¿A dónde vamos a parar?

  • Marcelino León Ochoa
“No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones” Steve Covey

Con el transcurrir de los días, cada uno de los 30 millones de mexicanos que votaron por AMLO debería ofrecerle disculpas al pueblo de México, al haber decidido con el hígado, movidos por el rencor acumulado por años y por haber creído en las promesas fáciles de López Obrador.

Algunos, sin duda, ya están siendo beneficiados con los apoyos directos que está repartiendo el Gobierno de México y hablarán maravillas de él. Sin embargo, son miles las y los ciudadanos que también creyeron en AMLO y hoy están siendo perjudicados por los recortes presupuestales.

El pasado 1 de julio muchos dijeron que no estaban decepcionados de las decisiones adoptadas por el presidente. A mí tampoco me ha decepcionado: siempre pensé que AMLO le haría un terrible daño al país y lo está cumpliendo.

Las renuncias de secretarios y titulares de dependencias hablan de desencuentros y desatinos en la forma de gobernar o más bien, hablan de un gobernante autoritario que impone sus caprichos, pasando por encima de la ley y del concepto de eficiencia y eficacia administrativa, que no está peleada con un gobierno austero.

La renuncia de Germán Martínez sacudió fuertemente al gobierno pero poco o nada cambió la terrible realidad que se vive en el IMSS y en el servicio que se brinda a sus derechohabientes.

La renuncia de Carlos Urzúa, hombre cercano al presidente, manda una señal muy mala a los mercados pero sobre todo a las y los mexicanos que vemos que la economía va en caída.

No tienen desperdicio las líneas escritas por Urzúa en su carta de renuncia: “se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”.

Más claro no puede ser. Muchas decisiones se toman sin conciencia, por capricho, por impulsos, por rencor. Dice el Presidente que gobernar es fácil pero se equivoca. La política es una grave responsabilidad. Ojala releyera la frase de Churchill: “la política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo se muere una vez”.

Carlos Urzúa aguantó las ocurrencias del presidente, las críticas por asistir al G20 acompañando a Ebrard, pero finalmente desistió.

Este es un síntoma muy grave de descomposición del grupo en el poder, a poco más de siete meses de haber asumido las riendas del país.

¿Qué más se puede esperar, qué otras noticias surgirán en las próximas horas o días?

¿Acaso el presidente escuchará por fin las voces de la oposición, que cada día crece más y no solo está representada en los partidos políticos sino en asociaciones civiles, madres trabajadoras, derechohabientes maltratados, niñez desprotegida, deportistas abandonados, científicos y artistas menospreciados, inversionistas saboteados, etc?

¿Es previsible que el Presidente cambie de estrategia? Lo dudo.

Tantos años de esfuerzo y sacrificio de miles de personas que aspiraron a generar un cambio radical en el país desde el poder y regarla una y otra vez. En verdad, ¿a dónde vamos a parar?

Me niego a aceptar que al país le vaya mal por malas decisiones del gobierno. No acepto que nos digan que todo va mal porque así nos lo dejaron los que se fueron.

¿Para qué esperar a que el país toque fondo? Es tiempo de alzar la voz, actuar, organizarse y exigir un cambio de rumbo.

¡México merece que le vaya bien!

Mtro. César Marcelino León

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Marcelino León Ochoa

Politólogo. Maestro en Gestión Pública. Coordinador de asesores del grupo de regidores PAN.

Catedrático en UPAEP. Ex regidor del Ayuntamiento de Puebla 2011-2014