El gobernador Luis Miguel Barbosa desde su toma de posesión el 1 de agosto, ha sido muy claro en los lineamientos que ha de seguir su gobierno: una sociedad de libertad, una sociedad de derechos.

Esto significa el reconocimiento a las diferencias que, como él señalara, son de fe, de pensamiento. Además, agregaría yo, de diferencias políticas y eso es parte de la democracia. Democracia que hemos venido construyendo desde hace décadas muchos movimientos y organizaciones, desde diferentes ámbitos y cuyos actores han sufrido amenazas, encarcelamiento, secuestros, desapariciones, dolor y muerte. Y Puebla, en esto, tiene mucho que decir.

Las instituciones que se erigieron, las que se crearon, las que se fortalecieron, son parte del andamiaje de nuestro sistema político mexicano, en aras de la construcción hacia la democracia. Por ello, hemos de resaltar que al vivir en un estado de derecho la procuración e impartición de la justicia va más allá de las diferencias sociales, culturales o políticas.

En hora buena se plantea una evaluación de lo hasta ahora instituido, ante lo que nadie puede cerrar los ojos: una creciente y vergonzosa desigualdad social. Pero no nos equivoquemos. Esto no significa borrón y cuenta nueva.

Desde el ámbito de la planeación, hemos dicho que los errores de los gobiernos (provengan o no de un mismo partido) siempre ha sido el de reinventar cada trienio o sexenio, las necesidades y soluciones para la población demandante.

Las necesidades han estado ahí en los centros de población y las demandas siempre han sido las mismas, agua, luz, escuelas, centros de salud,  empleo, vivienda. Agregando, lastimosamente, el tema de la seguridad, donde la violencia campea por calles, transporte, vivienda, lugares públicos, etc. Al grado de llegar a tomar los habitantes por sus propias manos, el enjuiciamiento y linchamiento de supuestos delincuentes.

Sin duda, una sociedad con libertad, bajo un estado de derecho, ha de ser la mejor opción para las condiciones actuales en que vivimos. Atender las demandas poblacionales es lo que permite a gobernantes entrar a la historia y ser juzgados por ella.

Por ello, alcanzar la paz depende de las acciones que se emprendan, responsabilizándose de los actos u omisiones, tal y como lo dijera el propio gobernador de Puebla. Así, los retos que ha de enfrentar MORENA en Puebla, requiere de capacidad y compromiso, dejando atrás la oratoria y propaganda propias de la lucha electoral.

MORENA ya es gobierno y lo que toca ahora es procurar la herencia que dejarán y no la que recibieron.