Urzúa, Neoliberalismo, Chairos y Fifís

  • Oscar Gómez Cruz
¿Importa el mercado? Pues evidentemente sí

El Doctor Carlos Urzúa, renunció a su cargo como Secretario de Hacienda y Crédito Público, a través de una carta breve, clara y muy poderosa.

Acto seguido, fue calificado de "neoliberal", con señalamientos provenientes de toda la nomenclatura de la autollamada 4T.

Neoliberal se ha convertido en México en un adjetivo calificativo que engloba "todo lo detestable", que hoy el sistema le dice a la sociedad, debe rechazar.

Estar a favor de una economía que funciona con base en el mercado abierto o, dicho de otra forma, entender que ningún país o economía puede ser autosuficiente, es la esencia de lo que hoy bajo la 4T, se ha convertido en un pecado capital.

Pero veamos.

Las "calificadoras neoliberales" que con "sus números, indicadores, análisis de contexto y proyecciones corruptas y ligadas a intereses de multinacionales también corruptas, que hacen tratos en nuestro país con personas en la política y los mercados financieros que son corruptos también", emiten una calificación para México, su deuda y su capacidad de pago, así como para Pemex y su capacidad de ser rentable.

Lo hacen en el marco de un mundo que ha estandarizado la forma de medir el desarrollo o falta de éste, de estar o no en posibilidad de hacer frente a compromisos de pago y con o sin la aceptación de las autoridades al frente de las economías que califican. Este hecho repercute en la realidad de los mercados, de la oferta, la demanda y la confianza de los inversionistas de la economía nacional calificada.

Usted y yo consumimos a diario productos que provienen del extranjero o que están en parte, construidos con materias primas y componentes importados.

Compramos en establecimientos cuya base, origen y capital proviene de otro país y gracias a eso, tenemos opciones, existe competencia, se favorece una mejor calidad, así como la disminución de los precios.

Se requiere haber estudiado sólo un semestre de economía para conocer los conceptos de ventajas comparativas y competitivas.

De manera simple:

México exporta, digamos tequila a Francia y ellos a su vez queso a México.

¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que las condiciones de recursos naturales, clima, la especialidad de la mano de obra, el desarrollo histórico de cadenas productivas e incluso, la posición geográfica, influyen en la posibilidad de que un país pueda producir, basándose en sus ventajas comparativas; en este caso, de manera más efectiva para un país con el tequila y en el otro, con el queso.

¿Importa el mercado? Pues evidentemente sí.

De no ser el caso, ¿por qué tuvo que aceptar México las condiciones impuestas por Estados Unidos, para evitar la aplicación de aranceles progresivos a productos mexicanos que se exportan a ese país?

Porque SÍ importa lo que diga el mercado, en este caso nada más y nada menos, que el destino principal de las exportaciones mexicanas; y de ponerse éste en riesgo, el precio de los productos nacionales sería muy elevado en el mercado americano.

Al dejar de ser competitivos, se generaría un excedente de producción en México, con ello se tendrían que cerrar plantas de producción y se despediría a muchísima gente. Sume a esta situación la pérdida de confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros, y con ello una presión en el tipo de cambio.

Entonces, ¿le decimos al diablo a los mercados?

Podemos hacerlo, pero eso no cambia la realidad.

Fue el pueblo el que en la Revolución Francesa derrocó a los "parias" de la monarquía, aunque ellos mismos, se convirtieron después en burgueses adinerados con poder y beneficios similares al de los "parias" que destronaron.

Los Rojos bolcheviques derrocaron al Zar ruso para instaurar un régimen socialista-comunista, en el que los miembros del Partido Comunista y la nueva burocracia de camaradas, se convirtieron en la recién llegada clase privilegiada, muy privilegiada y adinerada, dentro del nuevo régimen que pregonaba la igualdad social.

La "Revolución Bolivariana" de Hugo Chávez, que sacó del gobierno a los corruptos que abusaban del pueblo, y que asumió y perpetuó en el poder, hasta el momento en el que usted lee estas líneas, sumiendo a Venezuela en una miseria y crisis humanitaria, sólo comparada con Siria y algunos países africanos.

Y hoy en nuestro México, fifís contra chairos, amlovers contra amlohaters, neoliberales contra izquierdosos, ricos contra pobres.

Estudiados corruptos favorecidos del sistema, contra pueblo pobre sin oportunidades y oprimido.

¿Ese es el México que queremos?

Un México de odio, enfrentamiento, violencia, recriminación y resentimiento social.

El neoliberalismo no desautoriza instituciones, las compra, es cierto. Pero lo mismo son compradas en regímenes de izquierda, totalitarios y los que se mezclan para parecer "muy sociales”.

Las instituciones nunca han sido blanco de la economía de mercado. Son necesarias para mantener un orden y balance de poder.

Desestimar a las instituciones del Estado, aludiendo que fueron malas en el pasado neoliberal y que ahora serán buenas sólo por decreto, es simplemente preocupante.

Nadie por encima de la Ley.  Y es precisamente la Ley, la que da origen y funcionamiento a las instituciones.

Recomiendo a fifís y chairos leer un poco más de historia y economía, porque lo único común en todos los enfrentamientos entre hermanos, es la polarización y el extremismo. Nadie gana con la pobreza, nadie gana perpetuando sistemas corruptos, pero tampoco se gana mucho poniendo a pelear en guerras civiles a hermanos manipulados por uno y otro bando, en razón de sus particulares intereses y búsqueda del poder.

Oscar Gómez Cruz

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Oscar Gómez Cruz

Maestro en Asuntos Internacionales de Negocios Universidad de Columbia. Maestro en Administración Pública INAP. Egresado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Es presidente de 2TRES15