Volver al futuro…cultural

  • Patricio Eufracio Solano
La Cultura pasó a ser la Cenicienta del castillo turístico poblano.

Uno de nuestros anhelos más caros es manipular al tiempo. Enseñorearnos en los días, horas y minutos de la existencia y viajar a placer entre ellos. Ser testigos de primera mano sobre lo que no vivimos y, acaso, con ese conocimiento, influir en el futuro; en el nuestro y el de los seres que amamos. La literatura sobre ello es vasta y abarca toda la gama de posibilidades, tanto las benéficas como las catastróficas; las moralizantes y las irreverentes; las probables y las improbables. A pesar de esta aparente disparidad, dos aspectos tienen en común todos estos libros: 1. La existencia de una máquina construida exprofeso para viajar lo mismo hacia atrás, que adelante en el tiempo, y, 2. Que los cambios inducidos desde el pasado conllevan un gran riesgo para el futuro.

Pues bien, hoy, en Puebla nos empeñamos en el renacimiento institucional de la cultura y para ello hemos montado una máquina del tiempo similar a la descrita por H G. Wells, a través de la cual buscamos mejorar el futuro, mediante la depuración del pasado. ¿Lo lograremos sin desembocar en el Caos mitológico griego? ¿Terminaremos creando una raza cultural de Eolis o de Morlocks?

El 14 de febrero de 2011 fue asesinada a mansalva la Secretaría de Cultura más antigua, hasta entonces, de la República Mexicana. El crimen se perpetró en el Congreso del Estado, siendo los ejecutantes, los diputados: Rafael Von Raesfeld, Enrique Nacer Hernández, Eric Cotoñeto Carmona y Zeferino Martínez Rodríguez. En el documento que da cuenta de ello aparecen, asimismo, Fernando Manzanilla Prieto como Secretario de Gobernación y Rafael Moreno Valle Rosas como Gobernador.

Las razones de “mayor peso” argumentadas para el “culturicidio” fueron:

Que el Ejecutivo del Estado se encuentra comprometido con el desarrollo de la cultura, por lo que ha impulsado una reforma en este aspecto, con la finalidad de adaptarse a los cambios y transformaciones del entorno socio-económico. En este sentido, se pretende que la cultura alcance niveles superiores en nuestras regiones y municipios, buscando con ello, que los aspectos artísticos y científicos logren avances notables a nivel nacional e internacional.

Estas intenciones nunca se cumplieron y el organismo naciente –Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla-, tan solo funcionó como un opaco y bamboleante nicho de desvaríos, ocurrencias y negocios turbios. La inoperatividad, vicios y corruptelas resultaron tan inocultables que movieron a la vergüenza púbica en el bienio posterior y, desapareciendo al CECAP, la Cultura pasó a ser la Cenicienta del castillo turístico poblano, arrinconada y despreciada por su madrasta, pero presente, desde su ventanal carcomido, en todas las ceremonias oficiales. Fue tan bochornoso el papel de la Cultura durante 8 años, que hasta la corriente política que la sobajó, prometió –al igual que los demás candidatos contendientes- su renacimiento cuando se instalara el sexenio 2018-2024.

Finalmente y después de casi dos años de incertidumbre, la SC revivirá en Puebla, retomando con ello el camino histórico tasajeado aquel lunes 14 de febrero del 2011, inolvidable día del “amor y la amistad”.

Bien, ¿pero a cuáles retos se enfrentará en esta nueva era, la revivida Secretaría de Cultura? A algunos añejos y heredados, y a otros propios y noveles. Abordemos los más relevantes.

1. Vocaciones y organigrama. Así como en una comunidad humana no existen los totalmente cultos y los absolutamente incultos, tampoco hay las vocaciones culturales unívocas y totalitarias. No, las sociedades reales y verdaderas, conjugan en su seno diversas vocaciones culturales, que existen y conviven –con mayor o menor atingencia-, por cuestiones de aprecio, conocimiento, difusión, atractivo, convicción, etcétera, etcétera. Y, por supuesto, que es contra natura intentar desaparecer alguna de las vocaciones culturales de una comunidad, pero, la verdad es que así sucede, por lo que la autoridad debe evitarlo mediante la protección, registro y fomento de la totalidad de las vocaciones culturales que existen en su territorio y jurisdicción.

En este sentido, y con sobrada razón, es justo y de urgente atención el reclamo de los pueblos originarios respecto del deterioro que sus manifestaciones culturales han sufrido, por lo que nadie discute la prioridad que merecen. Sin embargo, esta atención prioritaria no puede fincarse en el relego absoluto de las demás vocaciones culturales existentes y actuantes, pues, si bien los rasgos más profundos y primigenios vienen de las culturas originarias poblanas, hoy en día no son las únicas, y las demás, actuantes y vivas en la cotidianeidad contemporánea, no pueden correr la misma suerte que sufrieron las originarias.

De ahí que, no podemos continuar bajo el principio de la relegación de unas vocaciones en favor de las otras, por lo que volver al futuro cultural no debe asentarse ni en la destrucción del pasado no tan remoto como la prehispanía, ni el enseñoramiento absoluto de ritos, costumbres y maneras de los primeros pobladores de Puebla, antes de que esta fuera lo que es ahora.

De tal suerte, el organigrama futuro de la SC debe contener, necesariamente, un área que atienda de manera razonada e imparcial todas aquellas vocaciones que hoy existen y conviven en nuestro territorio.

