Flor y árbol nacionales

  • Ana Teyssier
Símbolos nacionales y naturales de México

Los árboles y las flores nacionales representan el patrimonio biocultural, la majestuosidad y belleza de la diversidad biológica y el contexto socioambiental de un determinado país, en estricto sentido, todos los árboles y flores nativos de un país son “nacionales” pero algunos destacan por sus cualidades o vínculos asociados a situaciones que marcan un hito en la historia y el simbolismo de cada país. En el siglo XX por una exacerbado nacionalismo, el ahuehuete fue designado “El árbol nacional” (1921) por votación popular y la dalia declarada “Símbolo de la Floricultura Nacional” (1963) por decreto presidencial.

En México no está afianzada en nuestra cultura más allá de las colecciones en los jardines botánicos, huertos experimentales y otros, el cultivo de flores con fines contemplativos y de afición, la mayoría de los horticultores ornamentales (floricultores) están centrados en cultivos lucrativos. Infortunadamente las dalias son más apreciadas en países extranjeros y en México únicamente valoramos las grandes, coloridas y vistosas resultado del mejoramiento genético, pocas personas saben que las dalias son nativas de nuestro país y que las especies silvestres tienen pétalos o lígulas sencillas.

A principios de este siglo era poco lo que se conocía sobre la dalia, todavía es común escuchar de las personas cuando se les pregunta por la “La flor nacional” hacer referencia a la nochebuena, el cempasúchil, y hasta la flor de calabaza. Cabe mencionar que el decreto presidencial que considera a la dalia “Flor Nacional” está vigente entre tanto no exista otro que lo reforme o derogue.

Existen opiniones contrastantes sobre cuál debería considerarse la flor nacional, algunas personas consideran que la flor de cempasúchil es la flor mexicana por excelencia con un simbolismo acendrado sobre la vida y la muerte, otros plantean un revisionismo sobre la flor que debe catalogarse como la flor nacional, y otros más plantean la necesidad de una encuesta. Los más osados afirman que el nopal es el símbolo natural de México, icono de la leyenda fundacional de Tenochtitlán presente hasta nuestros días en el escudo nacional.

El ahuehuete, “El viejo del agua”: majestuoso, colosal y milenario, sensor natural que indica la abundancia de agua, crece de forma natural en la mayor parte del territorio nacional, está más arraigado como símbolo nacional y natural, fue galardonado el 27 de septiembre de 1921 como “El árbol nacional” con motivo del Centenario de la Consumación de la Independencia de acuerdo a una encuesta popular realizada por la Escuela Nacional Forestal fundada por Miguel Ángel de Quevedo, “El apóstol del árbol, inspirado en gran medida en las acciones del General Joaquín Colombres en materia de reforestación (1870) y quien ya preveía las necesidades hídricas de la ciudad de Puebla.

Francisco Javier Tapia R-Esparza en uno de sus artículos señala que José Vasconcelos, quien entonces era rector de la Universidad Nacional de México, discrepaba de la forma de festejar el centenario con la celebración de concursos absurdos como el lanzado por la Escuela Nacional Forestal para encontrar al árbol simbólico de México. Sin embargo a la fecha no existe un decreto presidencial que haya declarado al ahuehuete “El árbol nacional de México”. En nuestro país existen majestuosos bosques de galería y ahuehuetes emblemáticos, dignos representantes del arbolado mexicano.

En 2015 un grupo de inquietos poblanos fueron comisionados para el estudio y propuesta de un día dedicado al ahuehuete, el día propuesto fue el 1 de julio, asociado al 1 de julio 1520 cuando un ahuehuete fue mudo testigo del triunfo de Anáhuac, convirtiéndolo en un hito y con el paso del tiempo en el emblema de una batalla y símbolo del nacionalismo. Además de proponer el día para rememorar el ahuehuete, presentaron una propuesta de iniciativa ciudadana con proyecto de decreto presidencial para el reconocimiento jurídico del ahuehuete como “El árbol nacional de México”.

En 2016 el escritor y periodista Héctor de Mauleón advirtió que el significado actual del ahuehuete de Tacuba tiene la interpretación de un nacionalismo fuera de lugar porque parte de la idea que procedemos de los mexicas y que los españoles son unos extranjeros que nos conquistaron, pasando por alto que españoles y mexicas dieron lugar a un pueblo mestizo, la discusión de la victoria y la derrota da por hecho que los mexicas son más nuestros que los españoles negando la historia y distorsionando el pasado. Mauleón señala que actualmente el ahuehuete de Tacuba es un cadáver, el exárbol, un monumento mantenido a fuerza, un muñón carbonizado, un objeto entrañable.

Las primeras justificaciones para establecer el 1 de julio como Día Nacional del Ahuehuete deben reinterpretarse con el sentido contemporáneo de México y su arbolado, más que celebración debemos visibilizar sus problemáticas y su importancia en términos hídricos y medioambientales.

Paradójicamente una flor con un decreto presidencial no es conocida ni valorada y un árbol sin decreto es reconocido como “Árbol nacional”; un decreto presidencial no garantiza la legitimidad, reconocimiento y conservación del patrimonio natural de nuestro país pero es un referente normativo e histórico que debe permear en las personas a través de la educación y la cultura ambiental sin olvidar el compromiso de las autoridades competentes en los diversos niveles de gobierno. Si no existiera un decreto que hubiera declarado a la dalia “Símbolo de la Floricultura Nacional”, no conoceríamos las consideraciones que en su momento fueron esgrimidas para reconocerla, en ese sentido, se hace indispensable un decreto presidencial para el ahuehuete, nuestro árbol patrio, que permita resignificar la importancia, valor, protección y conservación de los árboles nativos.

anateyssi@gmail.com

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Ana Teyssier

Escritora emergente, emprendedora social e investigadora independiente. Se desempeña como periodista cultural, narrativa y de opinión. Premio Municipal de la Juventud y el Galardón Poblano Distinguido. Trotamundos y otras manías.