Todos los caminos nos llevaron a Roma

  • Verónica Mastretta
Para mis hermanos, mis raíces profundas en el mundo, y mi hermana, el corazón de todos.

Hace unos meses leí la noticia de que Ennio Morricone* daría sus últimos conciertos en Italia y se retiraría de la vida pública. -Qué privilegio estar ahí- pensé. Y que imposible me pareció en ese momento. 

En el chat que comparto con mis cuatro hermanos hablamos entonces de su inminente retiro, de su música, de sus cientos de melodías que han acompañado nuestras vidas.  En esa conversación quedó por escrito el dato del adiós de Morricone en Roma, en un futuro tan cercano como junio, y ahí quedó también, sembrada hondo, la semilla de un deseo por cumplir. Ahora sé que puede ser cierto que todos los caminos llevan a Roma, y que en enero, sin saberlo, habíamos empezado a caminar hacia allá. 

 Ennio Morricone (1928) y su música divina han estado en el mundo a lo largo de los últimos 65 años; lo hemos oído en el radio, en el cine, en el ambiente. A veces silbamos una canción suya sin saber que es algo que él compuso en su larguísima trayectoria de músico y compositor.  No hace mucho lo vi en YouTube dirigiendo un concierto en Venecia en 2013. Al mirarlo es difícil definir su edad; camina sereno y erguido y dirige con una elegancia y serenidad que fascinan.

Hace dos semanas, mi hermana, que había estado enferma de algo muy difícil de diagnostica , acababa de recibir la buena noticia de que era algo tratable y transitorio , me marcó y me dijo:

 - Vamos a celebrar. Ya tenemos los boletos para ir al concierto de Morricone en Roma. Catalina consiguió cuatro.

- Tú tienes los boletos pero nos falta todo lo demás - le dije yo. 

Catalina se dedica al cine y la producción y, mi hermana a alimentar y hacer realidad fantasías, así que como por arte de magia produjeron un viaje en cuatro días. 

A las 9 de la noche del 21 de Junio, bajo una bellísima noche romana, cientos de personas caminando en procesión, como en un sueño, llegamos a las  inmensas ruinas de las Termas de Caracalla, iluminadas para ese último concierto con cambiantes colores lilas, rojos , azules y ocres. La gran orquesta de Roma con su coro daba la espalda a ese fantástico escenario mientras comenzaban a afinar. En el oscuro azul zafiro del cielo, volaban las gaviotas,  y volaron durante todo el concierto,  acompañando a la orquesta con sus raros graznidos como si fueran parte de una composición pensada para ellas. 

Ennio Morriconne, vestido de negro, apareció en escena y caminó hacia su lugar en medio de aplausos, despacio, sereno, íntegro. Dirigió durante dos horas y media a una orquesta de más de 200 músicos que se empleó a fondo durante casi todo el concierto. Dos insuperables cantantes mujeres  lo acompañaron esa noche en diferentes momentos, con unas voces capaces de hacernos oír todas los matices y la intensidad de la voz humana. No escatimó nada, lo dio todo. Su música sin las imágenes del cine es aún más poderosa, nada distrae a tu oído de escuchar esa mezcla de  todas las influencias,  las etnias y casi todos los sonidos que la humanidad ha inventado. Tres veces se dio el lujo de salir a corresponder los aplausos con una discreta caravana, para  volver a dirigir no sólo lo más emocionante,  sino lo más difícil del concierto. El coro y la solista de El bueno , el malo y el feo dominaron la noche aunados al sonido de la ocarina americana y la flauta,  pero todo fue inolvidable: el piano de Cinema Paraíso, el oboe, los coros y percusiones de La Misión,  toda la orquesta apoyada en las  percusiones conjuntadas a la perfección para sostener al enorme grupo de músicos  como  columnas indestructibles . Un pianista sensacional que toca al mismo tiempo el piano y el teclado, y los solistas de cuerdas que parece que tocan con las fibras de tu propio  corazón. Y casi al final, de nuevo el impacto de la potente voz de una cantante extraordinaria en Queimada .

 Al frente, con todos en su puño, orquesta y público, el joven Ennio con sus casi 91 años.

¿La vida es corta? ¿Es larga? ¿Es un sueño? ¿El tiempo es circular, como lo vislumbró Einstein,  o con túneles de gusano para viajar en el tiempo , como lo probó Stephen Hawkins? ¿Ese concierto se queda ahí , acompañado de un  largo vuelo de gaviotas, las ruinas misteriosas, una luz mística  y nuestro estupor y emoción al límite? ¿Se queda ahí, colgado para siempre, como un cuadro colorido y sonoro, esperando, esperándonos en un espejo en el que volveremos a mirarnos en el infinito museo del universo? 

Algo así debe ser para siempre. Que así sea. 

-------------------------------------------------------------------------

*Ennio Morricone nació en Roma el 10 de noviembre de 1928. Hijo del músico Mario Morricone, Ennio estudió música y empezó a tocar la trompeta desde muy pequeño. Hubiera deseado ser ajedrecista o médico. No lo quiso así la vida.  A los seis años compuso su primera obra. Era precoz  y a los 12 años fue inscrito en el conservatorio, donde terminó en seis meses un programa de estudios diseñado para cuatro años. Su diploma de trompetista lo recibió en 1946 y a partir de ahí empezó a estar activo profesionalmente. Empezó como escritor fantasma  componiendo música que se atribuían compositores ya famosos. En 1956 se casó con María Travia y sigue con ella hasta la fecha. 

Empezó a trabajar de manera abierta en los arreglos de otros compositores , y se dio a conocer en lo individual al componer música de fondo para el radio de manera independiente, hasta que Sergio Leone, su amigo de la infancia, lo invitó a componer la música de sus famosas películas del viejo oeste americano, Por un puñado de dólares (1964) y en 1966 , la música para  El bueno el malo y el feo. Durante toda la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI su música ha estado ahí. Compuso y dirigió de manera extraordinaria para muchísimas series y películas. Es un músico cuya obra ya forma parte del patrimonio musical de la humanidad. No se perderá con el tiempo, se perderá cuando la humanidad se pierda a sí misma . Sus composiciones para El bueno, el malo y el feo,  Days of Heaven (1978), La Misión (1986) y Cinema Paradiso (1988), Los intocables, y últimamente Los odiosos ocho, que le valieron un Oscar, han sido catalogadas como obras maestras.  Su versatilidad se extiende a multitud de géneros, pero en particular su música sinfónica y coral se impone. La música de La Misión te eleva. La de Cinema Paradiso te cautiva. La de El Cartero te revive sentimientos de adolescente.

Me gusta mirar las firmas de las personas y buscar su alma en ellas. Su firma es pura, clara y ascendente. Un reflejo de un espíritu superior.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Verónica Mastretta

Licenciada en Relaciones Internacionales, especializada en temas de comunicación, sustentabilidad, medio ambiente y gestión social