Barbosa ya gobierna y lo hace bien

  • Samuel Tovar Ruiz
No es extraño que ya en pleno ejercicio de gobierno, Miguel Barbosa ha tomado cartas en el asunto

En Una época en que todo instrumento público fue motivo y objeto de “privatización” neoliberal, pareció “normal” que lo que era de orden público o de orden social, fuera no sólo tramitado sino condicionado de modo privado, cuasi personal.  Tal fue, en la época del morenovallismo, el caso de la comunicación, sobre todo telefónica.  Pero también de los demás medios, incluyendo la televisión o los diarios de impresión física o digital.   La posesión de esos medios e instrumentos de producción de comunicación, en el contexto del morenovallismo hacía que pareciera natural tales prácticas y dinámicas.  Tal era la inercia o la tendencia dominante en que prácticamente cualquier medio no escapó al impulso ciego de la privatización neoliberal.  A todos se les convirtió en una especie de “tienda de abarrotes” que lo mismo especulaban con la información que con la comunicación.  El punto más álgido de esa práctica, sin duda, fue el llamado “espionaje telefónico”.  Que ha tenido muchísimas víctimas, una de ellas el propio, ahora mismo, gobernador electo: Luis Miguel Barbosa. Pero también otras “personalidades” de la política oficial, incluso el mismo Peña Nieto, y no se diga, por el lado de la izquierda, el propio AMLO.  Todos ellos fueron objeto y motivo del espionaje más descarado y directo.

De ese modo, no es extraño que ya en pleno ejercicio de gobierno, Luis Miguel Barbosa ha tomado cartas en el asunto. Y ya hay enviado para su corrección y ulterior aprobación una nueva ley de la administración publica en el estado de Puebla, en la cual plantea una estrategia de restructuración de campos orgánicos del poder público (secretarias), así como un combate frontal al espionaje, sobre todo, al político.  Tales medidas, sin duda, marcan pauta, en el sentido de una desmarque de la practica anterior del régimen del morenovallismo, que permitió la “ola privatizadora” y sus nocivos efectos sociales, con el consecuente empobrecimiento de la población, hasta colocarla en una situación de máxima vulnerabilidad, mientras permitió el enriquecimiento de particulares hasta “niveles insultantes”, él mismo se convirtió en un poseedor de “una inmensa” fortuna.  Las secretarías y demás espacios de poder se dedicaron no sólo “intensificar la corrupción”, “los moches”, sino emerger nuevos ricos a costa de una mayor pobreza y desolación de las capas sociales más vulnerables de la sociedad civil poblana.  Un “negocio de escándalo” sin duda fue el “huachicol”, en cuya ascensión, promoción y desarrollo, puebla ocupo un “primer lugar” a nivel nacional.  Los ingresos provenientes de esa fuente, más los “moches” al presupuesto de los programas de las demás dependencias, la “vendimia” (verdaderas tiendas de abarrotes) del servicio público en toda clase de oficinas o cuerpos del funcionarado (recuérdese las foto-multas ya derogadas en CDMEX por el gobierno de Claudia Sheibaum), incluyendo por supuesto la procuración de justicia, todo ello generaron “ganancias extraordinarias” que “engrosaron” los bolsillos de los altos funcionarios y sobre todo del “jefe”. 

Tal estado de cosas, entonces, fácilmente explica otras secuelas no menos infames, como la represión generalizada sobre todo en contra de los luchadores sociales, a quienes no se toleró el tono crítico de su discurso, y más bien se les persiguió, incluso asesinó.  De igual forma, se persiguió y encarceló a aquellos funcionarios que no asumían la consigna vertical del sátrapa morenovallista.  En semejante contexto, el corolario de ese “gran pastel” de negocios turbios, de sus “jugosas ganancias”, no fue otro que el “permitir” la labor de espionaje político.  Tal “labor” permitía saber por anticipado los pasos y las intenciones de quienes se consideraba enemigos.  De manera que, les parecía muy apropiado la “función complementaria” de “espiar” desde los más pequeños hasta los mayores adversarios.  La intolerancia contra unos y otros era por igual. A todos se requería “extirpar” de raíz, pues el negocio era mucho, sus ganancias mucho mayores, cada vez, por lo que no se permitía el menor descuido, o que alguna fuerza de pronto se encumbrara y que pusiera en riesgo la fuente de los beneficios que “alimentaba” cada vez más el poder represivo concebido de esa manera privatista, facciosa.  De este modo se ve a las claras, ya, en este momento, un nuevo de estilo gobernar.  Luis Miguel Barbosa toma el toro por los cuernos y ya trasluce, un nuevo ejercicio del poder al servicio de la gente, del pueblo. Así barre el cochambre morenovallista. Tal es el mensaje de la nueva ley de la administración publica del Estado de Puebla. La racionalización del poder por el nuevo gobernador de izquierda apunta ya a una manera de acreditar y legitimar ese poder, que, dicho sea de paso, no es de nadie más, sino del Pueblo de Puebla.  El combate frontal al “espionaje político” es un primer paso, de cara a la 4ta T.  Además, los hombres de confianza del nuevo gobernador no pueden ser sino eso: hombres de confianza. Tal es el motivo central de la nueva ley, lograr en el corto plazo esa confianza que fortaleza un gobierno cuyo compromiso no es otro que la felicidad de la gente de Puebla y desde luego por trámite inequívoco de la 4ta T. Veremos mas aportes y logros seguramente en breve, en ese sentido que hace sin duda que Barbosa se aparte del Morenovallismo y del viejo estilo de gobernar del PRIAN neoliberal.

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