La pigmentocracia y el rechazo a lo pobre

  • Norma Angélica Cuéllar
Es increíble que a 500 años de la conquista, no podamos sacudirnos criterios retrógradas

En medio de crisis migratorias y de fronteras cada vez más cerradas, se han puesto de moda en México términos y pensamientos que debíamos haber superado hace cientos de años. Esta semana escuché hablar de la pigmentocracia y de los whitexicans, un par de términos que seguramente usted ya oyó y que no hacen otra cosa, más que normalizar la exclusión, el racismo, el rechazo al pobre y la segregación por la pigmentación de la piel.

La palabra pigmentocracia inundó las redes sociales esta última semana, después de que una activista feminista y en pro de los derechos de los migrantes, habló sobre el precio de los boletos de la Formula 1: “Sí es una actividad fifí por los boletos que cuestan hasta 10 mil pesos, hay otros que cuestan 25 mil pesos y otros que cuestan 30 mil. Entonces, más allá de que sea un tema clasista también es un tema de la pigmentocracia, tú entras al lugar y todo el mundo es güerito, ojo verde. La Fórmula 1 es un evento que no es que no debiera existir, pero es para congregarse entre la clase alta, que se lo puede costear...".

Después de eso, youtubers, columnistas y periodistas hemos prestado atención a este desafortunado tema, que seguramente se convertirá en moda y que no es otra cosa que racismo puro que normaliza la exclusión y el desprecio contra los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.

Ya algunos historiadores se habían referido en el pasado a la pigmentrocracia para tratar de explicar la exclusión y a la herencia colonial que estratificaban a la sociedad con base en la estructura socio racial y el color de la piel.

Y no hay que ser muy listo para inferir a qué se refiere whitexicans, una categoría de algo así como supremacismo a la mexicana, aderezado con clasismo surgida en redes sociales para designar a un sector de la población de México identificada con las clases privilegiadas y con gustos extranjeros. Así se hacen llamar, “los güeros de clases privilegiadas” que, según su página en FB, sí pueden utilizar términos como: prieto, naco, indio, asalariado, prole, etc.

En sus estudios sobre la Colonialidad del poder y eurocentrismo, el sociólogo peruano Aníbal Quijano hace referencia al tema de la raza como factor de discriminación social. Un asunto que ubica a las personas en una posición natural de inferioridad y en consecuencia, también sus rasgos fenotípicos, su cultura y sus costumbres.

Y no vayamos lejos, un estudio sobre la etnicidad en México, publicado por el Inegi (2017) establece que el color de la piel puede convertirse en un dato determinante para el desarrollo de las personas. Mientras más oscuro es el color de piel, los porcentajes de las personas empleadas en actividades de mayor calificación se reducen y cuando los tonos de piel se vuelven más claros, los porcentajes de ocupados en actividades de media y alta calificación se incrementan.

La discriminación en México, de esta forma trasciende por mucho el área jurídica y constituye un problema de índole social y cultural, en donde sí influye el color de piel de las personas, su origen, su ocupación, su destino, su nivel de estudios, para recibir algún status o privilegio o no recibirlos en ningún sentido.

Otra encuesta reciente, publicada por diarios de circulación nacional, reveló que una mayoría de la población mexicana rechaza a los migrantes centroamericanos indocumentados que atraviesan por el país. El estudio revela que el 55 por ciento de los mexicanos prefiere que los migrantes indocumentados sean deportados a sus países de origen y sólo el 7 por ciento quisiera que se les ofrezca residencia en México.

El 64 por ciento de la población entrevistada considera que los migrantes son una carga e incluso el 51 por ciento está a favor de utilizar a la Guardia Nacional para combatir la migración de centroamericanos.

Actualmente en el mundo hay una gran selectividad en términos de quién puede moverse y quién no. Se pueden mover las con un buen nivel de educación, y con recursos económicos, es decir, los que tienen capacidad de insertarse en contextos industrializados. Esos son bienvenidos. Pero si son personas con menos capacidades en términos de inserción económica y si vienen de países que se consideran inseguros o violentos, pues esos no pueden entrar. La mezcla piel morena y pobreza, convierte a las personas en sujetos sin derecho a la movilidad.

Es increíble que a 500 años de la conquista, no podamos sacudirnos criterios retrógradas y excluyentes que exacerban la desigualdad.

Si tiene algo que comentarme, póngase en contacto conmigo. Me interesa mucho su opinión norcudi@gmail.com

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Norma Angélica Cuéllar

Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

 
 

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