2. Metas y compromisos. ¿En cuál posición de la escala cultural nacional se encuentra Puebla? Por favor, nótese que no me refiero a las estadísticas o mediciones turístico culturales, que cuantifican las afluencias o dinamismo económico que mueven los visitantes nacionales o extranjeros que buscan encontrarse con nuestro legado cultural. Lo que refiero es la presencia de las artes y artistas, procesos y ejecutantes, productos y profesionales de la cultura cuya formación y desarrollo haya sido netamente poblano. Dicho de otro modo ¿cuántos poblanos/poblanas, hoy por hoy, destacan en el mudo cultural? Y ¿cuántos de ellos/ellas se formaron cultural y artísticamente mediante programas o proyectos culturales sustentados por las instituciones gubernamentales? Voy a poner un ejemplo para abundar.

Antes del asiento en Puebla del proyecto de las orquestas Esperanza Azteca, existió el Centro de Capacitación de Música de Banda (CECAMBA). Los métodos y fines de ambos proyectos son similares: mostrar a los jóvenes poblanos la riqueza global y maravillosa de ser protagonista en el arte de la música. La diferencia fundamental entre ambos proyectos, es que Esperanza Azteca proporcionaba al morenovallismo, primordialmente a Rafael, alianzas políticas más poderosas y, por ende, mayor difusión y presencia nacional que el CECAMBA. Así, y a pesar de la distancia abismal en costos y recursos entre uno y otro proyecto, se privilegió al de Azteca, sobre el de la Secretaría de Cultura.

Al final, hay jóvenes poblanos reales y cuantificables como logros culturales; pero con los recursos entregados a Esperanza Azteca, podrían haberse creado 50 o 100 CECAMBAS. Y después de todo, ¿no habría sido esto culturalmente más rentable para Puebla?

Pues bien, basados en este ejemplo es que reitero la cuestión: ¿cuáles son las metas y compromisos culturales que debemos asumir los poblanos a través de la renaciente Secretaría de Cultura: una Esperanza Azteca o 100 CECAMBAS? Y quien dice CECAMBA, dice: literatos, escultores, bailarines, cantantes, compositores, etcétera, etcétera.

3. Formaciones y deformaciones. El sector cultural mexicano –Puebla no es la excepción desde luego-, está plagado de “chambones”, personas poco a nada capacitadas para ejercer profesionalmente sus funciones. Esto es producto del “chambismo”, ese mal nacional consecuencia directa de la “cuatitud”, el “pago de favores” y las prácticas tribales y de clan de los grupos políticos “amueganados”; taras estas que redundan en que los puestos de dirección cultural queden en manos de ignorantes,  bien o mal  intencionados, pero ignorantes culturales finalmente.

Esto sucede a pesar que en los manuales de organización, necesariamente existentes en toda institución gubernamental, se señala el mínimo de preparación profesional, experiencia laboral y perfiles de aquellos que aspiren, y, en su momento, detenten dichos cargos públicos. Por increíble que les parezca a todos los políticos nepotistas, tribales y “amueganados” esto se puede evitar mediante la sencilla acción de examinar, imparcialmente, a los aspirantes para tal o cual puesto laboral. En los países democráticamente verdaderos, la ineficiencia laboral se salva mediante el Servicio Profesional de Carrera. La ecuación que sustenta dicho sistema no podría ser más sencilla y eficaz: el que más sepa, que obtenga el empleo. Pues bien, la implementación del Servicio Profesional de Carrera es algo más prometido en Puebla que la vuelta de El Mesías, sin que hasta la fecha suceda. ¿No sería, acaso, una excelente oportunidad el anunciado Cambio de Régimen en la 4T, para implementarlo de una vez por todas?

Con esta acción, justa y eficiente a todas luces, dejaríamos de  engrosar las estadísticas publicadas en estos días por el INEGI, que señalan a Puebla como el primer lugar nacional, con un horroroso 62%, de “desempleados con estudios (de nivel) medio superior y superior”. Mismos que al ser tildados de “sobrecalificados”, borran de su currículum datos sobre su verdadera formación y experiencia para ser aceptados en empleos más elementales y, por ende, menos remunerados; no obstante que en los puestos superiores, esos que nunca se concursan sino que se otorgan a los “cuates”, se encuentren personas “subcalificadas” para ellos.

En fin, que, como enuncié al inicio de estas líneas, si volver al futuro cultural poblano debe procurar, necesariamente, un viaje al pasado en la máquina del tiempo wellsciana, procuremos que el retorno a nuestra época provoque más beneficios que maleficios y no terminemos siendo, ni los atolondrados Eolis, ni los caníbales Morlocks. Poblanos cultos y nada más.

*Aclaración sobre el artículo “El turbio ‘affaire’ de Museos de Puebla”.

A unas horas de publicado el texto en cuestión, recibí llamada de Mariela Arrazola, una de las personas mencionadas en él, con la intención que en este mismo medio se puntualizara su participación en el asunto. Con gusto y responsabilidad, reproduzco lo enviado, vía whatsapp, por Mariela. Los textos contenidos entre paréntesis, son agregados míos que solo pretenden la comprensión total de lo enunciado:

“El día viernes (anterior a la publicación del artículo), la encargada de redes sociales, Alejandra Flores me avisó que Miriam Reyes se había llevado algunos de los grabados que la artista (Carolina O’Farrill) había dispuesto para redes sociales. Me pidió (Alejandra) que mejor yo resguardara los que quedaban. Por lo que envié un mensaje pidiendo a Miriam que los devolviera para que Alejandra Flores pudiera entregar (sic) las redes sociales. No recibí respuesta por lo que procedí a dar parte a mi jefa (Rosalba Carrasco). El día de hoy (8 de agosto) luego de la publicación (del artículo de Rodolfo Ruiz) Miriam vino por el resto (de los grabados) para entregarlos, supongo a nuestras autoridades”.

Servida Mariela.

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.