un área de vestigios arqueológicos.

Desde siempre pareció una reserva federal, por sus características boscosas y los juegos de pelota. Pero en el corto período de Gali y Luis Bank, de pronto, de la noche a la mañana se estableció una enorme tienda, ahora crece una plaza comercial, y junto el fraccionamiento en cuestión.

Todo esto, fue precedido de la creación de un área de esparcimiento para el vecindario con el sentido clásico de dar atole con el dedo a los colonos, taparle el ojo al macho para oscuros y productivos negocios. La sospecha rodea a todo esto.

Todo lo visible en esa zona, polo de súbita inversión, huele mal. Apesta a corrupción. Es deseable que la actual autoridad municipal no tenga liga alguna con este asunto.

Aquí nuevamente, la mano de Barbosa ha frenado el negocio inmobiliario.

Decisiones de esta naturaleza y otras parecidas, con frecuencia equivalen a grandes obras de beneficio social. Por eso, es menester explicarlas a cabalidad, con el sentido justiciero que entrañan e ir más allá. Es decir, usar la vara de la justicia para encarcelar culpables.

El borrón y cuenta nueva ya se ha gastado en el estilo de gobernar.

Medidas secundarias del nuevo gobierno poblano han sido el retiro de símbolos, placas y propaganda del morenovallismo y el anuncio de otras tareas en tal dirección.
Todo esto, con ser positivo me parece que debiera repensarse.

 Es decir, anular toda huella de egolatría y vanagloria absurda es correcto, siempre y cuando en eso no  se apliquen recursos de los que ahora se carece. O dinero que se requiere para otras tareas prioritarias, habida cuenta de que el infausto interinato dejó las arcas vacías.

Por ejemplo el sugerido retiro de la ruedota de la fortuna.

Hay planes de otra índole también sujetos a cuestión, verbi gracia el usar el edificio del museo barroco para funciones  de lucha libre. Cada espectáculo o actividad tiene su espacio, y no se alcanza mayor popularidad por el camino complaciente que indica el secretario de cultura. Se corre el riesgo de caer en el populacherismo.

Sobre este inmueble el nuevo gobierno ha acometido también lo deseado: revisar a fondo el leonino negocio de las construcciones y créditos a largo plazo, lo cual disfraza una ordeña descomunal del dinero gubernamental. Otra decisión acertada, sin la menor duda.

Cada acción que ha emprendido el gobierno tras las huellas de corrupción de los tres ex gobernadores es plausible. Nadie en su sano juicio las puede reprobar. Pero, igual que acontece con el gobierno federal, a la ventilación de delitos debe suceder la aplicación de la ley.

De otra manera, la denuncia se volatiliza y se pierde en el viento y con los días.

Un saludable propósito de limpiar a fondo la casa, de exhibir podredumbre y ratas deja muy buenos dividendos. Pero esas expectativas alimentan el ánimo y la esperanza  unas semanas, unos meses, después, obligadamente deben venir las consecuencias.

Habrá que esperar responsables tras las rejas.

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